Hilo para ambos conciertos.

Concierto de Sondra Radvanovsky, 6 de enero de 2024.

El año 2024 en el Teatro Real comienza con dos conciertos, de dos de las divas más famosas del momento: Lise Davidsen, y Sondra Radvanovsky, quien trae a Madrid, después de hacerlo en Barcelona y Chicago, su gala de los tres finales de la Trilogía Tudor donizettiana, que es una de las citas más esperadas de la temporada.

Radvanovsky es una de las sopranos más celebradas en Madrid. El verano pasado cantó en El Escorial, pero aún se recuerda su gloriosa serie de funciones de Tosca que dio en 2021 en el Teatro Real, junto a Carlos Álvarez y Jonas Kaufmann, cuando bisó el Vissi d'arte, en unas veladas que ya son calificadas de históricas. En el concierto que nos ocupa, la soprano estadounidense se suma a otras grandes artistas que han cantado en concierto los tres finales de la llamada Trilogía Tudor, tres óperas compuestas por el gran Gaetano Donizetti, uno de los maestros más importantes de la ópera italiana y que junto a Bellini y Rossini, forma el gran trío de la ópera belcantista.

La Trilogía está formada por las óperas Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux, tres óperas con tres reinas como protagonistas: Ana Bolena, María Estuardo de Escocia e Isabel I de Inglaterra. Estas tres obras requieren de una soprano de enjundia, una artista virtuosa capaz de afrontar no sólo la difícil tesitura de cada personaje, sino que también debe, a través de la música, transmitir el pathos trágico de cada una de esas protagonistas, a las que, en la línea de la tradición belcantista, les está reservada una gran escena final complicada de cantar. Grandes sopranos como Leyla Gencer, Montserrat Caballé, Beverly Sills, y en un pasado más reciente Edita Gruberova y Mariella Devia, han dejado en la memoria del público grandes interpretaciones de estos tres personajes. Precisamente en 2018, Mariella Devia interpretó los finales de Stuarda y Bolena en el Teatro Real, en su histórica despedida del público madrileño, además de su también histórico Roberto Devereux en 2015.

Hoy en día, Sondra Radvanovsky es posiblemente la intérprete más distinguida de estas tres difíciles óperas, especialmente Roberto Devereux, en la que ha sido muy aplaudida. Junto a ella, y como ya fuera en Barcelona y Chicago, Riccardo Frizza dirige a la Orquesta del Teatro Real, y un largo elenco la acompaña en cada una de las tres escenas, y el emergente director de escena Rafael R. Villalobos es el encargado del concepto escénico.

Radvanovsky es una de las sopranos más relevantes de la actualidad. Lo es por su poderoso caudal vocal, ya que estamos ante una voz enorme, y su asombrosa técnica, con un legato increíble, sus agudos espectaculares, y su capacidad para alternarlos con pianissimos etéreos. Cierto es que la dicción no es su fuerte, pero su canto entregado y su temperamento escénico suplen esa carencia.

Empezó el concierto con Anna Bolena, de la que dio una versión muy emocionante del aria "Al dolce Guidami", cantado con el alma, con un agudo prístino y un manejo de la coloratura que mantuvo en la cabaletta "Coppia iniqua", donde sorprendió, aunque algún agudo le bailó, y no cerró la obra con sobreagudo.

Lo mejor de la noche fue la siguiente escena, el final de Maria Stuarda, que fue lo que mejor cantó, donde hubo equilibrio de voz y técnica. Ya en la oración, "Deh! Tu di un’umile preghiera", sorprendió con un prolongadísimo agudo, junto al coro, que podía oírse pese a no emitirse a plena voz. En la cabaletta final "Ah se un giorno", sorprendió por cantar en forte la famosa frase il flagello di un dio punitor, cuando cinco años atrás Devia lo hizo en piano, pero igualmente emocionante, y cerrando la escena, esta vez sí, con un sobreagudo.

La parte final del concierto fue el final de Roberto Devereux, ópera que cantó en el Metropolitan Opera en 2016, en la que, como animal escénico que es, hizo su entrada andando con bastón, recreando a la reina Isabel I de Inglaterra en su ancianidad. Impactante la frase Ahi, crudo, arresta, pronunciada con desgarro antes de cantar la bellísima aria "Vivi ingrato", que cantó maravillosamente, y de nuevo demostrando su técnica en la frase "La regina d'Inghilterra ho veduto lagrimar", en la que pasó de un agudo apoteósico a un grave (en su caso más bien declamado) desgarrador, para terminar en un agudo que muestra su legato, yendo de piano a forte. La cabaletta final, Quel Sangue Versato, una de las páginas más inspiradas que jamás salieran de la pluma de Donizetti, la terminó con un espectacular y prolongado sobreagudo final.


El maestro Riccardo Frizza ha dirigido la Orquesta del Teatro Real de forma excelente, haciendo que sus instrumentos sonasen con vigor, y además se adaptasen a la agilidad de la música belcantista, haciendo que esta suene dramática y majestuosa. Las oberturas de cada una de estas tres óperas fueron excelentes, las cuerdas brillaron en la de Anna Bolena, y el oboe en el Al dolce guidami sonó espléndido. El conjunto fue a más, y por ejemplo en la obertura de Roberto Devereux la interpretación fue brillante. El Coro del Real estuvo a un nivel excelente, con las voces femeninas excelentes en la primera intervención en Anna Bolena, y también en Roberto Devereux.

De los demás solistas, destacó Fabián Lara en Maria Stuarda, con un vigoroso canto. Gemma Coma-Alabert también se lució en sus escenas en Bolena y Devereux, del mismo modo que Carlos Pachon en esta última.

El montaje de Rafael R. Villalobos tiene un interesante concepto escénico. Durante las oberturas, se proyecta el nombre de cada reina, Anna, Maria y Elisabetta, y luego aparece un primer plano de Radvanovsky, con diferente expresión, doliente, para cada reina. Radvanovsky lleva tres vestidos distintos: uno rojo para Bolena, otro verde para Stuarda y otro blanco para Devereux. Primero aparece el coro, luego aparece la reina de turno, y se adentra en el escenario. La iluminación es un acierto, y durante el momento central de la plegaria de Stuarda, el famoso cielo de Jaume Plensa ideado para esta temporada, se ilumina en la lámpara central, así como levemente la sala, en ese momento cumbre.

El público, entregado a más no poder, se emocionó, vibró y aplaudió con cada obra y le dio a Radvanovsky una ovación atronadora, premiando así a una de sus divas más queridas. Una noche que muchos nunca olvidarán.

Me alegro de que lo disfrutara. Yo, en cambio, me fui a mi casa bastante traumatizada de ver el declive de esta cantante a la que tanto admiro.

Con excepción de la escena de Devereux, el resto estuvo desafinado, plagado de ataques sin apoyo, los agudos forzados, sonar sonaban pero no bien, el legato yo no lo vi ni las agilidades tampoco.

Creo que cuando una cantante que es tan grande sabe que no está para cantar determinados papeles, debe retirarlos de su repertorio aunque se los pidan los teatros o incluso el público.

Me aflige escribir esto con lo que yo he disfrutado con esta gran soprano.

Ya hace un par de años o tres, cantó en el Liceo los tres finales de la Trilogía Tudor y entonces estuvo francamente bien en la Stuarda y la Elizabetta, no en la Bolena .
Me imagino que su vibrato habitual en la emisión , con la edad ha incluso en aumento, ¿ es así?

Además viene de cantar funciones de Turandot en Nápoles con el ínclito Eyvazov

Más o menos de un año hasta aquí (desde el Macbeth del Liceu) cada vez me molesta más su articulación deficiente del italiano al cantar. Como supongo que siempre habrá pronunciado igual, supongo que ahora me molestará más porque estará cantando peor. En el streaming de la Turandot de Nápoles tuvo problemas de afinación y ataques bastante notorios. Son muchos años de carrera, la he escuchado mucho y creo que empieza a estar tocada. Pero debe ser reciente, la última vez que la vi en directo (2021) todavía cantaba muy bien. Ahora creo que ya no es así. Lo saca porque tiene un vozarrón y carisma en un mundo cada vez más carente de ello; pero creo que el declive está sucediendo, objetivamente.

En mi caso, he disfrutado mucho técnicamente de la Sondra a la que he escuchado numerosas veces en repertorios italiano, freancés y checo. A mi lo único que me ha gustado menos ( o incluso hasta molestado algo a veces ), no es la dicción idiomatica en sí, sino su emisión con exceso de vibrato ( a veces, hasta cierto caprineo ) .

Nunca hubiera pensado que alguien pudiera calificar de declive traumatizante el estado vocal de Radvanovsky, francamente.
La americana cuenta ya con 55 primaveras, muchísimos años de carrera, y frecuenta últimamente lo más duro del repertorio italiano, así que evidentemente la voz no puede ser la misma de hace 20 años.
Pero sigue siendo, con sus cosas, un auténtico portento vocal cuyas hazañas están al alcance de casi ninguna hoy en día. Como tampoco está al alcance de ninguna atreverse con estos tres miuras del bel canto en una misma velada, y sin descanso entre ellos.
Dificilísima es la escena final de la Bolena, que llega tras una noche agotadora para la soprano, pero más difícil aún es salir a cantarla en frío. Nada, aquí llega ella y sin más nos suelta un do squillante y monumental en el infiorato, para ir abriendo boca.
Es bien conocida la facilidad con la que la cantante pliega su vozarrón en los más delicados filados, y así la cantilena estuvo muy bien expuesta, y adecuadamente transmitida la nostalgia por el amor de juventud perdido.
Con la cabaletta llegó el único momento comprometido de la noche, pues una inoportuna flema le hizo rascar ligeramente un par de notas, y sensatamente evitó irse al sobreagudo.
Bellísima la preghiera, con una excelente intervención del coro, y repitiendo el alarde Caballé de prolongar ese Sol con un solo fiato. También a gran nivel la cabaletta conclusiva, bien resuelta la coloratura nerviosa, y ahora sí con sobreagudo final.
Pero donde destapó sin duda el tarro de las esencias fue en el Devereux, con una lectura espléndida del vivi, ingrato, (doble regulador en el recitativo), y una emocionante cabaletta, con audaces filados y efectistas graves de pecho, rematada con un re natural de aúpa. el teatro se vino abajo.
Vale, que ya conocemos sus defectos. Su italiano es imposible, el timbre no es muy atractivo, algún agudo atacado en intervalo complicado se va cerca del grito, y cuando mete pecho el grave es de dudoso gusto, pero en estos tiempos de mini voces que no proyectan, y que carecen del respaldo técnico imprescindible, que me den muchas Radvanovskys en "declive traumático". Ole.
Porque, además, la de Illinois es cantante vivida y experimentada, y sabe transmitir y emocionar, y esto me lleva, aunque no quería hacerlo, a comparar su recital con el de Lise Davidsen de hoy.
Aunque sí viene a cuento porque ambos recitales han ido en noches consecutivas, y porque ambas sopranos muestran una tipología vocal similar.
2 voces de lírico spinto que comparten extensión, ductilidad, gran volumen, metal riquísimo arriba ( a veces en exceso, las dos), centro algo gutural que las aleja un tanto del sopranismo spinto taliano, y técnicas sobresalientes que les permiten moldear el sonido a su antojo.
Evidentemente el timbre de Davidsen es mucho mas lozano, y sin embargo, rayando ambas a altísimo nivel vocal, a mí me ha llegado mucho más la americana, precisamente por su capacidad de emocionar.
También ayuda en el caso de las tres reinas una escenificación inteligente, con sólo una buena iluminación, un adecuado juego teatral, y algún detalle aquí y allá para crear un gran espectáculo. Frente al consabido recital obertura-aria-obertura, hilado sin mucho criterio, y creo que en la parte Verdi, en orden incorrecto.
Tampoco me pareció justo para la soprano noruega hacerla competir con una orquesta de Strauss a pleno rendimiento, hay que llegar a un compromiso. Es cierto que estos pentagramas tienen su punto salvaje, pero o bajamos a la orquesta al foso, o nos relajamos un poco con el volumen, porque no hay voz, ni siquiera una atronadora como la de Davidsen, que pueda competir con esta muralla sonora. que resultó tapada en muchos momentos en la escena final de Salomé. Magníficamente cantada, por cierto, cuando se oía.
En cualquier caso, éxito enorme para las dos y veladas más que disfrutables para los aficionados.

Aún impactada por el maravilloso recital de Davidsen de ayer y a vuelapluma:

Con respecto a Radvanovsky creo que en esos momentos cruciales de su carrera es donde un cantante debe demostrar más inteligencia y sobreponerse a los jaleos del público y a su propia vanidad para decidir qué broche quiere poner a su magnífica carrera.

Donizetti no es ese circo y Sondra debe saberlo, que el adefesio que cantó de Bolena, sin asomo de trinos, ni las escalas ni nada de lo que tiene que haber no es de recibo.

Y si tardas más de una hora en templar la voz, de forma que lo único que por fin sonó afinado en toda la noche fue el Devereux pues es el momento de plantearte que no estás para meterte en esos fregaos y que no hay disculpa que valga puesto que tú solita eres quien has decidido enfrentarte a
esos miuras.

El sobreagudo fue malo, los filados no los de antaño, las agilidades brillaron por su ausencia, pero por encima de todo y aun por encima de una dicción de dentadura postiza, no se puede solucionar a base de un pepinazo aquí y otro allá esa inseguridad en el ataque de cada frase, la afinación caída permanentemente. Yo no sé qué repertorio es el más adecuado para ella en este momento pero este es especialmente puñetero delatando este tipo de carencias.

Sé que no me leerá pero si lo hiciera me gustaría pedirle que se replanteara este camino.

Volviendo a Davidsen, que está en un momento tan dulce de su carrera, pues también le deseo inteligencia y mucho éxito. No solo tiene una voz espectacular sino que, por encima de todo, canta de forma magistral. Yo también habría cambiado el orden de la primera parte (y el de los bises) porque aún tiene cosas que perfeccionar y el pianísimo conclusivo del Ave Maria no fue su mejor baza de la noche. Espectacular Salomé y el Pace de Forza. Por cierto me ha dicho un pajarito que cantará Forza en el Real.

Pues no especialmente, pero a decir verdad, como había otras cosas más alarmantes, no me fijé.

Pues yo me lo pasé muy bien con la Radvanovsky, más aun cuando la cosa fue sólo 4 días después de haber presenciado un Rigoletto letárgico en el que mediocridades fueron braveadas como divos de vieja escuela e incluso el nuevo "wonder boy" easotarra no estuvo precisamente brillante. Seguramente las críticas a la canadiense que hacen foreros/as con más conocimiento son certeras, pero al menos voz haberla "habíala". Lo dicho, que disfruté la noche en el teatro y también mucho el "after ópera" en el bar de en frente con un buen número de doctos aficionados.

Me gustaría destacar el acertado trabajo del forero emérito Villalobos. Su "propuesta escénica" mínima (más que minimalista) y muy elegante me pareció perfecta para el espectáculo que se presentaba. Fue aplaudido en su saludo al respetable.

Pues yo he asistido tanto al recital de Sondra como al de Lise y me encantaron ambos.

En cuanto a Sondra, cuando una voz de su tamaño y poderío aborda Bel Canto, no le voy a exigir que cante con las mismas armas que lo ha hecho en el pasado reciente Mariella Devia. Una lírica ligera podrá hacer trinos y sobreagudos de otra manera a como los puede abordar una spinto. Por otra parte, salvo Devia y Gruberova, en el pasado reciente, las lírico ligeras actuales, ni tienen la técnica de las anteriores y, además, con voces de poco peso, no consiguen dar un relieve dramático como sí consiguió la soprano norteamericana.

Radvanosky no está ya en su momento de plenitud, y quizás en el registro grave se nota más que en el agudo, pues algunas frases de la franja grave me sonaron poco atractivas; puede que por ello esté abordando Turandot, al no importarle ya el peaje que supone para su voz en este tramo de su carrera. Y lógicamente eso se va a notar al abordar el Bel Canto. En el recital que dio este verano en El Escorial, cuando abordó el Piangeró la sorte mía, la voz no fluía de la misma manera que lo haría una soprano barroca al uso hoy en día, y se le atragantaron las agilidades, pero nos dejó boquiabiertos con la messa di voce del comienzo del Pace, verdaderamente de reclinatorio, y las regulaciones en la Adriana para qué hablar.

En definitiva, Sondra, con las imperfecciones que se quiera, tiene armas que no tiene el resto de cantantes que hoy en día abordan el repertorio belcantista, y un instinto dramático y una personalidad escénica que nos dejaron subyugados a la mayoría del público que asistimos al concierto. Por ello, a pesar del desgaste inevitable y de los puntos débiles, es una soprano que sigue teniendo muchísimo que ofrecer.

Que con la voz en frío se atreva con la gran escena de Anna Bolena y se permita un muy meritorio ascenso al agudo al poco de empezar es algo que no está al alcance de cualquiera. Y aunque al rematar la cabaletta no se fue al sobreagudo no escrito, hay voces con mucho menos peso y tamaño que la suya (sin ir más lejos la notable Burato en Les Arts) que tampoco lo han hecho. Por otra parte, su conocido vibrato está mucho más controlado y suavizado, de manera que no resulta molesto. En el Rigoletto reciente he escuchado a alguna soprano mucho más joven y de proyección internacional con un vibrato en el registro agudo francamente notorio. Y tiene mérito que Radvanosky, después de cantar papeles tan duros, lo mantenga a raya.

En definitiva, a mí me resulta muy placentero escuchar el Bel Canto con una voz de peso, y que interpreta con una convicción dramática extraordinaria, con un registro agudo que impresiona para una voz de su tamaño, y con una capacidad de regular la voz asombrosa. En la plegaria de la Stuarda mostró también un fiato y unas dinámicas impresionantes. Y su Devereux me pareció francamente emocionante ¿Cuántas sopranos con la cuarta parte de voz de Sondra se atreverían a rematar con el sobreagudo no escrito conclusivo como sí hizo ella?

En cuanto a Davidsen, así mismo me encantó. Se nota que la técnica va mejorando y que cada vez regula la voz mejor. En el Pace, pace mio dio, con la voz fría, me sonó todo un tanto metálico y poco italiano. Quizás sea un aria que a ella le venga bien para calentar la voz, pero creo que le luciría más si la cantase no tan al principio. Su Ave María me subyugó; esta pieza hace años me aburría soberanamente y ahora me encanta, sobre todo cuando está tan bien cantada. Davidsen no va a poder cantarla como una soprano lírica italiana al uso, pero lo que consigue con su maravillosa voz me parece impresionante y sus pianos y regulaciones para una voz de semejante tamaño son muy meritorias. Y la escena final de Salomé fue la repanocha!!

El segmento de La Forza me imagino que lo anda calentando, pues en el MET cantará dentro de pocas semanas el papel completo.

Hola a todos y Feliz Año.

Coincido totalmente con Nacho en lo de Radvanovsky. Se marcó una ópera entera de tres actos peliagudos ella solita, consiguiendo momentos muy memorables. Ahora, si bien cada cual va al teatro con sus propias expectativas, yo en vez de ir al teatro a criticar, buscar fallos y comparar con divos del pasado intento ir a disfrutar. Y más cuando sabes lo que vas a ver: a una soprano spinto en su madurez. Yo no esperaba gorjeos y trinos sino intensidad y dramatismo. Como le decía a un amigo coreuta: no me escucharía el audio pero con gusto volvería a verlo en vídeo. Fue todo un espectáculo.

Y ahora me pongo en plan abuelo cebolleta: la primera vez que escuché a Sondra fue en el Cyrano Bergerac de Valencia de 2007 con Plácido Domingo sin saber previamente nada de ella. Me parece que estaba prevista Arteta, pero no me hagáis mucho caso, la memoria falla. Y me dije: joder qué buena es esta mujer, a ver si la puedo ver más. Y hubo que esperar 4 añitos hasta la Tosca de Espert.

A destacar la puesta en escena de Villalobos, yo esperaba un recital al uso y me encontré con una auténtica dramatización. Un panel, dos gasas e iluminación. Y no hace falta más. Acordaos de la última Bolena en el Liceo, que parecía un centro de convenciones de la Fira.

A Lise Davidsen no pude ir por motivos familiares pero me hubiera gustado.

Saludos mil antes de empezar y al salir, porque en los turnos de abono nos desperdigamos, pero a los recitales vamos casi todos. Encantado como siempre de saludar al Parsi (y su numeroso grupo) pero repito: fuera de las redes tengo nombre, eh. Mil perdones de nuevo, Alboske, por no quedarme más tiempo a la salida pero me estaban esperando para una cena con el penúltimo roscón lejos de allí. Así que empiezo el año más gordo (aún) pero con las mismas ganas operísticas de siempre.

Lise Davidsen, junto al tenor de moda Di Tommaso ( al que todavía no he escuchado en teatro ), cantan un recital conjunto con pianista, próximo jueves dia 11 en el Liceo. Estoy tentado para ir, ya veremos .

Pues Di Tommaso tendra recital, ballo y Adriana este año en el Liceo, ¿no?