Capellio- Michele Pertusi
Giulietta- Elsa Dreisig
Romeo- Aigul Akhmetshina
Tebaldo- Giovanni Sala
Lorenzo- Roberto Tagliavini






Sube Giulietta lentamente las escaleras, vestida de rosa, un poco pastel, , un poco pálida, un poco fantasmal…..y así permanece durante casi toda la ópera.
Me ha decepcionado un poco Elsa Dreisig en su composición del personaje, que se le queda un poco lánguido y mortecino, falto de garra.
La voz es de bello timbre, clara y luminosa, volumen suficiente, pero con respecto a la última vez que la escuché el año pasado en Valencia, he notado un cierto vibratillo un pelín caprino que, sin llegar a molestar, no augura lo mejor, ojalá sea algo pasajero. Asímismo, cuando los agudos son en forte, se nota la emisión, no diría yo que forzada, pero sí esforzada.

Aparte del aria, en su otro momento de lucimiento, “Morir io non temo….”, y “O padre mio….”, introduce una ornamentación que a mi no me gustó. Me encanta que los intérpretes hagan variaciones, pero para que sean exitosas tienen que ser de un gusto exquisito y no alejarse demasiado de la línea musical del aria, cosas ambas que a mi modo de ver no se cumplieron. Aún así, es una buena cantante que hace mejor Mozart que Bellini.

El Capellio de Michele Pertusi, con un cierto aire gruñón, estuvo correcto, aunque la voz ha perdido la brillantez de antaño.

Giovanni Sala, el tenor que sustituyó a quien debía haber cantado Tebaldo, el más famoso Pene Pati, aunque dotado de un instrumento menos interesante , salvó su momento estelar a base de una interpretación contenida y elegante, con un buen fraseo y a pesar de no tener un gran volumen, la proyectaba estupendamente su voz, excepto en el endeble registro grave, que afortunadamente, tiene que usar poco.

Tagliavini es un maestro en el arte de defender pequeños papeles como si fueran los protagonistas. Su timbre cálido, un esquilo penetrante, gran presencia, perfecta dicción y expresividad hicieron que los pocos minutos que canta no dejaras de prestarle toda la atención.

Aigul Akhmetshina, la gran triunfadora de la noche, ya deja ver desde su primera intervención su mezzo lírico, aterciopelado y penetrante, de gran volumen, con graves bien apoyados y una zona aguda punzante con algunos sobreagudos interpolados que llegaron hasta la última fila sin problemas.
Su gran escena, con el arioso y el aria final, fueron lo mejor de la noche; mimadísima por Armiliato, que ofreció lo mejor de su dirección en toda esta parte, desplegó todo tipo de recursos expresivos, haciendo perfectamente creíble ese final un poco excesivanente melodramático (a no ser que se cuente con las palabras de Shakespeare, que no es el caso), y metiéndose al público en el bolsillo.
Por ponerle un pero, puede mejorar en la ccomprensión del texto, que a veces queda un poco embarullado, y enturbiado por una cierta tendencia a comerse las “eses”.

Correcta la dirección de Armilianto, con tempi muy animados,siempre bastante atento a los cantantes. La acústica de la Feltsenreitschule hace que a veces tengan demasiada presencia los metales y las maderas pierdan un poco de dulzura. Buenísimos los solos de clarinete y violonchelo del segundo acto.
Por más portentos que hayan hecho los ingenieros de sonido austríacos y alemanes , la acútica de la Feltsen está muy lejos de ser ideal. El coro colocado detrás de la orquesta, a veces parecía que los arcos del fondo se tragaban el sonido, aún cuando se notaba que estaban cantando a toda potencia. Además parece que usan un sistema digital de sonido llamado Vivace, con micrófonos y altavoces estratyégicamente repartidos por toda la sala. No sé yo…..

Absolutamente a seguir Aigul Akhmetshina.

Muy interesante crónica!