Segunda y última zarzuela del habitual ciclo veraniego donostiarra y lo dicho para la anterior "La corte del faraón" vale para esta "Marina" en lo relativo a la pobreza de medios y al tupido silencio sobre la Orquesta y director.
Ella, Marina, fue Helena Gallardo: de sutherliana pronunciación, recurre al metaextrasobreagudo ante la mínima excusa, venga o no (las más de las veces) a cuento. Que lo haga bien, es otra cosa. Soprano muy habitual en la zarzuela, creo que está bastante cascada, aunque no es mayor.
El, Rafael Lledó. Hacía años que no le escuchaba y ya se sabé: o te gusta su voz o sales corriendo sin parar hasta el ferry de Algeciras. ¿Alguien no sabe qué es lo de la nasalidad? ¿Alguien no sabe que es una voz Blanca? Lledó siempre ha tenido facilidad para el agudo, y aunque el legato no es lo suyo, hay que reconocerle un fraseo ejemplar (no rehuye ninguna vocal) y que cumple con solvencia. Pero ese timbre,...
Roque era Alberto Arrabal, típico secundario de la ABAO, que sácó y demostró volumen hasta hartar al personal. Tenía más voz que todo el coro junto y pecó de cierto exceso de alarde, pero sin duda fue el mejor cantante de la noche, con diferencia. Su voz sonaba más rotunda y grave que la de Pablo Azpeitia, nada solemne ni autoritario.
Sobre lo secundarios, bien Marifé Nogales, mientras que el velo de la Orquesta lo extndemos sobre el capitán Alberto (el señor le conserve la ilusión).
Fuí acompañado de mi santa madre, que disfruto muchísimo, así que el gasto estaba bien invertido. Luego, unos pinchitos y a casa.
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