Yo creo que hay una cosa bastante clara aquí. Por supuesto que el Real no ha hecho nada ilegal, por supuesto que habrán vendido el aforo permitido: ni lo dudo. Ahora bien, lo que ya es más discutible es cómo se ha vendido el aforo permitido, esto es, con qué distribución. Lo que no puede ser es que, aun vendiendo el aforo permitido, yo tenga 30 personas en platea y 300 en paraíso. Posiblemente la normativa no diga nada de cómo disponer el aforo, pero lo de distribuir ese aforo por todo el teatro es algo de SENTIDO COMÚN, que se está llevando a cabo en todos los teatros madrileños en lo que he estado (que son unos cuantos: Abadía, Español, María Guerrero, Pavón...). El quid de la cuestión está aquí. ¿Que el Real es un teatro en el que hay una especial diferencia de precios entre unas zonas y otros? Eso es otra cuestión. Pero lo que no puede ser es que se apiñe al público en gallinero en ver de distribuirlo por el teatro, por más que (con los precios que se gastan no es de extrañar) haya más entradas vendidas en gallinero que en platea.

Lo decía al comienzo de mi crítica: el otro día tuve la sensación de que la gente estaba demasiado junta. Pensé que era una sensación mía; pero ahora ha pasado esto. En fin...

Y como él es todo un marqués, añado yo, debió de pensar que los que más dinero tenían merecían mayor seguridad que el resto de los (pobres) mortales. No se me ocurre otra explicación para justificar la diferencia existente entre la ocupación en butaca o platea y la del paraíso (gallinero de toda la vida)...

Pero si muchos ricos van al Paraíso. Por eso son ricos.