Estando unos días de vacaciones por estos lares he tenido la oportunidad de asistir a una de las funciones de esta Cenerentola sueca, casualmente dirigida por mi paisano Ramón Tébar, que ha hecho su debut en esta compañía con ella.
Histórica compañía operística (algo infravalorada creo yo), precioso teatro (una bombonera de solo 13 filas en platea sin pasillo central y para un total de unos 1200 espectadores) y una obra maravillosa para disfrutar, ¿qué más se puede pedir?... pues mejores voces, porque aunque en conjunto fue una representación "aseada", hubo cosas mejorables.
Lo mejor de todo fue la orquesta, con apenas 40 profesores (suficientes para éste Rossini y el tamaño de la sala) sonó muy bien, con dulzura y excelentes matices que supo resaltar Tébar en lo que yo creo ha sido la mejor dirección operística de las que le he visto. Atento a los cantantes, marcándoles todas las entradas , llevando a la orquesta ligada a su batuta toda la noche y sin abusar del forte, pecado en el que suele caer el maestro. Tal vez vio la sala tan coqueta que le dio miedo... Lo dicho, una muy buena dirección.
La puesta en escena y el vestuario sencillos y acordes a la época, lo que unido a una buena dirección de actores hizo que disfrutáramos y nos riéramos en más de una ocasión, que es lo normal en Cenerentola si está bien hecha, y en la parte vocal pues hubo muchos altibajos.
El mejor sin duda el Don Magnifico de Jon Erik Eleby, con profunda voz de bajo, notas graves rotundas y el tono bufo que necesita el personaje, fue el triunfador. Michele Angelini tiene bonita voz de tenor lírico y da todas las notas (aunque sufre en la zona central) pero... no transmite, y eso para mí es imperdonable. A Jens Persson como Dandini ni se le oía (y eso que yo estaba en fila 5 de platea), Markus Schwartz en Alidoro estuvo correcto y las hermanastras de Cenerontola, Marianne Odencrants (Clorinda) y Francine Vis (Tisbe) no pasaron de discretas, aunque a la primera se le aprecia una fácil ascensión al agudo. Por su parte, la protagonista fue la joven mezzo estona Dara Savinova, con un instrumento solvente en la zona grave pero insuficiente cuando ataca las notas aguadas, aunque hay que destacar que actoralmente dio credibilidad al personaje y su nivel fue muy correcto.
En fin, un teatro nuevo para mí, un cast que desconocía totalmente y la sorpresa agradable de encontrame a Tébar tan lejos de casa. Viva la ópera!
_________________ Se il mio sogno si avverasse!
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