Me animo a escribir unas líneas sobre el desangelado Don Pasquale ofrecido en el Palacio Euskalduna estos días, y lastrado por la huelga de la orquesta, que obligó a que, al menos en la primera y segunda función, fuera sustituida por piano. En la primera aún peor, porque además de la falta de orquesta, los asistentes hubieron de sufrir el cambio de Chausson por Bordogna en el rol titular.
Dentro de Donizzetti, prefiero sus obras serias o trágicas a las cómicas, y dentro de éstas, El elixir sobre el resto, por lo que Don Pasquale no es una de mis partituras favoritas, aunque reconozco que es graciosa, tienen buenos momentos y que es muy deudora de Rossini (demasiado en ocasiones). Como bel canto puro que es, las voces son fundamentales, y más en este caso en que no hubo orquesta, aunque hay que reconocer el titánico trabajo del pianista, Diego (no recuerdo el apellido) que tocó dirigido por Roberto Abbado, quien además concertaba las voces.
La puesta en escena de Jonathan Miller, que se basa en un corte transversal a la casa de Don Pasquale, viéndose todas las estancias en tres pisos, es muy vistosa, y recuerda bastante a la genial puesta en escena de Ponnelle para la Cenerentola, pero con menos gracia. La de Miller adolece además de varios defectos. Primero y principal, los solistas cantan desde el fondo del escenario, lo que conlleva una pérdida de sonido. En el caso de Norinna, canta la primera parte de su cavatina desde el último piso lo que la hace casi inaudible. Por otra parte, ni se resuelve bien la parte del jardín (se cierra la casa y ya) ni hay coherencia en algunas escenas (¿por qué está Norinna en casa de Don Pasquale ya desde su aria de entrada?). Pero en general , agradable y vistosa, con una gran escenografía y correcto movimiento de coro y figurantes (quizá demasiados).
El gran Carlos Chausson fue Don Pasquale. Con una voz ya no tan lozana, sigue marcando autoridad , con una proyección evidiable y el toque cómico perfecto, gracioso sin ser bufonesco. Un artista, qué duda cabe, y de hecho su dúo con la soprano fue lo mejor de la noche.
Jessica Pratt como Norinna desplegó todos los resortes del belcanto, con trinos perfectos, sobreagudos de infarto, filados y coloratura impecable. Lunares: no está muy desenvuelta en lo cómico (fue ganando a medida que avanzaba la noche) y en ocasiones tiene problemas de proyección, lo cual ya se había puesto de manifiesto en su Somnanbula hace dos años en el mismo teatro. En todo caso, una soprano ligera de primera y, con Chausson, lo mejor de la noche.
El barítono Javier Franco fue un Malatesta de timbre atenorado, con problema en los graves, pero correcto por lo demás, con buen saber hacer actoral y que supo seguir a Chausson en la endiablada segunda parte de su dúo "aspetta aspetta cara sposina". Bien sin tirar cohetes.
El tenor sustituto del inicialmente previsto resultó ser Santiago Ballerini, de timbre no ya blanquecino, sino directamente lavado con Ariel en numerosas ocasiones. De volumen poco menos que inexistente (su papel en el universo donizzetiano no debería pasar del Normanno en Lucia), destrozó el Cercheró lontana terra, con un simulacro de agudo al final bastante grimoso. Algo (poco) mejor en su serenata, pero en general, muy insuficiente. Sorprende ver los papeles que afronta según el programa de mano.
En fin, función relativamente disfrutable, pero salvada por el dúo protagonista. Esperemos que la orquesta desconvoque la huelga en breve porque Don Pasquale pase, pero Manon y Salomé a piano les va a suponer a la ABAO un abono menos.
_________________ Ogni saggiezza chiudesi nel gaudio e nel amore
Última edición por don alfonso el 22 Nov 2017 14:22, editado 1 vez en total
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