Y finalmente, el pueblo pudo asistir el día 6.
Si lo que quería el Teatro Real era celebrar su dichoso bicentenario, después de habérnoslo metido hasta en la sopa todo este tiempo hasta en los anuncios de seguros de coches; lo menos que podría haber hecho era abrir la venta el día conmemorativo. Galas de homenajes a grandes artistas han sacado sus localidades a la venta. Y encima, pese a la presencia nutrida de la jet-set patria el teatro estaba medio vacío, como ya se ha dicho.
Hoy la asistencia ha sido considerable. En lo personal, tenía ganas de ver esta obra después de perderme la producción de 2003 con Zajick y Bros. La Favorita es conocida por un puñado de arias famosas, pero hoy en día no se programa demasiado, quizá por la falta de cantantes que le hagan justicia ¿o por el argumento? ¿o por la competencia de otras obras? Quién sabe. Yo creo que podría programarse más, la música es bella y con una puesta en escena se haría más disfrutable. Aunque pese a que argumentalmente es peor, uno ha crecido escuchando la versión italiana y creo que de haberse cantado en este idioma habria disfrutado mucho más. En mi mente las arias se llaman Una vergine, un angel di dio, Spirto Gentil, O mio Fernando o A tanto amor.
Esta versión de concierto tenía un reparto prometedor.
El principal reclamo era el Fernand de Javier Camarena. En esta ópera de tenor las esperanzas estaban puestas en él. No puede decirse que defraudó, pero no sentí mucho que el éxito de sus Puritani del año pasado se repitieran. Empezó un poco a media voz en el Un ange, une femme inconnue, pero a partir del dúo con Léonor empezó a estar espléndido, con la voz a pleno rendimiento. En la caballeta final del primer acto impresionó al público. La voz es hermosa y el mexicano domina el repertorio, pero la dificultad del personaje a veces puede con él. Pero cuando se viene arriba es capaz de desatar la locura en el público y nos regala agudos impresionantes. En el aria Ange si pur pasó algún pequeño apuro pero en el dúo final con Léonor volvió a estar a gran nivel.
Jamie Barton como la protagonista ha supuesto una gran sorpresa. Tras una entrada algo tapada por la orquesta, una contundente y bella voz de contralto se abría paso para impresionarnos con un dominio absoluto del canto y del personaje: unos dúos con el tenor verdaderamente magníficos, una preciosa versión del O mon Fernand (aunque para mí siempre será O mio Fernando) y una aún mejor de la caballetta siguiente, con un agudo impresionante en la fiancée sera morte ce soir, de los que retumban oídos.
Simone Piazzola fue un decente Alphonse. Si bien en su primera aria pasó algún apuro, en las siguientes escenas y en la famosa aria Pour tant d'amour mejoró notablemente, y con todo me gustó su interpretación.
Simón Orfila fue un gran Balthazar, siempre con su poderosa voz de bajo, y con mucha autoridad y presencia.
Grandes comprimarios, Marina Monzó fue una deliciosa Inès siendo aplaudida con su escena de entrada, y Antonio Lozano fue un excelente Don Gaspar, que debe de ser el primo de otros intrigantes como Spoletta o Normanno. El coro dio una gran actuación, pero lo que esta vez me dejó pasmado fueron sus intervenciones en el acto cuarto; alcanzando un canto en pianissimo muy bello, casi etéreo.
Daniel Oren hizo un buen trabajo al frente de la orquesta, pero con matices: no la llevó a un nivel supremo. Durante el preludio, tras una excelente ejecución de las cuerdas, la orquesta en sus tutti sonaba con demasiados decibelios. Pero por suerte esta obra tiene muchos y muy bellos momentos orquestales, como el ballet que se representó entero, las introducciones a cada acto, bellísimos solos... y es ahí donde Oren se desempeñó notablemente y extrajo de la orquesta un bello sonido.
Pese a que siento que el nivel no fue todo lo sublime que personalmente esperaba, hay que decir que esta ha sido una muy disfrutable noche de ópera. El público estaba tan entusiasmado que al terminar la obra, los aplausos se prolongaron por largo tiempo.
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