Bueno! Ains, es mi primera crónica....estoy hasta nervioso.
Igual de nervioso que ayer, ya que iba a asistir a mi primera ópera en teatro!
En fin, como no tengo mucha idea de voces, técnicas, artes escénicas y demás asuntos sobre el particular, voy a contar MI noche, desde lo personal.
Como buen cántabro (la ópera empezaba a las 21:00) a las 19:45 ya estaba allí
. Mientras tanto, una señora de avanzada edad comenzó a deleitarnos con una versión silbada del E lucevan le stelle.
Llega la hora de entrar, entro con mi típica cara de "dónde demonios estoy" y "¿hacia dónde narices tengo que ir?" cuando oigo mi nombre entre la multitud.
-Héctor! Héctor!
Me giro, y aparece un chico que me tiende la mano y me dice...
-Soy el paisano!!
Todo estaba claro ya. Era Salzburgués que muy amablemente (no sin problemas) me indicó cuál era mi butaca, porque mira que es complicado el asunto. Que si por aquí a la zona D, que si por aquí a la C que si por aquí si no tienes corbata o lentejuelas no pasas...
En fin. Ya sentado en mi sitio, después de leer el programa y hacer un escáner de la situación, oigo justo a mis espaldas.
- Pues al final no se ve tan mal desde aquí.
Su voz me sonaba, me giro de nuevo, y me encuentro allí a Filemón y a piccolo, que posteriormente disfrutaron de la ópera como jamás lo habían hecho.
Pero vayamos al meollo. Se apagan las luces y comienza el espectáculo.
Al inicio, aparece una introducción proyectada para meterte en situación, pero las proyecciones nos acompañaron durante todo el evento. Que si Napoleón, que si la huída de Angelotti, que si la iglesia de Sant'Andrea della Valle...Yo pensé: Coño! Estamos en el cine!
La trama continúa, en una mezcla entre proyección y visión normal de los participantes, y llega el Recondita Armonia. Bayista me había comentado que en teatro no se oye igual que en el disco, algo por otra parte evidente, pero aquello no era lo que yo esperaba. Cavaradossi (
Valter Borin) se le había quedado atravesada en la laringe una bola de miga de pan en la cena previa a la ópera, y claro, eso se notaba. Así que yo, con mi impoluta inocencia dije: Bueno, pues esto es la ópera!
Después entró ella (
Annalisa Raspagliosi). Pese a lo que digan los demás. A mi ella no me disgustó. Vamos a ver, todos hemos visto el famoso 2º Acto de la Tosca de Callas/Gobbi/Cioni en el Covent Garden, y cualquier otra representación nos sabe a poco. Pero me niego a admitir que no me gustó NADA de mi primera ópera, y ella, dentro de lo que cabe, tampoco estuvo tan horrorosa. Plana, decía piccolo.
Alberto Gazale era Scarpia. En el programa dice: "definido por la crítica especializada como
el barítono verdiano heredero de la escuela italiana, que fue alumno predilecto de Carlo Bergonzi, con quién estudió". Claro, Bergonzi lo tenía cerca y todo muy bonito, pero escucharlo desde la fila 34 del Palacio de Festivales no lo es tanto. No se le oía nada, pero nada nada. En el Te Deum, entre el coro y la orquesta, incluso los de primera fila tuvieron que leerle los labios. Le faltaba potencia, y mucha.
Esto no eclipsa ese maravilloso Te Deum, en el que al final sale la imagen proyectada de Leon XIII o algo así, que nadie entendía muy bien por qué estaba allí.
Llegó el segundo acto, con un Vissi d'arte sin mayores objecciones para bien o para mal, salvo por esa espantosa proyección de un teatro, más dorado imposible, que encajaba perfectamente en el escenario para que la cantante quedara en el arco de la puerta.
Antes de firmar el salvoconducto, Scarpia se encargó de tocar las partes más íntimas de Floria por encima de la falda (que lo vi yo), y después de firmarlo, nos deleitó a todos con su torso musculado.
Un servidor, acostumbrado a las MARAVILLOSAS dotes dramáticas de la griega, prevée que Tosca está aterrorizada al lado de la mesa pensando en lo que va a suceder, en entregar su cuerpo a Scarpia, y en esa tensión dramática que ELLA SOLA debe crear en la escena, visualiza el cuchillo y lo decide al instante, sin haberlo pensado siquiera. Pues no, Raspagliosi se da arte y parte para cruzar toda el escenario a por el cuchillo.
El asesinato fue lo mejor. Le faltó decir: ¡Que te mueras ya leches! Nunca he oído unos "muori" tan sosos y tan faltos de ganas.
Con el tercer acto llegó el E lucevan le stelle. Antes de eso, noté, no sé si acertadamente, un leve desconcierto de la orquesta, con un violoncello o lo que fuera, un tanto despistado. Dentro de lo que cabe, el Adiós a la vida no estuvo tan horrible, teniendo en cuenta que lo mejor que había hecho el tenor hasta ahora había sido gritar en la tortura.
Finalmente, lo fusilan. A mi el fusilamiento me pilló desprevenido y me asusté. Más que nada porque en el paredón, los efectos especiales a cargo de unos cuantos petardos atronadores no eran esperados, y mi bote fue considerable. Concuerdo con piccolo, en que en ese momento, ella tenía que haber lanzado un grito aterrador, y sobrecoger al público. Pero no fue así.
No hablo de orquesta, ni de director, ni de coro porque de eso no entiendo.
Bueno, hasta aquí mi primera crítica, de mi primera ópera en teatro. Dista mucho de ser una crítica seria, pero yo no soy serio, y tampoco sé hacerlo más seriamente.
Un saludo a todos!