Debo decir que de todas las funciones a las que he asistido en el Palacio de Festivales de Santander, ayer vi la peor musicalmente con diferencia, y eso que he visto algunas pifias considerables: a J. Sempere olvidando la letra de la Donna è Mobile, los agudos imposibles del bajo M. A. Zapater, etc. Vimos Piccolo y un servidor como se puede destrozar una obra tan viva, brillante, lírica y dinámica como La Sonnambula de Bellini en el Palacio de Festivales de Santander.

En primer lugar, Ottavio Marino tenía una batuta que le debía pesar una tonelada, porque la movió lenta, lenta, lenta. Se cargó toda la vitalidad de la partitura con no sé qué finalidad. Los cantantes parecían aburrirse hasta que llegaba el siguiente compás.

De la protagonista, Diletta Rizzo-Marin, había visto vídeos en Youtube y me pareció muy verde y con una voz insignificante para tal compromiso. Pues bien, en directo fue peor aún: no se la oía nada, una voz pequeñísima, sin proyección, la coloratura cogida con miedo e inaudible en los dúos... Yo ya me imaginaba que algún pez gordo la había colocado ahí, porque el Festival Internacional de Santander (FIS) cuida mucho los cantantes que contrata, y esto no era normal. Sé que sopranos como Rocío Ignacio la colocan también por los teatros españoles, pero no conocía el enchufe de esta. Pues ya lo averigüé con la colaboración de Piccolo: parece ser la hija de Roberto Scandiuzzi.

El tenor Shalva Mukeria recortó todos los agudos (algo inexplicable viendo su registro) y cantó todo plano e insulso. No me explico cómo puede haber triunfado con la Gruberova en los Puritani de Viena.

Sólo Roberto Scandiuzzi con su vozarrón llenó el teatro, cantó un Vi Ravisso con unos graves preciosos y profundos, y se llevó lógicamente la mayor ovación.

La puesta en escena de Hugo de Ana dentro de su clasicismo y corrección no aportaba nada nuevo.

Y para colmo me tocaron dos viejas parlanchinas al lado. Y para recolmo, se estropearon los subtítulos en el primer acto, por lo que las urracas parlanchinas hablaban aún más para saber qué estaba pasando.

Un desaguisado total. Después de escuchar las grabaciones de Sutherland/Pavarotti, Scotto/Kraus, Callas/Monti o Gruberova/Bros, escuchas lo de ayer y se te queda una cara de tonto...

entonces para cuando dices que le dedicas el mes a la tal Diletta Rizzo-Marin???

Pues vaya faena pagar por algo así sinceramente...

Dímelo a mí, que tengo entradas para mañana.

y cuantas? precios negociables?

Sólo dos.
Voy con un amiguete, pero voy.
Además, si las críticas son malas no te haces muchas ilusiones.
Hay ocasiones en que esperas más de una representación y sales defraudado.
En fin, ya os contaré.

[quote="Raúl Lanza"]Debo decir que de todas las funciones a las que he asistido en el Palacio de Festivales de Santander, ayer vi la peor musicalmente con diferencia, y eso que he visto algunas pifias considerables: a J. Sempere olvidando la letra de la Donna è Mobile, los agudos imposibles del bajo M. A. Zapater, etc. Vimos Piccolo y un servidor como se puede destrozar una obra tan viva, brillante, lírica y dinámica como La Sonnambula de Bellini en el Palacio de Festivales de Santander.

En primer lugar, Ottavio Marino tenía una batuta que le debía pesar una tonelada, porque la movió lenta, lenta, lenta. Se cargó toda la vitalidad de la partitura con no sé qué finalidad. Los cantantes parecían aburrirse hasta que llegaba el siguiente compás.

yo me desesperaría y peor cuando algunos directores q tapan a todos los cantantes y no se les escucha nada!.

Hombre es que si cantas un wagner si no se te oye pues dejas de cantarlo por que no es lo tuyo
Pero si no se te oye en bel canto, que la musica está para apoyarte y ayudarte y para que te columpies sobre ella, es que eso ya clama al cielo

No, es q algunos directores no saben trabajar con cantantes.

Sobre el papel no se podía augurar precisamente un éxito. El cartel de jóvenes desconocidos junto al consagrado Roberto Scandiuzzi daba que pensar. No hace falta meterse en cuentas para entender que el dinero no da para todo, y que cuando se hace un desembolso importante por un lado es necesario recortar por el otro. En este caso se recortó por todo lo que no fue él.

Y así salieron las cosas. Una Sonnambula para el olvido, o para el recuerdo de las malas noches, como se quiera. Clamoroso error de reparto (¿imposición?) el de Diletta Rizzo Marin, hija de Scandiuzzi, para protagonizar una ópera que pide a gritos una soprano lírico-ligera y no una soubrette insegura, sin volúmen y a medio hacer. Cantar con gusto no es suficiente mérito para tener el lujo de protagonizar a los veintitrés años, a menos que lo hagas junto a tu padre. El bajo italiano ofreció la mejor voz con mucho, recreando un Conde Rodolfo inteligente y honrado, aunque algo seco y corto de lirismo al abordar su gran aria. Tampoco convenció la inversión de la noche. Muy decepcionante la actuación del joven Shalva Mukeria, del que no se esperaba una gran línea pero sí agudos para dar y tomar. Finalmente nos quedamos sin una cosa y sin la otra. Agudos esquivados en su primer dúo, interpretación plana, frases acortadas y muchos problemas de afinación en sus últimas escenas. Un futuro a la vista muy distinto del que se pudo ver en su Duque de Mantua de Bilbao el pasado octubre. Cerraba el cuarteto una desenvuelta y acertada Sandra Pastrana, que gustó hasta que llegó su momento más comprometido en el último acto, coronado con sobreagudos tirantes y víctimas del falsete. Tampoco levantó el vuelo la labor de los comprimarios, con una Marina Pardo al frente que parece empeñada en seguir los dictados lingüísticos de la Sutherland.

La noche tampoco estuvo a la altura en lo que a dirección se refiere. La propuesta escénica de Hugo de Ana no hizo sino repetir la eterna fórmula de la colina verde y el camisón blanco, esta vez acompañados por un vestuario general muy duro a la vista y un trabajo de iluminación de lo más rutinario. Dirección escénica en la misma línea: conservadora y sin originalidad, limitando la labor del coro a mantenerse al fondo y dejar que todo ocurra. Tampoco fue la mejor noche del Coro Intermezzo, aunque ni ellos ni la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias podrían estar muy motivados a las órdenes de un maestro como Ottavio Marino, empeñado en frenar el dinamismo de esta ópera con tiempos lentos e injustificados. Un broche de oro para una noche en la que todo salió mal y nada fue por casualidad.

Pues vaya....

El FIS siempre se ha inagurado con una ópera de nombre, y que suele tener mucho éxito por su reparto y producción.

Se oye a la gente decir maravillas de aquella Aida de hace unos años, y la Traviata del año pasado con Vassileva y Aronica tampoco estuvo mal.

Esperemos que la Tosca sea mejor.

Saludos!!

Ah non credea ascoltarti

así, así... con animos!

Durante mas de una decada fui a la opera del FIS pero ya me retire hara unos tres o cuatro anhos. La relacion precio-calidad artistica no se justificaba.

Crítica de Ricardo Hontañón en El diario montañés:

http://www.eldiariomontanes.es/prensa/2 ... 70803.html

Cito lo mejor:

"producción con la que brillantemente se inauguró el pasado miércoles la 56 edición del Festival Internacional de Santander"

"El bello timbre de Diletta Rizzo Marin, su agilidad en los registros y su rica matización, así como sus acertados filados, lograron que pudiéramos tener todos una 'Sonnambula' de postín como referencia de un reparto que estuvo a la altura de las circunstancias."

"Pero si en lo musical todo funcionó, creo que ha sido un lujo recibir en Santander a esta magnífica producción de la Fundación de la Arena de Verona presentando este emblemático título del belcantismo italiano en toda su verdad y su pureza gracias a una sabia escenografía de Hugo de Ana quien captó la ópera en toda su esencia. Fue un festín visual en el que cada cuadro está cargado de sugerencias, reforzadas por una iluminación que se maneja con finura"

"Todo el movimiento escénico fue un alarde puntillista, en el que en algunos momentos parecía que estábamos contemplando lo mejor de la pintura flamenca, escuchando una ópera en la que su poder melódico también impuso su brillantez."