No crea, estimado Manrico, el Tribunal de Orden Público entonces le habría propuesto para la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.

Que en Canarias vayamos una hora atrasados con respecto a la península tiene algunas cosas buenas. Por ejemplo, el programa EL Palco anoche retransmitió Turandot a las 11. No sirvió de nada, porque el absurdo estatismo de la puesta en escena, la ausencia de decorados que pudieran llamarse tales y, sobre todo, la paupérrima condición vocal de mi paisano De León, quien ya no es que sea incapaz de cantar sino sencillamente de emitir con fluidez, me obligaron a apagar el televisor.

Hace apenas unos días:


Hace apenas unos segundos:


Jobar, sí que ha cambiado el cuento: el cerdito tonto vuelve a ser el que construye la casa de ladrillo y piedra, y los listos los que se la derriban con soplar...
Bueno, yo ayer estuve en el Teatro, y tengo algunas anotaciones que luego compartiré. Por supuesto que en este tema me separo radicalmente de la tendencia o consenso existente aqui en torno a este tema, me sitúo en sus completas antípodas. Y si estoy solo (que por cierto, no lo estoy y menos a juzgar por la reaccion del respetable ayer), pues ande yo caliente, y ríase la gente.
Amigo "Abdallo", tenga mas personalidad, usted de hecho la tiene. No tiene por qué circunscribirse a una opinion que parece ser tasa para poder obtener el carnet de entendido. Yo no pago tasas líricas, las rompo en mil pedazos cuando se me tratan de imponer. Aplique el mismo principio, se está mejor.

No, si yo estoy totalmente de acuerdo con usted, faltaría más. Pero lo que pude escuchar de mi paisano anoche fue horrible (sobre todo comparado con una Andrea Chénier que le vi en Las Palmas hace unos años y no digamos con una Butterfly en Santa Cruz mucho antes). Los años no pasan en balde, pero estoy con usted según el primer mensaje mío que ha colgado antes. Es un comentario puntual sobre la condición del tenor (quizá no esperé a que se le calentara la voz), no sobre que los cerditos "listos" se lleven el gato al agua.

La función de hoy lunes 17 se ha visto modificada por indisposición de la soprano titular:

** Por indisposición de la soprano Ewa Płonka en la representación del 17 de julio de 2023 el rol de TURANDOT será interpretado por la Sra. MARIBEL ORTEGA

Algunas impresiones tras la funcion asistida de ayer, dia 16 de julio.

Siendo "Turandot" un auténtico bombón para cualquier escenógrafo, la propuesta de Robert Wilson resulta una frikada cuyo diseño no creo que lleve a más de 10 minutos de trabajo a cualquier becario que trabaje en un sitio llamado Watermill Center, creado por el propio Wilson, y que las notas del programa de mano definen como laboratorio interdisciplinar para las artes y humanidades... madre, lo que hay que oir, y lo gracioso es que habrá quien lo compre. Frikismo.
Todo colorido, juegos de iluminacion, noches, amaneceres, multitudes, palacios, ministros, y sin fin de fantasía -no olvidemos que a la postre "Turandot" es un cuento chino-, queda reducido a la nada basada en movimientos sin sentido, a estar clavados como estacas, poner sonrisas y caras de bobo, y vestuarios más simples que el mecanismo de un chupete.
Wilson evita el muy deficiente y repetir curso gracias a las apariciones del emperador y de la Turandot, que siempre son vistosas y gustan impresionar, y aquí... bueno, se ven... tienen su pase... podría ser peor: podría llover ("Jovencito Frankenstein" dixit).
No vamos a tachar la regia de ordinaria, de trasguesora, de vanguardista, de clásica,... la discordia no va por esos lares que como digo en una historia mítica, un cuento, pueden tener mayor cabida y cimientos. Recuerdo una producción en Zurich, creo que firmada por Giancarlo del Monaco, en la que el principe desconocido se planta en chupa de cuero, fumando y con un laptop con el que se ayuda para resolver los enigmas en medio de un mundo donde aun están en la edad antigua; y el final es brutal. Bueno, podrá gustar el planteamniento más o menos, que a mi me fascinó, pero hay un trabajo, hay discurso teatral, hay fantasía, hay historia, hay qué discutir, qué alabar o qué criticar; en defintiva: hay. Ayer en el teatro no hay, no hay nada. Nada. Un producto de ese "laboratorio".

Los primeros perjudicados en este vacío guión son los intérpretes, a los que se les secuestra cualquier ayuda que la expresión corporal pueda implicar en la canora. Hasta en un concierto el cantante necesita de sus manos, de su gesto facial, de su posicionamiento, para volcarlo en lo canoro. El obligar a un cantante a ser un palo ahí puesto, sin duda alguna le va a suponer de partida una merma. Y si encima además de posicion estaca, ha de poner sonrisa de bobo tonto, aún peor. Pero... laboratorio.

Tampoco ayudó en absoluto al cantante la labor de Nicola Luisotti desde el foso orquestal, y esto me apena más, porque este director ha hecho autenticas delicias en óperas como "Il Trovatore" en el Real, y otros títulos también ejecutados con conveniente arte dramático. Me sorprendió mucho esta versión de "Turandot" allegro-presto-vivace-fortisissimo. Daba la impresion todo el rato de "vamos, venga, ya, daos prisa, caña", como si Luisotti fuera Jordi en el "Master Chef" y los profesores de la sinfónica los aspirantes. No hay tiempo para el intimismo, ni aunque lo pida un "Signore, ascolta" o un "Non piangere Liu", ni si quiera la propia muerte de Liu y consiguiente lamento de Timur: todo hecho en tiempo record, a base de brochazos gordos, y venga, a casita que llueve. No hay tiempo para contrastar dinámicas, ya... otro día si eso. Pero además metiendo todo el gas posible con toda percusión y metales elevados al cubo, sacaremos el aprobado fácil. El coro, brillantísimo, era el que debía adaptarse a tal circunstancia, nunca al revés. Igual que los solistas, tratados como simples elementos que si podían, se sumaban a la fiesta de la velocidad, y si no, pues da igual. Ya hasta lo de menos es privar al tenor de poder hacer la octava en el "Principessa altera!...", o prohibir, vetar al público agradecer, ovacionar "Nessun Dorma", en una actitud soberbia y que va en contra de todo principio de la música operasitica como vehiculo pasional. Claro que luego hay encima gente triste en el publico que encima te chista...no frikismo: prepotencia; e ignorancia.
Me importa poco poner muy deficiente a Wilson: total tampoco se puede esperar mucho más de alguien que destaca en su CV la regia de "O Corvo Blanco"; pero me da mucha, de verdad, mucha pena tener que suspender a Luisotti, ya que es de esperar de él un notable en un día malo. Bueno, esperemos que de la excepcion no se haga regla.

En circunstancias descritas, Anna Pirozzi, traduciendo a la gélida princesa, es la que lo tiene más complicado para revertir la situación, cosa que no pasó y dejó una "Turandot" de dudoso cobro, no en el vocal, donde el traje de la partitura le queda grande pero lo encaja de aquella manera, pero sí en lo puramente expresivo. Una "Truandot" aburrida?. Con dolor, pero sí.
La soprano Salome Jicia tradujo una Liu excesiva, sin dar impresión de humilde sierva. Demasiada contundencia por momentos y deficit de dulzura, no sin faltar a la cita algun filado de cierta hermosura pero evidentemente no a lo Caballé. Habría que verla sin estar cercenada por la regia, seguramente su prestación hubiera dado mucho mas de sí. Tiene un par de pases.
Los tres ministros resultan visualmente ridículos. No payasos, que podría ser divertido. Ridículos, no tienen gracia ni sentido, lo cual multiplica por diez el mérito de su esplédida salida canora. Yendo contra viento y marea, tambien desde el foso, salieron mucho mas que airosos, en especial los dos tenores (Moises Marin y Mikeldi Atxalandabaso) que acompañan a un solvente grave de Ping en boca de German Olvera s
Prescindible Adam Palka como Timur, falto de solidez y pátina de bajo. Cumplidor como emperador Altoum el efectivo Vincenc Esteve.
Hemos venido hablando previamente de Jorge de León. No cambio: el canario es el tenor spinto del momento. Luego ya que cada cual quiera digerirlo o no, es otra cuestión. Sobre la función de ayer, además, rompo de cuajo con determinados “clichés” que en absoluto se produjeron. “Es que solo canta forte”. Falso. Reguló y moduló en muchos y necesarios momentos. “Tiene un vibrato molesto y grande”. Falso. Es un vibrato juvenil, de debido esmalte tenoril y que entra perfectamente en los cánones. “Solo hace pepinazos, y no siempre bien”. Verdad a medias lo primero, y falso lo segundo. Está claro que no es De Leon un prototipo del legato o del fraseo (tampoco lo eran Bonisolli, Fisichella, Filipeschi o del Monaco: y???), hasta ahí estamos de acuerdo, pero ya digo que no se limita a salir, soltar un pepinazo y cobrar su fee. No obstante, ya lo que falta en el mundo canoro actual tan deficitario de voces de verdad es que tenga que pedir perdón por tener esa cualidad, porque al aficionado lírico le gusta y agradece, al menos al que no mira de soslayo a su alrededor, y no chista (actitud soberbia y condescendiente: dime de qué presumes y te diré de qué careces). “Hubo abucheos”. Falso, tremendamente falso. De Leon solo cosechó bravos y las ovaciones mayores de la noche, aunque desde el foso las cercenaran; como digo en todo caso había chistones tristísimos. Ya lo que no sé es si el resto de tenores y funciones lo de hacer el agudo pasó o alguno puedo pegar ahí un “pepinazo”. Y todo eso, sin olvidar que tiene que trabajar sin moverse y poniendo un gesto de sonrisa de careta de la Casa de Papel, lo cual debe de ser de lo mas agradecido para cantar. Así que corto y cierro: me reafirmo en el pecado de Jorge de Leon de ser lo que en estadística se llama técnicamente un “ruido” (*) al respecto de su cuerda. Fue lo mejor de la noche junto al coro de una ópera como pocas es “Turandot” que teniendo tanta enjundia teatral y vocal, nos dejó con un balance algo escaso, la verdad; no solo se puede vivir de un "Calaf".

Desde el punto de vista personal, termina aquí mi temporada 22-23 para la que cogí un abono muchos años después de no hacerlo, y me da cierta pena no haberlo renovado, pero la 23-24 no lo merece. Volveremos a la práctica de la entrada suelta para lo que interese, y cuando haya una temporada mas jugosa, pues analizaremos el tema de abonarse: ahora coger abono en el Real es tarea fácil, antes era un mito.

(*) Es evidente que la estoy poniendo botando para que lleguen los detractores del canario a hacer el chiste fácil. Ahí lo dejo.

Pues que os cojan …confesados…

¿Hay algo más admirable y digno de encomio que el aficionado sencillo y humildísimo (sobre todo humildísimo), dispuesto a ir contracorriente por amor a la pura verdad, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, que no duda ni un instante en cantar (con voz de spinto) las verdades del barquero a los pedantes "exquisitos" que miran de soslayo y chistan (con soberbia y condescendencia) a esos mismos aficionados sencillos y humildísimos? No, yo creo que no...

Madre mía , cada vez me cuesta más entender algunos mensajes. He leído varías veces su mensaje, Alberich, y… no entiendo. Será la edad.

Aunque con algunos días de retraso, aprovecho la discusión para incluir mi crítica de la interpretación en versión de concierto en el Festival de Granada el 12 de julio.

Con armas y bagajes, las fuerzas del Teatro Real desembarcaron en Granada para presentar, en versión de concierto, la misma producción de la última ópera de Puccini que en estos mismos días se está ofreciendo en Madrid. Y con el primer reparto, además, que a la vista de los resultados pareció llegar relajado y descansado, dispuestos a ofrecer lo mejor de sí mismo. Y así fue, porque desde los primeros compases se pudo palpar que allí, entre las caldeadas piedras del Palacio de Carlos V, erigido en su momento para materializar el amor de Carlos V e Isabel de Portugal, se iba a desplegar una tórrida corriente de pasión. Luisotti imprimió desde los primeros compases una dirección cargada de tensión y de fuerza teatral, sobre todo en las escenas de masas. Con la agradecida acústica del espacio renacentista, equilibró las masas sonoras de forma sobresaliente e hizo que la orquesta sonase con enorme brillantez. Valga el ejemplo de la tensión que imprimió al fraseo durante la escena de los enigmas, subrayando con sabia mano teatral los trémolos en las cuerdas y remachando con garra los ataques de los metales. Con la colaboración de un soberbio coro, de un empaste modélico y una capacidad de matización magistral (la regulación del sonido en el tercer acto, cubriendo las bocas con las manos, fue espectacular), Luisotti firmó momentos de una espectacularidad sonora que quedarán para el recuerdo de los allí asistentes. Sin olvidar la belleza del sonido del coro infantil, perfectamente ensamblado con las demás fuerzas sonoras.

Anna Pirozzi apabulló literalmente con el torrente de su voz. Su capacidad para penetrar el espacio con su registro superior, por encima de las fuerzas orquestales y corales, fue para descubrirse; pero aún lo fue más su capacidad para atemperar el chorro de voz en un fraseo delicado en pasajes como “Principessa Lo-u-Ling” o, sobre todo, en el tránsito de la Princesa de Hielo a la Princesa de Fuego en la última escena, sin perder por ello un ápice brillo en su esmaltada voz. Jorge de León tuvo una de sus mejores noches, completamente enchufado desde el primer momento. La voz estuvo firme, restallante en los agudos, exultante de potencia, sin oscilaciones ni saltos en el paso de los registros, sin portamentos, de una naturalidad apabullante. Y, además, con interés en modular y controlar el fraseo en los pasajes más íntimos, como ese “Non piangere, Liù!” en el que emergieron algunos reguladores poco habituales en esta voz torrencial. Salome Jicia fue una Liù delicada, con un fraseo rico en reguladores que enriqueció una dicción sensible, delicada, de un timbre bellísimo y una conmovedora línea de canto, que alcanzó en su última intervención acentos auténticamente enternecedores.

Hay que descubrirse ante el magistral grupo de voces complementarias, desde unos brillantes Ping, Pang y Pong (con el espléndido tenor granadino Moisés Marín debutando por fin en su tierra), comandados por un sobresaliente [/b]Germán Olvera, hasta el lujo de contar con una voz de la redondez y belleza tímbrica de Gerardo Bullón como el Mandarín. Los demás (Esteve, Palka, Atxalandabaso) muy por encima de lo habitual en estos papeles.

Vaya, parece que en Granada se toca y canta mejor que en Madrid. Felicitaciones, maestro.

También pudo ayudar el estar liberados de una puesta en escena de aquellas.

Por supuesto; y, además, en versión concierto los cantantes están a lo que están y se pueden concentrar debidamente en lo que en realidad les importa.

Por cierto, ¿ que tal el concierto o recital de la Gheorghiu por tierras granadinas ?

¿Debemos entender entonces que el rendimiento de Jorge de León ha variado mucho de unas funciones a otras? Porque en la función que se transmitió por televisión tenía un vibrato que le dificultaba la afinación claramente; y eludió dar ningún Do en "ardente d'amor". Vamos, una muy mala noche por su parte. Sin embargo, quienes vieron otras funciones me dicen que mejor; y Mengibar destaca su actuación granadina... Me desconcierta un poco, siendo de León un señor del que ya sabemos más o menos qué da y qué debe en sus actuaciones.