Simon Boccanegra — Luca Salsi
Jacopo Fiesco — Ain Anger
Paolo Albiani — Roberto de Candia
Pietro — Andrea Pellegrini
Amelia (Maria) — Eleonora Buratto
Gabriele Adorno — Charles Castronovo

Director de orquesta — Lorenzo Viotti
Dirección escénica y escenografía — Daniele Abbado



Me ha gustado mucho esta propuesta de La Scala, tanto desde el punto de vista musical como escénico, de una ópera que para mi es de las más bellas escritas por Verdi. Aunque fue un fracaso total en su estreno en Venecia en 1857, la revisó muchos años después, reestrenándose en Milán en 1881, esta vez con mayor fortuna para el compositor.

Justamente lo que la hizo fracasar es lo que a mi me atrae de esta obra. Es cierto que el argumento resulta bastante embarullado y el libreto de Piave, posteriormente reescribo por Boito, no deja demasiado claros los saltos de tiempo ni la extraña desaparición y reaparición de Amelia/Maria en la ya de por sí oscura trama de una guerra por el poder entre nobles y plebeyos en la República de Génova, ambiente donde Verdi sitúa el drama familiar basado en la obra del español Antonio García Gutiérrez.

Su argumento complicado y la pulsión triste, sombría y melancólica que atraviesa toda la obra , la línea musical muchas veces más declamada que cantada, llena de recitativos acompañados, las pocas concesiones al melodismo fácil……, todo ello constituyó algo a lo que los espectadores no estaban acostumbrados y que rechazaron por esos motivos.

Pero lo que para mi la hace muy interesante es que se nota que Verdi está buscando un nuevo lenguaje musical, no siendo esta una ópera de números cerrados y usando la orquesta__que encuentra una voz propia y no de simple acompañamiento de las voces__ a modo de puntos suspensivos, o de enlace entre situaciones o escenas, dándole al conjunto una continuidad que me hace pensar que estamos ante algo novedoso (como, salvando todas las distancias, me lo hace pensar “Idomeneo” de Mozart), más teniendo en cuenta que “Trovatore” es solo 4 años anterior, y el año siguiente compondrá “Ballo in maschera”, ambas bastante más convencionales a mi parecer.

En realidad contiene sólo 3 arias como tales; todo lo demás es como en modo conversación, o arioso, donde caben dúos, trios, concertantes, y donde muchas veces la orquesta se desliga de ser un simple acompañamiento para tener, como he dicho, su propio protagonismo, formando parte de largas frases que empiezan los cantantes y que la orquesta puntúa, subraya o hace que se dé paso a la siguiente. Así, Viotti supo sacarle muchísimo jugo a frases como la que comienza Fiesco con “Se concedermi vorrai….”, que es continuada por la orquesta alternando con Simon, hasta que la remata Fiesco con “favella” y muere con las cuerdas que Viotti prolongó al máximo para desembocar sin transición en la amarga cantilena en la que se narra la desaparición de Amelia.

En general Viotti dirigió con tiempos y dinámicas muy contrastadas, haciendo uso y abuso del rubato. Está más atento a los detalles que a una visión general de la obra. Habrá a quien pueda disgustar este modo de tocar, e incluso considerarlo algo amanerado. A mi me encantó: un “lacerato spirto” lentísimo sucede un acelerado estallido de la orquesta, el juego de tempi en los trinos y los arpegios de la cuerda que introducen el aria de Amelia, los bellísimos pizzicati que marcan el terceto “Perdon, perdono Amelia…..”, que nunca había escuchado así y que componen una melodía en sí mismos, y en los que un “accellerando” a “rallentando” a capricho ampliaba o encogía el tiempo dotándolo de inusitada flexibilidad.

La orquesta de La Scala suena maravillosamente y ya desde el preludio inicial, ese “tinte oscuro” que no gustó nada al público del estreno, esa música entre siniestra y luminosa que caracteriza a esta obra, quedó perfectamente dibujado por los instrumentistas. Imposible detenerse en la cantidad de detalles, pero a modo de ejemplo, se me quedaron grabados esa especie de gemidos de la cuerda, cuando en su dúo final con Fiesco, canta Simone “Tu piangi” y que me recuerdan tanto a la música de Mad Men (es decir, al revés, naturalmente), para quien conozca la famosa serie de televisión.

Recordaba a Salsi como un cantante mucho más tosco, y me sorprendió su fraseo exquisito y su emisión cuidadísima. Su timbre no es feo, pero ni mucho menos bonito, lo que al final da exactamente igual, porque su acentuación y expresividad son tan convincentes, y la emisión tan cuidada y controlada, que la emoción llega plenamente a través de su interpretación. Hubo muchos buenos momentos, por ejemplo, el final del dúo con Amelia, “padre….figlia…”, emitido en un lento y amplísimo crescendo, para rematarlo Salsi con un “Figlia…” en un prolongado y soberbio falsete apianado y morente; el feroz “Plebe, patrizi, popolo” al que sigue un “Piango su voi, sul placido” donde lució unas delicadas medias voces y unos majestuosos legato y messa di voce. Estuvo conmovedor y pródigo en todo tipo de matices en su escena final. Gran y merecido aplauso en los saludos.

Iba con mucha expectación a escuchar la Amelia de Eleonora Buratto después de haberle visto una estupenda Suor Angelica en Viena, y aunque cantó muy bien, he de decir que no colmó totalmente mis expectativas. La voz es fresca, timbrada, cargada de reflejos iridiscentes, pero la interpretación adoleció en general de una cierta falta de caracterización que se notó especialmente en el aria. Asímismo tuvo algún que otro agudo, si no estridente, sn embargo sí un pelín forzado, aunque también hubo momentos de gran emotividad, como en el dúo con Simon, y el terceto del último acto, donde su línea de canto flotante hizo maravillas mezclada con la variopinta durección de Viotti.

Charles Castronovo, lo digo directamente, no fue de mi gusto. Tiene un timbre de color oscuro pero resulta un poco mate cuando tiene que apianar o emitir agudos en forte, que le salen un poco trabajosos, y tiene una cierta tendencia al histrionismo vocal y escénico que no me satisfacen, al menos en este papel.

Sin embargo, Roberto De Candia estuvo estupendo en el papel del malvado Paolo; un timbre más redondo, con un buen squillo, y una dicción perfecta acompañada de una intención actoral mucho mas natural hicieron de él un magnífico secundario.

Flojo, por no decir algo peor, el Fiesco de Ain Anger, estridente, forzado, la voz en un estado lamentable para ser tan joven , poco adecuado estilísticamente y muy poco implicado como personaje.

El espectáculo en sí fue correcto y sobrio, aunque la dirección de actores me pareció bastante poco trabajada. La escenografía tuvo momentos bastante poéticos, como la aparición de Amelia bajo un cielo como de algodón negro donde brillaban al fondo unas linternas de colores variados; un poco cursi pero una bonita imagen; igual el momento en que Simon canta “Il mare, il mare…”, alzándose al mismo tiempo un enorme telón rojo que deja a la vista el fondo vacío de la escena que se va iluminando paulatinamente del azul verdoso de la laguna. En general predominó una visión sombría de la historia, con una iluminación igualmente “oscura”, excepto en el cuadro del coro en el que se proclama a Simon como Doge, y en el que aparece de fondo toda la arboladura del buque, bella imagen también, que recordaba vagamente a aquella otra del maravillosamente dirigido montaje de Strehler/Abbado, que, fugaces coincidencias aparte, nada tiene que ver con este.

Bastante logrado la última escena, que en mi percepción está preconizando ya musicalmente al de Aida, donde mientras todos van cantando “Pace, pace”, el reflejo de la luz verdosa del agua se iba oscureciendo hasta casi desaparecer. Viotti prolongó el trémolo todo lo que pudo; todo ello para conseguir un final un poco lóbrego de gran efecto teatral.

el joven Viotti, apenas treintañero , destacado concertador de una notable familia de músicos : hijo del renombrado concertador Marcello Viotti y con una hermana mezzo, Marina Viotti.
Buena saga, los Viotti ( creo que Lorenzo, es titular de la Orquesta del Concertgwow )

La verdad es que puede que prometa, es muy joven aún, pero ya ha sido invitado a tocar con los Berliner, Actualmente es director musical del Muziektheater (De Nederlandse Opera) y de la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos, con la que le escuché un Brahms de gran nivel.

El director actual del Concertgebouw es el jovencísimo y recién nombrado Klaus Mäkelä, a quien le escuché con la orquesta una Tercera de Mahler, me pareció que estaba bastante verde aún para semejante cargo.

Al padre de Lorenzo, Marcello Viotti, fallecido tempranamente a los 50 años, le recuerdo de un estupendo Tancredi que protagonizó nuestra entrañable María Bayo en el teatro del castillo de Schwetzingen, quien por cierto, estuvo espléndida y empezaba ya a descollar por aquella época. Como curiosidad, contar que el maestro Viotti ofreció los dos finales de la ópera, primero el triste, y después, como él mismo dijo en el pequeño "speech" explicativo, el final alternativo, o "happy end".

Al maestro Viotti poco antes de fallecer, lo miré dirigiendo La Juive en el Met con Shicoff.

Por cierto me lo encontré antes en la hoy desaparecida tienda Tower Records que estaba cerca del teatro - él supongo también buscando discos - pero no me animé a importunarlo.

Haber sabido que no estaría luego con nosotros.

La producción de Viena de esta Juive ( de Kramer y Piltz ) que estrenó el propio Shicoff y que luego fue al Met.
Por cierto, el maestro Marcello Viotti, falleció sin haber cumplido todavía los 51 años, durante los ensayos de MANON en la Ópera de Múnich. Creo de una trombosis cerebral fulminante, cayendo sobre el propio escenario.

Espléndida crónica, Sr. Zerbinetto. Da gusto leerle (y mucha envidia, para qué nos vamos a engañar )

Muchas gracias¡¡¡ Me anima usted a seguir compartiendo, que compartir es vivir. Un saludo.