Y por fin había llegado el día que tanto esperaba, asistir a la representación de “Manon Lescaut” una de mís óperas favoritas, la segunda que escuché y grabé y quizás la ópera que más haya escuchado durante este verano y último trimestre del año.
La ilusión era grande y las expectativas también, pero, tengo comprobado que cuando vas a una representación muy motivada, siempre hay algo que falla y no sé cómo siempre acabas obteniendo menos de lo que has estado esperando. A veces hay algo que te hace tanta ilusión que de tanto soñarlo y repetirlo, te haces una idea de cómo será, y cuando finalmente realizas tu sueño, te llevas un chasco porque no es como habías pensado, o deseado que fuera.
La función de ayer, excepto los cantantes, a Guleghina ya le había escuchado su “peculiar” Manon, lo tenía todo para ser una tarde redonda, única: localidades, ópera, puesta en escena, en fin todo, pero los cantantes me dejaron un mal sabor de boca.
Que sea o no muy crítica, no puedo evitarlo, ni yo ni nadie, puesto que todos tenemos nuestra idea de cómo se debería interpretar, en este caso, “Manon Lescaut”, y todos tenemos nuestras versiones de referencia, pero, aún así, intento ir al teatro y concentrarme en las voces que estoy escuchando, y ayer tarde no pude.
Si siempre que escribo algo acerca de las representaciones a las que asisto, arremeto sin piedad contra la puesta en escena, en esta ocasión debo decir, ¡grácias a Dios que nos han hecho una producción clásica!
La cineasta Liliana Cavani supo, con los elementos justos y sin exceso de recargar la escena, dar el efecto óptico deseado por el público, que no era otro que ver “Manon Lescaut” en la época que transcorre.
Más sencillos los actos 1º y 4º, un poco más de material en el segundo ya que nos situa en las habitaciones de Manon en el palacio de Geronte, y el 3º acto escenográficamente es el que me gustó menos, muy oscuro, y excepto desde la platea, no se veía bien la escenografía, que dejaba adivinar la escalera que conduce al barco, pero la prisión no se veía.
Sin ser la puesta en escena de la Manon de mí vida, y aunque me siga quedando con mi Manon del Covent Garden con Kiri y Domingo, no tengo nada que objetarle.
Vestuario más que correcto, quizás para mí gusto, Manon va menos elegante en el segundo acto que en el primero, cuando tendría que ser al revés, pero a pesar de todo era Manon.
El teatro lleno a rebosar, la batuta del director Renato Palumbo se alzó bien, con buenos detalles en la orquesta que a veces en las grabaciones se hacen inapreciables, pero a lo largo de la representación la cosa no acabó de ir por buen camino, hubo algún momento de cambio brusco en el tiempo y la densa orquestación de Puccini, fue no densa en sus manos, densísima, los cantantes tenían que luchar con un ejército de músicos que ningún favor les hacía a las voces.
No creo que lo mejor, o una de las mejores cosas de estas representaciones, tal como he leído en el foro, sea precisamente la dirección de Palumbo. Yo no puedo hablar mucho de este tema porque es algo que desconozco por completo, pero, faltó sutilidad en las escenas más líricas, y aunque el “intermezzo” fue de lo mejor que escuchamos en la tarde, faltó un poco de brío y de arrastre para hacer notar las partes que aluden a Manon y a Des Grieux, pero, repito, estuvo en este pasaje bastante bien.
Me gustó mucho la labor del coro tanto en el primer acto como en el tercero en el fantástico e inquietante concertante. Hubo detalles de calidad, como cuando en el primer acto se acercan a Des Grieux junto con Edmondo y casi le susurran al oído “La tua ventura ei si rassicura”.
Empezamos por Edmondo intepretado por el tenor madrileño, Israel Lozano. Tiene poco papel, pero la voz no me disgustó, tuvo su buen momento y para mí fue vocalmente de lo mejorcito de la tarde, además, artísticamente estuvo siempre en su lugar, fue Edmondo desde principio a fin. Voz bien timbrada, aunque adoleció, no por su culpa, de no oírse con mucha precisión por lo forte que tocaba la orquesta.
El caso de Des Grieux es algo sorprendente. Hugh Smith, sustituía al anunciado Sergei Larin. En el programa informa que este tenor americano ha ganado entre otros la Competición Internacional de Voces Luciano Pavarotti y la Metropolitan National Auditions, además ha actuado en los teatros más prestigiosos, entre ellos la Ópera de París o el Metropolitan.
Ante tal presentación la expectativa es grande, y la verdad, grande sí que era. Bromas a parte que no tienen nada que ver con su actuación vocal, cuando salió al escenario me pareció que era un gigante, si, si, un gigante!
Vocalmente es otro cantar, cataba empujando todo el rato, la voz no era bonita, pero en cambio cuando aseguraba el agudo, éste salía, pero vaya… Yo le conté 4 burbujas (gallos no fueron) pero no se libró de algunos “buuuuuuussssss”, falta de respecto por parte de estos seguidores, pero allí quedaron.
Inexpresivo en fraseo, malo en dicción y con tendencia a abrir algunas vocales, nos brindó un Des Grieux que careció de todo lo que requiere Des Grieux: inocencia, pasión, éxtasis, desesperación y miedo.
A nivel artístico…poca cosa hacía, no se movía, cantando todo el rato mirando hacia el director. ¿Se había enamorado de Renato Palumbo, quizás…? En fin… y digo yo que no había otro tenor en el panorama operístico para echar un cable al Liceu??? Y luego me quejo de Cura…que sin gustarme, hizo almenos un Des Grieux más creíble.
María Guleghina que hacía el papel protagonista, dudo yo que Manon sea un ròle adecuado a su vocalidad, ella que está acostumbrada a sacar un chorro de voz que no se acaba, contrarrastaba un poco con este personaje que requiere más refinamiento que volumen, pienso.
Para ella la gloria de la tarde, entre tanto desastre, pues fue la que realmente estuvo mejor, pero creo que hace un papel un poco diferente de otras Manons que haya visto, su Manon es más vulgar artísiticamente, no es tan refinada, se muestra como es en todo momento, alguien que vive forzada en una vida que no le va en absoluto, está desencajada en el mundo donde vive.
Vocalmente tuvo la generosidad de no “gritar” mucho, porque la Guleghina grita, y muchas veces para contener esos arrebatos colocaba pianos que se notaban forzados, que nada tienen que ver con su estilo más visceral que de efecto precisosista.
Vale decir que fue la única voz que no se vio ahogada por la orquesta, porque de volumen iba, y va sobrada. Pero el volumen no lo es todo para cantar.
Discreto el Lescaut de Robert Bork en la que no sacó partido suficiente a su corta aria del segundo acto “Una casetta angusta”, como también discreto el Geronte de Enric Serra, aunque a nivel de característico estuvo más que correcto.
De gran musicalidad la intervención de Agata Bienkowska como músico y fantástico el acompañamiento del coro madrigal. René Kollo en el maestro de baile estupendo así como la intervención de Josep Ruiz como farolero.
En definitiva, en vistas la tarde de ayer, necesito una dosis de Manon covengardense, pero ya!, urgente!!!!!!
brunilda
_________________ http://ecosidolceilsuondellasuavoce.blogspot.com/
|