Entre Iolanta y Lucia cabe citar que tenemos un Rigoletto del que ya no queda ni una sola entrada y no sólo en las dos actuaciones del histriónico Nucci donde bisará la Vendetta.

Con Nucci que me tiene ya cansadito de escucharle desde hace ya unos 30 años, “ me lo reservo “ para el Miller padre próximo julio aquí en el Liceo ( junto a Radvanosky y Beczala )
Espero que como Miller Sr.no bise nada,je...je...

Mandryka escribió:
> Entre Iolanta y Lucia cabe citar que tenemos un Rigoletto del que ya no
> queda ni una sola entrada y no sólo en las dos actuaciones del histriónico
> Nucci donde bisará la Vendetta.

Como diría nuestro inefable moderador: ¿que cantara primero el bis o el aria?

Estuve en la última función, la del domingo 17. Mis impresiones coinciden, en líneas generales, con lo dicho por la mayoría, y son estas:

I Masnadieri me pareció una ópera con música muy bonita, un Verdi que sigue los parámetros del bel canto, con momentos que recuerdan a Donizetti y, sobre todo, a Bellini, tanto en los ariosos como en las abundantes caballetas de los dos primeros Actos.

El libreto es harina de otro costal, ya que algunas situaciones resultan muy forzadas, aunque no es muy grave ya que es inútil perdirle al romanticismo mesura y cordura. No tengo ni idea de cómo es el drama de Schiller en que está basado pero, seguramente, las situaciones y los personajes estén mejor definidos.

La escenografía funciona, quiero decir que no molesta como lo hacía en "La flauta mágica", pero poco más. Los recursos escénicos son funcionales aunque ya no epatan porque están muy vistos. La dirección de actores casi nula, mucho estatismo en los personajes y en el coro.

Pero vayamos a lo que verdaderamente importa en la ópera. Musicalmente fue comparable a lo que suena en el Metropolitan, en el Covent Garden o en la Ópera de Viena. Orquesta y coro en su línea, a pesar de que me pareció que en el primer Acto hubo algún pequeño desajuste entre el coro y el foso. En todo caso, apenas se notó, y quién sabe si no fueron más que imaginaciones mías.

El reparto me pareció equilibrado y, más que solvente, diría que de calidad. En el escenario había buenas voces y buenos cantantes, que no siempre van las dos cosas juntas, incluso los comprimarios cumplieron dignamente.

Desde la platea, como suele suceder, me dijeron que se escuchaba de forma desigual al tenor según la zona en que cantaba, algo que desde arriba no sucede.

La soprano Roberta Mantegna, a sus 30 años, tiene una voz notable y canta muy bien. Timbre límpio y bonito, bien proyectado y con buen fraseo. Todo un descubrimiento.

El barítono Artur Rucinski (el más aclamado en los saludos finales) canto su papel con sentido y gusto, demostrando por qué está entre los mejores.

El bajo Michele Pertusi mostró un timbre aterciopelado, muy noble para su papel. Yo prefiero un bajo que cante legato y con buen fraseo a uno que suene como un camión pero cante como un camionero (con perdón de los camioneros).

El bajo Gabrielle Saguna, con voz más cercana al bajo-barítono, estuvo muy bien en su breve intervención. Timbre límpio, redondo y bonito.

El tenor Stefano Secco quizá no tenga un gran volumen, pero ya quisiera yo encontrar más veces tenores como él para este repertorio. El timbre, aunque suficientemente brillante, no tiene mucho squillo y puede resentirse en fortes con tutti orquestal. En esos casos, si se escucha la voz, tanto mejor, pero si se escucha poco o casi nada, tiene poca importancia, pues estamos en un momento en que lo que importa es el tutti. Por lo demás, a mí me gustó su timbre y su línea de canto, y le escuché sufientemente bien. Como he comentado, en las zonas más próximas al escenario se aprecia mucho la diferencia entre las voces, pero en una sala con buena acústica, es en la distancia donde se produce el equilibrio, pues las voces se igualan, dentro de sus diferencias.

Lo dicho, buenas voces y buenos cantantes. Todo un lujo.