Coincido totalmente con Tann!! Yo ayer estuve en la fila 1 de paraíso, extremo derecho. Es verdad que la acústica es mejor que la de la fila 6, también extremo derecho, en la que estuve en la función del día 1, pues en la fila 1 directamente te asomas al gran vacío de la herradura, mientras que cuanto más subes en las filas de paraíso, el sonido va llegando menos, al estar más encajonado y alejado.
Pero independientemente de lo anterior, todo estuvo mucho mejor. Tucker siempre nos dice que según avanzan las funciones la cosa mejora, y este año lo he podido comprobar en varias ocasiones, como en esta Lakmé y en el Ocaso, donde asistí también a la premiére, pues tengo abono de estreno y abono A. Aunque no siempre sea así al 100%, pues los cantantes tienen sus días, seguramente al avanzar las funciones están menos nerviosos, más seguros por el rodaje, etc. El abono de estreno no me gusta por el componente "social" y ajeno a la ópera que tiene, pero garantiza primeros repartos (aunque ya sabemos que no siempre son los mejores).
Sabine Deviellhe cantó igual de bien que en la función anterior, con esa voz realmente angelical (me acuerdo que Tunner ha hablado alguna vez del subtipo soprano angelicato), pero en esta ocasión su voz parecía tener más cuerpo, corría mejor por la parte alta del teatro, más proyectada. El agudo final del aria de las campanillas, lo mantuvo generosamente, mostrando un fiato considerable. En general ella prefiere ataques al agudo en piano, y los hace deliciosamente bien. Se nota su formación musical previa a la de cantante, que se traduce en una musicalidad exquisita y una blandura en la emisión extraordinarias. Por cierto que el público volvió a aplaudir antes de tiempo en el aria de las campanillas, aunque en esta ocasión lo hizo en una sección del aria anterior a la interrupción del otro día.
Anduaga estuvo también muchísimo mejor, ya liberado de la bajada de tensión que le había afectado mucho en la función anterior, que a pesar de todo la había sacado adelante perfectamente y su voz había sonado estupendamente. Ya tendrá tiempo, si sigue cantando este papel, de desgranar en su aria un poco más de poesía y matices, pero desde luego es un lujo escuchar una voz de tenor tan timbrada y generosa. En el tercer acto estuvo realmente sensacional. Ojalá la prudencia y los buenos consejos no le falten, para que cuide al máximo ese instrumento privilegiado.
Stéphane Degout, aunque su timbre sigue sin gustarme, también se creció, y mucho, respecto a la función anterior. Y lo mismo diría respecto a Leo Hussain y la orquesta y coros del Real.
En definitiva una noche de mucho disfrute de una ópera que tiene unas melodías maravillosas, plagada de sutilezas y música tremendamente evocadora y poética.
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