Asistí a la primera función de Oropesa (recién recuperada de la gripe) el pasado 4 de junio. Sorteó bien todas las dificultades aunque se quedó literalmente sin voz durante unos segundos en el famoso (y difícil) dueto del segundo acto con el turco. Al final ofreció una interpretación redonda y agradable (a pesar de que a veces su voz me suene un tanto obscena y engolada). Me gustaron ella y el resto del reparto en general, sobre todo el excelente Misha Kiria como Don Geronio. Todo bien, incluido el divertido montaje, si no fuera porque vi unos cuantos cables rodeando las cabezas y espaldas de los cantantes. En el tenorcillo Pablo García López se entiende (ni con la amplificación se escuchaba su voz) pero OROPESA llevaba un pedazo de micro en su espalda perfectamente visible desde las primeras filas. Me sentí defraudado, enfadado, colérico. Así estuve diez minutos, hasta que pensé que de nada sirve amargarse. Me decanté por disfrutar de la fantástica música de Rossini, el aceptable montaje que se ofrecía y las voces hermosamente amplificadas. Unos días antes asistí al Rapto en el Serrallo de Granada en el que Serena Saénz y el tenor Cesar Cortés brillaron por la calidad y la belleza de sus voces. Allí no había ningún tipo de amplificación, aunque debo reconocer que a veces sus voces quedaban faltas de volumen en comparación con las perfectamente audibles del Teatro Real. Pero claro, en Granada por lo menos había algo llamado honestidad, compromiso artístico y VERDAD, cosa que en el Real no hay.

ARTE y una revista van a ofrecer en exclusiva la función con Oropesa.
Igual era eso. O no.

No será que la estaban grabando? No observó cámaras?

Eso es lo más usual ahora en todos los teatros para disque asegurar la fidelidad del sonido. Igual se los he visto colocados a voces potentes, supongo para hacer paritarias las voces.

No es que estuvieran amplificando el sonido en el teatro

S. Sáenz si sigue con esta profesionalidad y ganas que está mostrando desde su formación y estancia en la Staatsoper de Berlin con veinte y pocos años, va a tener una brillante carrera como soprano sí vocalmente sabe rodearse de un buen equipo que sepa gestionar su evolución artística. De momento, ya apunta muy alto en su repertorio actual de lírica ligera coloratura.

Añado yo la brillante Blonde de Rocío Pérez.
Magnífico debut (del personaje) de Serena Sáenz pues Kostanze es muy difícil, ya que toca los extremos y la zona centro-grave ("Traurigkeit", bien salvado). Muy bien la coloratura de "Ach, ich liebte" y su gran escena "Marten allen Arten".
Retransmiten vía Radio Clasica "Il turco in Italia", el 17, me parece.

Estuve anoche en la segunda función de Lisette Oropesa. Función más que disfrutable gracias a la voz y presencia de la soprano española (oficialmente) y de Misha Kiria. La puesta en escena curiosa, atractiva y nada tocapelotas; no dificulta seguir la trama. Nuevo éxito de la Oropesa en un teatro que ya la he hecho suya.

Función del día 6.
Oropesa, Esposito, Kiria, Rocha, Sempey, Gardina.

Antes que nada: ni un atisbo de petacas de micrófonos. Los del día anterior serían para la grabación.
También yo veo la ópera desde las alturas, pero no me fijé.

Triunfadora total Lisette Oropesa pasándoselo BOMBA interpretando a Fiorilla.
Me asustó un poco al principio, con un aria de entrada en la que no la vi nada suelta. Pero evidentemente estaba siendo prudente y dosificándose, porque a partir de ahí fue hacia arriba redondeando un final de primer acto espectacular.
Su timbre "a la antigua" me parece muy apropiado para Rossini, y si bien me hubiera gustado más definición en las coloraturas, cierto es que estuvo excelente y con volumen cuando tenía que subir. Venga, pongámonos en plan crítico: por pedir, un pelín más de fiato. Pero cojostio, que el papel se las trae.

A su lado, Misha Kiria puso toda la carne (toda) en el asador como Don Geronio, llevándose de calle a la audiencia. Gracioso, contundente, fraseado y excepcional en las partes megarrápidas. Éxito.

Un peldañito por debajo, Alex Esposito fue un Selim de gran nivel y canto elegante, quizás menos canalla de lo que el papel le pide.
Y Florian Sempey cumplió de poeta, casi siempre en forte. Simpático, pero también le podría haber sacado más partido a la interpretación actoral.

Correcta Paola Gardina de Zaida y discreto Edgardo Rocha como Don Narciso.
Orquesta y coro

La producción se inspira en el universo de las fotonovelas como la vía fantasiosa y romántica de escape de Fiorilla ante la monotonía de su matrimonio. Ella quiere su galán y lo ve en el príncipe turco recién llegado. Pero la vida no es una fotonovela y todos sabemos cómo termina la ópera.
Me resulta muy curioso pensar cómo se recibiría este argumento a principios del siglo XIX cuando se estrenó. Porque Fiorilla va un paso más allá de Rosina o Isabella. Aparte de pícara e intrigante, está decidida a ser infiel a su marido. Y aunque la obra termina como termina, no paro de pensar en lo inmoral que resultaría. O lo mismo la Italia de aquella época era mucho más moderna de lo que es ahora (eso seguro, vamos).

Pelly juega con esta imaginería fotonovelera. Su recurso más usado es el hacer aparecer marcos que crean viñetas, con sus bocadillos de diálogo y todo, en los que los personajes se quedan de repente inmóviles como una fotografía de una fotonovela. Esto funciona a ratos, y especialmente bien en el segundo acto, pero en otros se queda corto de imaginación y no ayuda al desarrollo cómico de la obra. En mi opinión, una producción entretenida pero no divertida. Un poquito más de exceso y despendole en la dirección de actores no hubiera venido mal. Eso sí, dinámica y vistosa. Bien.

Detalle: Hay que tener en cuenta que el teatro no es sólo el patio de butacas. Queda bastante feo ver pasar a tramoyistas semiescondidos cambiando detalles de atrezzo o a cantantes saliendo por las cajas laterales.

Gustó bastante. Ovación para Kiria y para Oropesa.
Y siempre es un gustazo asistir a esta ópera que sin tener partes o arias conocidísimas es puro Rossini megadisfrutable.

Comentarios en el entreacto sobre la próxima temporada: ay, mi cuadrilla deja el abono, ¡con quién voy a viborear comentar ahora!

Cierto yo tampoco vi petacas estando muy cerca del escenario (primer palco de platea); y eso que -sin haber leído los mensajes anteriores- las busqué porque claramente estaban grabando la función con más medios de los habituales: cámaras adicionales en palco real y patio de butacas (las que yo vi) y el foso de la orquesta bien plagado de micrófonos.

Esta tarde la tenéis en directo en ARTE.TV

https://www.arte.tv/es/videos/114632-00 ... in-italia/

Función del 9 de junio de 2023.

El Teatro Real tiene una deuda con Rossini, ya que en los últimos años ha programado de él más bien poco. Hace dos años programaron La Cenerentola, y esta temporada, a punto de acabar, programa un título bufo: Il Turco in Italia. Estrenada en 1814 en la mismísima Scala de Milán, este título rossiniano es más bien un drama buffo, una comedia con tintes dramáticos, la historia de una mujer casada, pero infiel, que se enamora de un príncipe turco y anteriormente de otro hombre; y de cómo su marido busca primero vengarse, pero luego perdonarla. Una obra con la mayor brillantez musical, con el virtuosismo a flor de piel, lo que por otro lado, como en casi todo Rossini, lo haga muy difícil de cantar.

Viene en un montaje de Laurent Pelly, un experto en ópera cómica, quien ambienta la acción en el mundo de las fotonovelas de los años 50-60. Fiorilla y Geronio son un matrimonio de clase media, vecinos del poeta Prosdocimo, quien no está inspirado y busca azuzar el conflicto para lograr la inspiración. Fiorilla es una ama de casa adicta a las fotonovelas, que le hacen evadirse de su aburrido matrimonio y buscar el amor romántico en otra parte, una actualización interesante teniendo en cuenta el éxito actual de las telenovelas turcas en Europa, con sus actores causando histeria colectiva a cada país occidental que visitan.. Selim podría ser el galán de una de ellas. En cierto modo, Pelly lleva esta comedia costumbrista y moralizante a una época en la que el entretenimiento para masas empezaba a colarse en la sociedad y la transformarla. Selim es un galán de ese medio, y el hecho de que surja de una revista podría incitar a pensar que es un ídolo de masas. Durante parte de la obra, aparecen recuadros con forma de viñetas de historietas que convierten esta historia en una fotonovela misma, en las que se sitúan los personajes.

La dirección musical de Giacomo Sagripanti es en la mayor parte del tiempo vivaz, fresca, adaptándose a la rapidez rossiniana. La obertura fue brillantemente interpretada y las cuerdas tuvieron en general un buen día. El metal bien aunque hubo algún desequilibrio. Igualmente se acomodó bien a los cantantes. El coro del Teatro Real se mostró como siempre excelente a nivel vocal y actoral. Entre las intensas Nixon en China en abril y Turandot el próximo mes, este paréntesis bufo le viene bien al coro, que se adapta además a la tranquilidad y vitalidad de la partitura.

Tras cancelar las primeras representaciones, Lisette Oropesa, estrella principal de todos los repartos, ha podido cantar esta noche. La soprano estadounidense, una de las favoritas del público madrileño, ha vuelto a sumarse un éxito más. Han pasado ya cinco años desde la producción que la consagró internacionalmente, aquella Lucia di Lammermoor durante el verano de 2018. Oropesa sigue teniendo la misma dulce voz de timbre juvenil de siempre, aunque en segundos agudos parece cansarse un poco, aunque es comprensible dada la terrible tesitura. Con todo, se le nota suelta y sobre todo que se nota lo mucho que se divierte interpretando a Fiorilla. A partir del dúo final del primer acto con Geronio, donde estuvo radiante, la interpretación fue a mejor, reservándose para su aria final Squallida veste e bruna, cuya interpretación, con una tremenda coloratura, y que Oropesa dominó completamente y cerró con un agudo final espectacular, hizo las delicias del público, que irrumpió en una gran ovación.

A su altura se situó Misha Kiria, a quien vimos un gran Falstaff en 2019, como su esposo Don Geronio. Kiria se mostro espléndido de voz, generosa de volumen, bien proyectada además de dotado de mucha vis cómica, representando a un cómico cornudo. Alex Esposito como el turco Selim igualmente se mostró con una buena voz, además de que físicamente se correspondía con el galán de la historia, aquí salido de una revista, con ese aire a amor platónico. Edgardo Rocha defendió bien su rol como Don Narciso, saliendo airoso de sus arias complicadas, con su timbre lírico-ligero. Florian Sempey como el poeta Prosdocimo empezó con la voz un poco gutural, pero mejoró a lo largo de la función. Al menos su interpretación como un poeta intrigante para sus fines literarios fue convincente. A buen nivel Paola Gardina como Zaida, con una voz con agradable, y Pablo García-López como Albazar.

La representación fue recibida calurosamente, especialmente Lisette Oropesa quien se confirmó una vez más como una de las divas más queridas en Madrid, ciudad donde además parece encontrarse a gusto. El público del Real tiene predilección por los títulos belcantistas, y más si están tan bien servidos como este. Entre el público pudo verse a Plàcido Domingo, quien últimamente se deja ver mucho en la capital, a pesar de su apretada agenda por los cinco continentes, algo sorprendente a sus 82 años.

Esperemos que en el futuro sigan más titulos de Rossini por verse en Madrid. Un servidor, quien no pudo ver la Cenerentola por un accidente doméstico, llevaba 16 años sin ver una ópera del cisne de Pesaro.

Visto por Arte.tv me ha decepcionado un poco la producción, que encuentro que sólo ambienta la acción en un nuevo escenario, pero sin resolver especialmente bien la mayoría de situaciones del libreto.
Aunque me gustó la labor de Sagripanti, encontré un poco que el conjunto de la función transcurrió sin chispa y ritmo, con poca brillantez. Me hubiera gustado ver a Blanch para saber cómo había evolucionado el papel tras su estreno en Oviedo. Oropesa ya me ha gustado más en otros papeles, la verdad.

Y el señor Rocha no tuvo ni para sus pocos minutos de gloria. Por momentos resultó más agradable Pablo García-López y su Albazar, al cual no le debieron podar su aria, que no por ello iba a matar la acción o convertir en wagneriana la jornada.

Yo creo que Oropesa, actualmente, ya no es una soprano tan interesante como rossiniana