La Gioconda- Saioa Hernández Enzo- Jonas Kaufmann Laura- Agnieszka Rehlis Barnaba- Ludovic Tézier Alvise- Vitalij Kowaljow La Cieca- Deborah Humble
No es La Gioconda una ópera que pierda mucho en versión de concierto; es más, yo creo que no pierde nada, pero eso no deja de ser mi opinión personal. El meollo de esta ópera está en la música, tan rica en su variedad de estilos y numeros de gran calidad, y sobre todo, en conseguir 6 cantantes con el arrebato suficiente para dar vida a personajes tan desmedidos.
Pues casi todo lo consigue esta versión de Sydney, encabezada por la soberbia Gioconda de Saioa Hernández. Pero vamos por partes.
Empezó Kaufmann titubeante, nervioso, con pequeñas roturas de voz (lo que en inglés se define como cracking voice) en bastantes ocasiones; quizás habrá tenido alguna infección, porque también tosió un par de veces. No estoy seguro, pero creo que unas semanas antes de este concierto anunció la posible cancelación de unas actuaciones en Francia.
Aún así, es quien es y fue poco a poco yendo a más hasta coronar su aria, estupendamente cantada, con un “vieni…” proyectadísimo con messa di voce desde el forte a un pianissimo filato audible en toda la sala. La voz no es tan brillante como antes y en ocasiones, quedaba ahogada por el exceso de decibelios que Pinchas Steinberg insufló a la orquesta, especialmente en los coros y los concertantes. Sus capacidades expresivas siguen siendo las mismas, aunque a veces estaba tan atento a no tener problemas con la emisión, que el fraseo perdía algo de naturalidad. Mi impresión, por los comentarios escuchados, es que la audiencia esperaba algo más de una gran estrella de fama mundial.
Correcta Laura de Agnieszka Rehlis , con un bello timbre oscuro, elegante canto , aunque la voz se queda un poco atrás, lo que hace que el texto sea muchas veces ininteligible. Se notó un poco esa falta de arrebato del que hablaba antes, especialmente en el dúo con gioconda y en su famosísima frase “L'amo come il fulgor del creato…..”
Bueno el Alvise de Vitalij Kowaljow, que dotó a su personaje de la dosis justa de cinismo y crueldad que lo caracterizan, soportados por una voz que supo colorear con los necesarios tintes de sadismo en la escena con los invitados.
La australiana Deborah Humble fulanita fue quizás la menos interesante del reparto, cumplió, pero no aprovechó del todo los bellísimos compases que Ponchielli compuso para lucimiento de las cantantes que sepan hacerlo.
Estupendísimo Tezier, probablemente el que más “representó” el papel. La voz, mucho mejor de lo que yo recordaba, corría fenomenalmente por el espacio, y, al contarario que Kaufmann, se olvidó de la emisión perfecta para centrarse en la interpretación. Muy, muy bien.
De Saioa llevo siguiendo su carrera desde que debutó Attila en La Scala; de hecho, desde antes, porque, como a cualquiera que tenga buen oído, ya me había llamado la atención en las cosas que de ella se podían escuchar en YouTube. Yo creo q en este momento está en plena madurez vocal, cada vez más centrada en encontrar un repertorio que la identifique; y una de sus mejores cartas de presentación es precisamente esta ópera, que ha cantado varias veces anteriormente.
Yo pude asistir a una de las representaciones que hizo en La Scala sustituyendo a Sonya Yoncheva en junio del año pasado, donde obtuvo un gran triunfo; pero en esta función de Sydney, a pesar de ser en versión de concierto, o quizás por eso mismo, su prestación vocal fue, a mi modo de escuchar, digna de elevarse al podio de las mejores Giocondas que en el mundo operístico han sido.
La voz ha ganado en firmeza y homogeneidad, el timbre, ya conocido por todo el mundo, es de una belleza descomunal, el volumen, sin ser apabullante, es muy importante y sobre todo, la voz está tan bien proyectada que se oye hasta en los momentos más bombásticos, prodigados en abundancia por el señor Steinberg. La interpretación va ganando cada vez más en expresividad, no solo en este papel, sino en otros, como el Nabucco, en el que desde Dresde a Ginebra hay una progresión geométrica.
Por supuesto su famosa aria fue recibida con tremendo entusiasmo, y yo destacaría además su intervención en el concertante, en el dúo con Laura en el que no sólo estaba “on fire”, sino que cuidó la emisión hasta el extremo, con una finura y precisión que desplegó en toda la ópera, lo que no le impide un canto más dúctil y mórbido cuando la situación lo requiere.
En el cuarto acto, antes de empezar su dúo con Enzo, su frase “Ah Enzo, pietà, pietà di me” concentró en pocos segundos toda la desesperación del personaje, emitida con una belleza sonora de enorme calibre. Antológica. El comienzo del corto recitativo con que comienza su escena final, “Ora posso morir”, fue un prodigio de matizaciones en el fraseo, ejecución prodigiosa de frases en las que alterna su registro de pecho, camino de volverse legendario,con otras de súbita morbidezza y desvalimiento, para terminar con la “il patto mantengo”, cortante y rotundo que da paso al final de la ópera.
La orquesta es muy buena, pero Steiberg tendió muchas veces a la exageración en el volumen, aunque finalmente el resultado dejó la impresión de haber escuchado una ópera verdaderamente “italiana”, cosa que no siempre sucede con algunas ilustres orquestas y directores europeos.
En resumen, una función tremendamnte disfrutable que se puede resumir en una sola frase:
Saioa se los comió a todos con patatas.
|