Para mí admirador de Adams, era una cita obligada. Nixon in China, la última gran ópera del siglo XX y Doctor Atomic, le mejor ópera del siglo XXI, hacen que considere a John Adams el mejor compositor vivo. Es solo una opinión subjetiva, claro, aunque sí es objetivo cómo estas dos obras se están afianzando en el repertorio. Baste como ejemplo que durante una nueva producción en Madrid de Nixon in China, se estrenaba una nueva producción paralelamente de la misma obra en París. Y el año que viene veremos otra nueva en Berlín.

Sus últimos trabajos habían estado lejos en inspiración de esas dos obras maestras, por lo tanto debo reconocer que algún recelo tenía y que las expectativas no eran las máximas.

Como resultado global tengo que decir que por ahora me parece lejana en calidad a sus dos grandes obras pero sí me parece interesante y me he quedado ya con ganas de volver a escucharla en disco con más tranquilidad.

Está obra se construye sobre buenos cimientos teatrales aunque he echado de menos en la producción a Peter Sellars, su habitual colaborador. La producción de Elkhanah Pulitzer es correcta pero no extraordinaria, no le van a dar ningún premio. Eso sí está interpretada por buenos cantantes actores y la solidez del drama se consigue.

Musicalmente el mayor atractivo era la propia dirección del compositor, especialmente interesante cuando en su estreno en San Francisco no la hizo como tampoco la va a hacer en su llegada al Met, así que era un tanto de lujo para el Liceu.

Está ópera me parece que tiene una música poco inspirada en sus primeras escenas y sube mucho de nivel a mitad de primer acto, siendo muy impactantes todos los interludios y algunas escenas del segundo acto, especialmente de Antony. Destaca especialmente la pulsión rítmica que es un sello inconfundible de Adams. Muy presente el címbalo húngaro, coloreando todas las partes.

Hubo amplificación como en todas las óperas de Adams. Pero así cómo en Doctor Atomic es fundamental con todos los efectos electrónicos, aquí la música se presenta de una manera más convencional y podría ser más prescindible de primera reflexión, pero realmente es necesaria para los adecuados balances de voces con fuertes instrumentaciones y sobre todo entre familias, dando mucha presencia por ejemplo a las arpas en efectos que sin amplificación serían imposibles. De todas maneras se hizo con mucha sutileza y estoy seguro que muchos asistentes ni se enteraron.

Ahora sigo

Entre los cantantes, todos cumplieron, pero destacó claramente la pareja protagonista, Cleopatra de Julia Bullock, voz carnosa y sensual, salvo en algunos agudos y un Gerald Finley con carácter y poderío que construyó un magnífico Antony.

Esta ópera tiene un gran interés en su elemento teatral, en cómo ver que las tramas de hace más de 2000 años siguen en plena vigencia. Se podría decir que en cuestiones de amor es lógico, ya que la raza humana sigue siendo en sus emociones más primitivas lo mismo, pero incluso en geopolítica los paralelismos con la actualidad son extraordinariamente similares.

De hecho la producción se trasladad a los años 30 del siglo XX. No hace falta aclarar que no es una mamarrachada de la producción sino que el compositor gestó así su ópera, con el ánimo de poner en relieve la atemporalidad de la sicología humana, en todos los ámbitos.

Y los años 30 sirven muy bien para acudir al antiguo Egipto cual producción de Hollywood de la época y para presentar políticamente la aparición de movimientos políticos que traen el desgaste de la democracia y la llegada del Imperio. Creo que también se podría haber llevado a los años 20 del siglo XXI.

Y la ópera trata sobre todo del amor, pero lejos de los amoríos operísticos típicos de jovenzuelos enamorados. Aquí, como sucedió en la realidad, si Antony tenía mas de 40 años, era ya una persona muy madura para la época. Y Cleopatra de la que no se sabe muy bien su edad, pero con un hijo ya bastante mayor, Cesarión, pues se trata de una relación más distinta y compleja, que se rompe en pedazos pero donde termina el amor volviendo a triunfar en la tragedia.

La pena es que no me daba tiempo a combinar con el clásico en directo que tuve que verlo en un hotel pegado al Liceu, hubiese sido la bomba, pero da igual, tarde redonda.

Buena crónica D. Rafa! Trataré de escaparme al Liceo para presenciar una de las dos últimas funciones

Estoy en el extranjero y busco la manera de estar presente en la última función, pero me temo que no va a ser posible.
De todas maneras, no me importa admitir que Nixon in China me resulta una partitura básicamente insoportable

En Barcelona también está la cantante pensada originalmente para Cleopatra, Julia Bullock, que en San Francisco no pudo participar.

A mí esta ópera no me gustó en su estreno en San Francisco, pero creo que puede interesar a las personas más afines a la música de Adams. Desde luego no es un bodrio infumable como Girls of the Golden West.

Espero poder disfrutarla el jueves. Para mí, también, es uno de los dos o tres puntos calientes de la temporada.

Parecer ser que Adams ha revisado la ópera y ha introducido cambios respecto al estreno de San Francisco. Estaría bien saber cuáles son.

A la espera de repetir el jueves, yo diría que Antony & Cleopatra es una ópera más que interesante, con muy buenos momentos (algún dúo, el final del primer acto, los interludios...) pero a la que falta algo. No sé: aquella escena sublime, aquel momento redondo, algo que la haga memorable o que, sin que lo haga, te atrapa. Aun siendo una historia donde la pasión es importante, hay poca pasión y resulta algo distante, casi fría. Es una buena ópera, sí, pero no puede tener el impacto que tuvieron en su momento aquellas de Nixon u Oppenheimer, que marcaron época: por todo, argumento y música, resulta más "normal" y más asimilable, menos rompedora.

Quizás no sea el mejor libreto y acusa la falta de un hombre de teatro como Sellars. Por excelente que sea la obra de Shakespeare y aunque sea una selección del texto, no creo que sea la mejor opción mantenerlo tal cual, sin una mínima adaptación: la música ya suple la carga poética del drama y el conjunto se hace excesivamente retórico y algo largo.

Tampoco sabría decir si Adams es el mejor director para su obra: en algún momento, hubiera agradecido más tensión en la orquesta, por otra parte maravillosamente tratada.

La interpretación, en general, ha sido muy buena: los dos protagonistas son idóneos y tienen voces hermosas. Quizás la voz de Octavio tendría que ser algo más incisiva, con algo más de volumen. Excelentes los secundarios en Charmion, Enobarbo y Agripa. Y la escena está bien: las proyecciones están bien escogidas y se usan con moderación.

El jueves, ya habiéndola visto antes, quizás le encuentre algo más. Pero vamos, que vale la pena asistir: es una buena función y una ópera que puede gustar más o menos, pero que tiene su qué.

Efectivamente, la soprano que cantó y estrenó este rol, fue la conocida Amina Edris, una de las dos Manon liceisticas del pasado mes de Abril/ Mayo.

Y la pobre Antony & Cleopatra del Samuel Barber, que sirviera en su día para abrir una temporada en el MET, olvidada...

Para abrir una temporada, sí, pero la primera de todas las del teatro, ya que fue la obra que inauguró el nuevo Metropolitan, un encargo para la ocasión, en 1966. Fue un fracaso sonado, pero más por una dirección escénica excesiva (Zeffirelli con carta blanca) y los problemas previos con la maquinaria escénica que por la misma obra en sí. Barber revisó la partitura, Menotti modificó el libreto y la reestrenó en 1975 en una producción modesta pero mucho más efectiva y acorde con una música que tiene su fuerte en las escenas más íntimas, no en las de gran espectáculo.

Quizás mereciera una nueva oportunidad, pero el fiasco del estreno la dejó marcada y no parece que haya animado a muchos programadores: solo París (Champs-Elysées), Spoleto (Menotti mediante, claro) y Chicago han hecho la segunda versión, pero hace ya más de treinta años.

Estuve en la función del jueves, 2, y pude cumplir con uno de mis tres grandes objetivos personales de la temporada, a saber, la que nos ocupa, Die ersten Menschen, de Rudi Stephan y Die Passagierin, de Mieczyslaw Weinbergh.

Disfrute mucho. No me pareció larga -su duración es estándar, dos horas y media- y la interpretación tiene su aquel aunque no es rechazable. Tiene su aquel porque en todo momento algunas de las voces llegaron demasiado matizadas, caso de Julia Bullock (Cleopatra) o Paul Appleby (Julio César) mientras que otras (es el caso de Finley) llegaban con claridad.

Dramáticamente hablando el acto II me pareció muy clásico, con la creación de dos cumbres, cada una de ellas con la muerte de cada uno de los protagonistas; eso sí, Adams crea un "falso" final tras la muerte de Marco Antonio y más de uno pensó que ya estaba todo el pescado vendido; de ahí puede venir la percepción de que la obra se alarga innecesariamente pero, ¿qué hacemos con Cleopatra?

Interesante la puesta en escena de Elkhanah Pulitzer con sus ventanitas paralelas para crear distintos escenarios aunque las imágenes proyectadas aportan muy poco; lo que sí permite es la fluidez del espectáculo.

Con las voces, me alegré de poder disfrutar de Gerald Finley en un repertorio en el que es tan habitual y me llamaron la atención las voces recias de Alfred Walker (Enobardo) y Adriana Bignani Lasca (Charmian). Un viaje relámpago que concluyó de la mejor manera posible: paella en Gracia con viejos amigos hechos en este foro, paseo por el barrio gótico y velada operística preciosa. Me encanta Barcelona.

Estupenda crónica querido Le Gouverner, pero en cuanto a la amplificación en esta obra tengo algunas dudas que me gustaría me aclarara… En qué consiste exactamente? Lleva alguno de los
cantantes directamente un micro que amplifica su voz? El coro (si lo hay)? Algunos instrumentos en concreto?

Vaya por delante que no me gusta la amplificación, ni siquiera con la excusa de que la orquestación suena demasiado fuerte… pues si es así que se bajen los decibelios o que canten voces capaces de superarlos puesto que estamos hablando de ópera, no de un musical , y para mi el uso de micro acerca más la obra a lo segundo y la aleja de lo primero.

Me gusta bastante Adams y comparto su gusto por Nixon y el Dr. Envidia no poder asistir a este estreno en Europa!!

Es como usted indica en la pregunta, los cantantes llevan un micro muy disimulado y hay micros en la orquesta y se juega con el balance, es decir, que no es que esté todo amplificado igual, se amplifica mucho más por ejemplo el arpa, consiguiendo efectos y conjunto de sonidos que serían imposibles de conseguir sin amplificar. Wagner construyó su foso para poder ajustar los balances de las diferentes familias orquestales. Adams lo que pretende no es que se oiga más lo que se oye menos, va mucho más allá, busca sonidos diferentes, como el suave cantar de una ligera en una fuerte orquestación wagneriana, o como en momentos de esta ópera un penetrante sonido de arpa en conjunción con familias más potentes. O la presencia notoria del Címbalo Húngaro. Está todo muy medido, no se nota tanto como puede aparentar.

Con lo que juega menos en esta ópera, quizás por la temática clásica, es con los sonidos electrónicos.

No tuve tiempo este verano de comentar el Doctor Atomic de Utrecht, una de las representaciones que más me ha gustado de los últimos años. Era en una nave de grandes dimensiones y el sonido era como un milagro, de una potencia extraordinaria y de una finura sobresaliente. Al principio cuando suena el avión que cae en picado parecía que iba a chocar contra la nave en un momento u otro, y comienza la obertura sobrecogiendo al personal con un sonido más que poderoso. Reconozco que era de los que no daban cabida a los micrófonos dentro de la ópera por eso de la pureza de las voces, pero entendí que estaba equivocado precisamente la primera vez que vi Doctor Atomic en directo. Son apertura de posibilidades.

Como curiosidad esta representación de Utrecht duraba 5 horas y las dos primeras eran conferencias científicas sobre la bomba atómica, paseo por una exposición y restauración de un paisaje de los años 40 en USA, poniendo en ambiente el inicio de la ópera, con música en directo de grupos de la época con sus conjuntos de baile, fue una experiencia realmente novedosa y gratificante. Y la representación fue colosal.

Gracias a todos por las crónicas y sobre todo a M. Le Gouverneur por sus detalladas explicaciones.

Al final espero poder estar presente en la función de clausura. Acontecimiento histórico..
Aunque confieso que hubiera preferido que programaran Written in the skin o L’Amour de loin

2 de las mejores óperas de los últimos 25 años las que indica Trovatore, pero mi consejo es que no vaya al Liceu, está ópera no está a la altura de esas 2 y si no le gustó Nixon in China que sí está a esa altura, ni se acerque a 200 metros a la redonda del Liceu, no le va a gustar nada.