Ayer pudo presenciarse un Verdi de gran nivel en el Liceo, muy superior al Trovador del Real. En este repertorio los cantantes son fundamentales y, con sus peros, la pareja protagonista de la Luisa Liceística ha funcionado notablemente junto a una muy estimable dirección musical de Domingo Hindoyan.
A Beczala le falta arrebato, carisma, efusión y sus agudos no terminan de girar, un tanto abiertos y les falta punta, pero es complicado hoy día, yo diría imposible, encontrar un tenor que cante "Quando le sere al placido" con el legato y musicalidad que demostró ayer el polaco, contrastando, además, la segunda estrofa a media voz. La cabaletta, espinosa, le puso en apuros y sólo abordó una estrofa, pero la defendió. En la línea de lo expresado por Yllanes, junto al Maurizio de Sassonia es el papel que más me ha gustado de los que he visto a Beczala en vivo. Tampoco se puede negar el placer de escuchar una voz tan grande como la de Sondra Radvanovsky plegarse y defender coloratura de impronta belcantista como la de la escena de salida de Luisa (un cuadro pastoril y aldeano que nos recuerda inmediatamente La Sonnambula) o la del maravilloso dúo con su padre en el acto tercero, además de filar sonidos y jugar con las intensidades, al mismo tiempo que emite notas que apabullan una sala tan grande como el Liceo y despeinan hasta los que se sientan en galería. Ese material se encuentra más en su salsa en el acto segundo con la intensa, agitata, además de central y grave de tesitura "Tu puniscimi oh Signore" y la vibrante cabaletta "A brani, a brani oh perfido", donde fue capaz de apianar hasta extremos sorprendentes teniendo en cuenta las dimensiones del instrumento. Los demás bajaron el nivel, pero dentro de lo aceptable, como un digno Michael Chioldi, de emisión retrasada y muy mejorable articulación del italiano, además de timbre árido en la franja centro-grave, pero que cantó, sino con clase o especial nobleza. con sentido de la línea. Decepcionante Beloselsky, apretado en los ascensos, muy discreto en su aria. Sólo una voz que suena a bajo y poco más. Mimica, que habitualmente afronta papeles que requieren un refinamiento y modos patricios de los que carece, por fin en su salsa como el pérfido Wurm. La producción una memez de Micheletto que se basa en una idea, que no da más de sí, pero no molesta mucho y los artistas cantan casi siempre delante. La escena final sublime de esta ópera, una de las cumbres del talento verdiano como hombre de teatro, nos demuestra que le sobran Michelettos, registas supuestamente sabios y demás zarandajas y que por eso ha sido, en mi opinión, el mayor compositor para el teatro que ha existido. Orquestación, escritura para la voz, el profundo sentido de la "parola scenica" nos conducen por las sendas de la emoción y la progresión dramática a un final de un clímax y fuerza teatral irresistible. Y aún no había llegado a componer la "trilogía popular"!!!!!!
¡Viva Verdi!
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
Última edición por Carl Tunner el 15 Jul 2019 9:46, editado 1 vez en total
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