Se rodeaba bien la Sra. Dimitrova. Grandísima cantante, por cierto.

es que me parecía raro que nadie la mencionara como una Lady relevante. con ese chorro voz que gastaba la señora, lo natural es que hubiera cantado el personaje.

gracias por las referencias, en todo caso.

Lo que no sabía yo es que Justino Díaz se había atrevido también con el papel de Macbeth; en roles baritonales sí (aunque frecuentados por bajos cantantes) como Escamillo, Scarpia y hasta Iago (si le perdonamos esos penosos ascensos al agudo). En cualquier caso, es un cantante que produce bastante rechazo en algunos críticos, sobre todo italianos. Lo vi, en su día, como Mefistófeles de Gounod o como Padre Guardiano.

Plácido Domingo, Raphael, Mick Jagger... grandes cantantes que cantaron mucho. Ahora cantan menos y cantan peor. Es lógico, el desgaste de materiales, así es la vida. ¡Como esas viejas glorias del fútbol ahora jugando partidos de veteranos con fines benéficos! Les sostiene el cariño del público, que ha envejecido con ellos y piensa en su butaca: "Si Plácido a su edad aguanta sobre las tablas, a mí no me vencerá el puñetero colesterol alto! Aún soy joven!" Respetar al viejo león... me parece bien. Saludos.

Ayes estuve en el Macbeth y qué quieren que les diga, lo de Domingo me pareció milagroso. El enésimo renacimiento vocal de este artista incombustible, que a una edad en la que podría estar haciendo cruceros todo el año o jugando la partida a la fresca con los parroquianos, mantiene una vitalidad y una entrega en el escenario que ya quisieran tanto cantante joven y camelodivo actual que vemos sobre las tablas. Cuando escuchamos a diario voces sin proyección, sin apoyo, sin timbre, ayer un avanzado septuagenario llenó el teatro con un material sonoro, aún bello e íntegro tímbricamente. El papel, con abundante pasajes de declamado, le permite lucir acentos, personalidad, intensidad, carisma y esconder los problemas de aire que en los cantabile le impiden terminar, rematar las frases. Lejos de acomodarse con una versión concierto tieso como una vela y leyendo "la cartilla" opta por una semiescenificada en que ofrece un entregadísimo trabajo escénico, vibrante y rebosante de vitalidad.
Podrá gustar más o menos el Sr. Domingo; se le podrá criticar esta segunda carrera baritonal y todas esas críticas tendrán sus argumentos de peso, pero no se puede negar lo evidente. Su energía, su entrega, su inteligencia y fondo musical, en qué sorprendentes condiciones mantiene su timbre después de tantos años y tantos excesos, su carisma y personalidad y, en definitiva, que es mito de la ópera y que pertenece a una época en que aún el género se escribía con mayúsculas. Cierto es que sus seguidores son legión y vienen de todo el Mundo (ayer el teatro parecía la ONU), pero sin serlo y con la mayor objetividad posible, estaba repasando las 12 veces que he visto Macbeth en vivo y no puedo colocar a ningún barítono por encima de Domingo. Ni lo hay en la actualidad, desde luego.

Vivimos tiempos oscuros.

Yo estuve ayer también y tengo que coincidir con Don Carl. Ahora mismo el otro Macbeth principal en los teatros es Lucic, pues yo para eso me quedo con Domingo de largo.

Además ayuda que ayer tenía uno de sus buenos días, en los que se nota que no acaba de llegar de un sarao al otro lado del mundo o se ha pegado una buena siesta. El caso es estaba más en forma que en las otras dos óperas que le he visto este año (Nabucco y Traviata). Sobre todo en la segunda estuvo muy reservón para echar todo en «Di Provenza», pero ayer sono más uniforme (también ayudan los declamados que le permiten coger aire, que es lo que más le falta lógicamente).

Por otra parte, reitero mi apoyo a este tipo de versiones semiescenificadas frente a una modalidad de concierto pura.

Y díganme, caballeros, también ayer mostró en su escena final este timbre ahuecao hasta lo grotesco, esos acentos como de viejo cascarrabias en el recitativo, ese canto asmático, esa emisión que siempre busca el estómago cuando el barítono verdiano debe ser todo lo contrario, esa monotonía que sólo se rompe por la angustia de saber si acabará la siguiente frase...

https://www.youtube.com/watch?v=ds0nKs6qbsU

Porque vamos, a mí lo que hizo hace algunos años Dimitris Tiliakos, sin tanta mitología, me pareció muy muy superior. Lo de Domingo suena casi a estafa.

Tiliakos tiene voz de partichino. Hábilillo como fraseador, pero ese material en Verdi... absolutamente insuficiente. Un sonido de Domingo en teatro y su carisma y personalidad dejan en el olvido al honrado Tiliakos. Ayer estuvo particularmente bien de voz, muy superior al Macbeth que le ví en Valencia.
Las desventuras de Macbeth interesan más narradas e interpretadas por Domingo que por el anónimo Tiliakos. Es así, eso se nace con ello. Como Curro Romero haciendo el paseillo o desplegando el capote.

Estoy de acuerdo, debo decirlo: el único que proyectó correctamente, y al que mejor se escuchaba de todos los intérpretes (hablo de la función del día 14) fue Domingo. Lógicamente ahí estaban el excesivo y continuo vibrato, el engrosamiento de sonidos para forzar el grave, la palpable falta de homogeneidad de la voz en muchas ocasiones, la palmaria dificultad para emitir piani --ante la imposibilidad de sostener ya en condiciones la columna de aire--, pero llegar tan fresco como lo hizo al final de la obra es, realmente, admirable... Teniendo en cuenta, sobre todo, que estamos hablando de un hombre de 76 años, que lleva cantando más de 50... Será, como hemos dicho muchas veces, por la crisis actual de voces y de técnica, pero lo cierto es que fue el intérprete más destacable de la velada (junto con la Lady de Pirozzi).

Lo cual, todo sea dicho, resulta bastante triste, porque lo ofrecido por Domingo no es, precisamente, ni de lejos el Macbeth que pensó Verdi...

Todo esto suena al mismo tipo de mitología del público de Julio Iglesias.

Apianar a Domingo no se le ha dado bien nunca. Ni de tenor, ni con 25 años, ni con 38. No se lo vamos a pedir ahora.

Entiendo las críticas y muchas las comparto, pero claro, azuzar a Domingo pasando por encima de Nucci, otro veterano objeto de las tirrias de gran parte de este foro, ¡con Tiliakos! por favor... por cierto dónde está este hombre. No canta ya ni en Carrión de los Condes.

A mí me decepcionó totalmente la Pirozzi. Qué soprano más aburrida madre del amor hermoso. La voz de centro hacia abajo no existe. De centro hacia arriba timbra y ofrece sonidos restalleates, aunque las notas extremas resultan abiertas y cercanas al grito como el rebemol conclusivo de la escena del sonambulismo. Agilidad trabajosa, fraseo impersonal, sin incisividad, ni contrastes, ni variedad. Sin acentos. Una Lady sin garra, monótona, sin calor. Más que Italiana parecía del circulo polar Ártico.

Pero vamos a ver, Don Gino, si a usted no le ha gustado nunca Domingo. Ni de tenor, ni joven, ni de mediana edad... Ni en sus papeles indiscutibles. Y yo le he criticado todo lo que hace falta, pero no impide reconocerle lo que es justo. En teatro le he visto 54 veces y me ha dado grandes noches de ópera (también fiascos) y así lo digo. Luego en historia global discográfica mesacamillera me gustan más un buen puñado de cantantes, pero en teatro, pocos me han dado las noches de ópera que me ha dado él y que, insólitamente, sigue ofreciendo. Ayer estuvo
sorprendentemente bien. No lo esperaba así. Milagroso.

Sin el elemento del vivo no se puede calibrar a Domingo. Sin ello, no se comprende que cuando sale a escena no se mira a otro lado aunque salga Blanca Suárez en paños menores.

Hombre, la "leyenda" --por decirlo de algún modo-- está ahí, y eso tiene su peso. Uno recuerda lo que hizo Domingo en su momento, comparándolo con lo que llevamos viendo de unos años a esta parte, y claro... Pero no, no creo que mi juicio esté nublado: sé lo que escuché (algo que no tenía que ver con lo escrito por Verdi, ciertamente), pero la verdad es que fue de lo más interesante de la velada... Lógicamente, el resto de las voces --Pirozzi, D'Arcangelo, Jagde-- son jóvenes, lozanas, sonaron como tenían que sonar, pero lo cierto es que "transmitieron" menos...