Don Carlo en el Teatro Real de Madrid. 24 de septiembre de 2019. Primer reparto. Meeeec.
Operón donde los haya, de Don Carlo yo casi siempre salgo con subidón, por muy larga que sea.
Aquí contribuyó la un tanto bastorra dirección de Luisotti, empeñado en cargar las tintas en cuanto tenía ocasión, lo cual viene muy bien al público para que se emocione (o espabile) y muy mal a los cantantes, que en ocasiones las pasaron canutas para poder ser oídos. Me pareció algo irregular en los primeros actos pero muy bueno en los claroscuros de los dos últimos, logrando atmósferas muy apropiadas. Bien, fue de menos a más.
Marcelo Puente tiene una voz ancha y con volumen... hasta que empieza a subir y entonces le sale un vibrato muy evidente. En su primera intervención me dije "¿y esos trinos?" pero de trinos nada, eran sólo oscilaciones de la voz. Puedo decir que pasó como pudo un papel tan exigente como ingrato.
Maria Agresta es muy inteligente. Conoce su voz, dónde llega y dónde puede hacer sus cositas para lucirse. Y la maneja muy bien. ¿Que no tiene graves y entuba? Pues para compensar apiano aquí y allá con mucha clase. Cumplió con Elisabetta, mucho mejor que con la Leonora de hace un par de meses.
Luca Salsi muy buen Posa, ya se ha dicho por aquí. Nobleza en estilo, homogeneidad y justo dramatismo.
La Semenchuk se me quedó un poco corta de Eboli. Vale que Luisotti se empeñaba en lanzarle toda la artillería de la orquesta en cada agudo, pero eché en falta sus pepinazos marca de la casa, aparte de que la noté un poco hueca por abajo. Bien pero sin maravillarme. Añoré su Amneris despiporrada de hace un par de temporadas.
Belosselskiy me gustó mucho como rey. Imponente, matizando y consiguiendo dar esa sensación de duda que el personaje tiene. Más humano que monarca.
Kares. Ay el Gran Inquisidor. Para mí es un personaje que tiene que dejarte helado en cuanto abre la boca (un poco como el Zio Bonzo de Butterfly, ¡te tiene que acojonar!). Compuso un personaje impresionante en su caracterización y lució graves, pero no volumen. ¡No puede ser que Felipe II se lo coma con patatas en su escena!
Secundarios correctos, con especial mención a los hombres y en particular a Moisés Marín.
La producción a primera vista era de las de feadenaricespuntocom, con ese horrendo enladrillado y esas plataformas que parecía que iba a salir Super Mario Bros saltando en cualquier momento. Pero una vez empezada la ópera funciona muy bien por su estudiada perspectiva, los juegos de espacios que crea y una visión integradora de conjunto. Si a eso ayudamos con unos figurines espectaculares no hacen falta más decorados. Ya ves tú que lo que más horterita y fuera de conjunto me pareció fue la cámara de Felipe II con ese telón cutrillo.
Respecto a la visión dramática, Leyenda Negra en toda su acepción, con momentos muy conseguidos: la quema de libros, los frailes siniestros y esa entrada del Gran Inquisidor que vale un potosí. ¿El final? (a ver si aprendemos a no lanzar spoilers, niños, que me reventasteis la "sorpresa") Bueno, pues me dio un poco igual, además como es tan rápido casi ni te da tiempo a reaccionar. Ahora, yo habría metido el elemento sobrenatural para dejar a todo el mundo epatadito.
¿Sensación global? Satisfactoria, porque soy de los que va a la ópera a disfrutar y no a sacarle pegas, aunque reconozco elementos mejorables (alguno notoriamente). Y no acusé cansancio ni distracción pese a la duración. El momento más crítico es la escena del jardín, cuando ya la hora y media seguida empieza a pesar, pero luego viene el Acto de Fe y te espabilas.
Anécdotas. Muchos ruidos. Muchos, de las óperas más ruidosas en el Real que recuerdo. ¡Si parecía el Liceo! (no se ofenda nadie, pero en el Liceo se habla MUCHO). Primero la señora de las pulseras (no, no creo que sea la del cine Carretas). A ver, yo entiendo que se quiera poner mona para la ópera, pero llevar toda la colección de bisuta en el antebrazo y no dejar de moverlo para colocarse el pelo, la silla, abrir el bolso, ¡todo! Normal que provocara las iras de los espectadores circundantes. Luego un teléfono móvil sonando a todo volumen. A la gente se la repanfinfla, yo no lo apago, si no tiene que llamarme nadie... Más tarde movimientos de dónde coloco las piernas que llevo más de hora y media aquí sentado y estoy hecho un cuatro. Aquí reconozco que también me moví un poco. Después, abanicos. Rrrrras (lo abro), plas plas plas plas (me doy contra el pecho), rrraasss (lo cierro). Vale que queda muy spanish, zarzuelero y acorde con la temática de la ópera pero joder, que el programa de mano hace el mismo efecto. Y finalmente el golpe de efecto: la mujer encerrada en la sala desesperada por poder salir. Justo en el "Tu che la vanita" una pobre mujer intentó salir de la sala y no conseguía dar con qué barra tenía que apretar para abrir la puerta, organizando un gran revuelo en Paraíso impares. Yo ya veía que se iba a poner a aporrear la puerta y gritar socorro, que se me escapa el último autobús. Pero no, es que estaba intentando abrir la hoja que no era. ¿Son comentarios machistas? Pues mira, sí, pero las pulseras, los abanicos y la enjaulada fueron señoras. A compensar: señor viendo un partido de fútbol en su teléfono móvil.
El programa dice que la ópera termina a las once y media. Mentira. Termina a las doce menos diez/menos cinco, plus aplausos, estás en la calle pasada la medianoche. Avalancha despendolada de público en cuanto cayó el telón.
Nota: No volver a ponerme el Don Carlo de Orange en vídeo con Aragall, Caballé, Bumbry, Bruson y Estes mientras hacía la plancha el fin de semana anterior de ir a una función de Don Carlo.
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