El viernes pasado tuvo lugar el homenaje que cada año se suele realizar a Alfredo Kraus en su ciudad natal en el aniversario de su nacimiento. Esta año estuvo protagonizado por el tenor Javier Camarena, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria con su nuevo titular, Karel Mark Chichón.
El programa, que en la parte vocal repasaba parte del repertorio de Kraus , consistió de:
- Obertura del Barbero de Sevilla
A te, o cara
Tombe degli avi miei…Fra poco a me ricovero
Obertura de la Vísperas Sicilianas
Ella mi fu rapita… Parmi veder le lagrime
Lunge da lei…Dei miei bollenti spiriti…O mio rimorso
Danza bohemia de Carmen
Pourquoi me réveiller
Preludio de La Revoltosa
Por el humo se sabe
Te quiero, morena
Intermedio de La boda de Luis Alonso
Flor roja
No puede ser
Las propinas fueron una versión impromptu del "cumpleaños feliz" dedicada al homenajeado
, El día que me quieras, un arreglo sinfónico del Tico-Tico y una versión "deconstruída" de Granada que no sé si le hubiera gustado a Agustín Lara.
Camarena estuvo muy bien, aunque no lo noté tan pletórico como en la
Fille de abril pasado (bien es cierto que la acústica del Auditorio Alfredo Kraus no es tan buena como la del Teatro Pérez Galdós). No se permitió ningún alarde hasta justo el final de la primera parte, cuando coronó el
O mio rimorso con un excelente do agudo y lo mantuvo lo humanamente posible. Por cierto, que la escena de la Traviata fue lo que más me gustó de todo el concierto. En un par de momentos se notaron las ligeras veladuras en los pianísimos que se habían comentado en el foro a raíz de su reciente concierto en Madrid.
Camarena, que estuvo muy dicharachero, declaró que Kraus era el faro que iluminaba su carrera y saludó repetidamente al palco donde se hallaba la familia del tenor fallecido.
Durante toda la función se fueron proyectando a espaldas del tenor imágenes de Alfredo Kraus con el atavío de los distintos papeles que se interpretaban. He de decir que estas proyecciones le hicieron un flaco favor al intérprete entre la parte del público que, como yo, era lo bastante viejo para haber tenido la fortuna de oir a Kraus en vivo. Camarena es un gigante entre la pléyade de tenorinos que pululan hoy en día, pero comparado con Kraus, como que no. No sólo es un tema del peso de la voz (con Kraus ningún director tenía que hacer encaje de bolillos para no taparlo con la orquesta durante la Jota del Trust de los tenorios), sino del fraseo, el acento, la variedad, la expresividad... La escena de Edgardo de Camarena, que estuvo muy bien cantada y no se le puede poner nigún pero, si se compara con Kraus resulta monótona y fría. En definitiva, que podían haberse ahorrado las dichosas proyecciones
.
Chichón acompañó a Camarena con mucho mimo y en las partes orquestales se explayó con su acostumbrada afición a resaltar los juegos de dinámicas y los cambios de ritmo. Cada vez que lo veo dirigir me parece que la mayor preocupación de este hombre es que el público no se aburra. En particular, su obertura de las Vísperas Sicilianas no sé si será musicológicamente muy ortodoxa, pero parecía capaz de levantar a los muertos de sus tumbas.