West no me gustó en el acto 1 por sus ademanes chulescos y sarcásticos en su encuentro con Isolda ("concepto" contra la obra y la música, pero creo que la culpa debe ser del director de escena) y algunas frases gritadas, no cantadas (aquí no tiene disculpa, señor West).
En el segundo empezó muy bien y continuó excelentemente en la segunda parte del duo ( truco: con el alivio del corte de 10 minutos en la primera parte del duo, claro). Pero al llegar al canto a la muerte... ¡¡ay!!, rozó el desastre. Sé de fuentes bien informadas que en los ensayos no sufrió estos problemas.
Empecé a escuchar el acto tercero lleno de dudas y miedos. Pero desde la primera frase de su personaje, suspiré de alivio... El hombre tenía su voz intacta. Y nos regaló una versión magnífica. Estuvo a la altura (sin ser Maz Lorenz, claro), no tuvo altibajos salvo alguna frasecita gritada, que es más fácil que cantar matizando (seamos indulgentes: ¡es tan largo su papel!). Nos arrastró con él durante casi una hora. Además la orquesta estuvo mejor que en los actos anteriores.
Bueno, fue una representación que fue de menos a más, aunque a mi personalmente lo que más me emocionó-emocionó fue todo el final del acto primero. Vocalmente, lo mejor fue en realidad Brangäne (su advertencia del acto 2, lo mejor de la noche). Lo peor, Marke. Bien la Isolda y muy rudo el Kurwenal.
Sobre todo quiero destacar que, aunque fue una representación en conjunto imperfecta, lo que queda claro es que esta obra es una obra maestra absoluta, ( que me perdone el Fénix de los Ingenios
)que el acto segundo es excelso, y que curiosamente para la orquesta Sinfónica de Asturias y para Valdés les es más difícil tocar Tristán que Salomé o Elektra. Curioso, ¿verdad? Y no creo que sea por la longitud, porque el mejor acto orquestalmente fue el último.
La puesta en escena no estorba ni va contra la obra. Hay momentos hermosos como el acto 2 o el final, aunque para gustos hay colores.
lo único malo es los actores mudos que, totalmente vestidos de blancos, "doblan" a los personajes de Tristán e Isolda en muchas escenas. Es tan reiterativo, pedante, retórico y absurdo que no quiero perder más tiempo comentándolo.
¡Ah! Y no podemos olvidar el coro, con la participación de un prestigioso forero
Lo mejor de todo, la reunión post- Tristán , donde tuve la oprtunidad de cenar y postcenar con unas personas encantadoras
¡Y muy entendida en materia operística!