Anoche tuvo lugar la última función de esta genial ópera. Tenía que despedirme de ella: de su genial música, de esta genial producción que ya se perfila como lo mejor de la temporada y de su genial historia en la que la envidia y el mal destruyen a la bondad.
La representación fue aplaudida con entusiasmo por un teatro casi lleno (que ovacionó a cada solista) y todos dieron lo máximo de sí. La orquesta sonó ostentosa (flamboyant, como me diría mi compañero británico de asiento) y por momentos mucho mejor que el pasado día 12.
Ivor Bolton ha firmado su mejor trabajo hasta el momento con la orquesta del Real , logrando una versión opulenta y también íntima como en el acto cuarto. El coro magnífico como siempre.
Imbrailo ha sonado mejor que la otra vez, y su actuación sigue impecable. Sí que he notado cierto cansancio en
Spence y
Sherratt pero no dejaron de interpretar y cantar al máximo. Brindley Sherratt se confirma como la gran revelación vocal de esta temporada madrileña con su tremenda y terrorífica voz de bajo profundo. Hacía tiempo que no veía un bajo que además de tener voz de vida a un villano tan terrible por medio de una actuación singular. Ojalá pueda volver a disfrutar de su arte algún día.
He reparado de nuevo en la gran labor de los comprimarios, y
Manel Esteve ha hecho un excelente Bosun, con una voz enorme y convincente.
Sam Furness ha estado mucho mejor anoche como el novicio y
Clive Bayley volvió a demostrar sus tablas como el entrañable Dansker. Y olvidé mencionar el otro día a
Duncan Rock, quien hizo un Donald para el recuerdo con su voz atlética y su físico espectacular.
Y qué decir de la puesta en escena de la señora Warner. De nuevo nos muestra un ambiente opresivo y sombrío con poco atrezzo. Sin embargo una segunda vez permite reparar en nuevos detalles:
Que el hombre que está en una esquina al principio y al final de la obra es el viejo Vere. Toby Spence es el pasado que recuerda y que quizá ese venerable anciano en escena ya no puede narrar. Como si sólo le quedase la herramienta de la reflexión cuando la voz ya no puede expresarse.
La dirección de actores consigue que el entusiasmo y la generosidad de Billy no sólo contagien a sus compañeros (por cierto,
De nuevo me parecen muy bellos los interludios: tanto esa iluminación azul antes de la primera escena de Vere, como en la última escena la aparición del coro con movimientos tétricos y sintonizados, reflejo de su furia por la ejecución de Billy. Como ya dije el otro día, el acto final de la ópera es el mayor éxito de toda la puesta en escena: una iluminación tenue en medio de un escenario oscurecido que muestra la desidia y el pesimismo del la tragedia final de Billy. Tremendo el momento del aria de Billy en la prisión "Look! Through the port comes" en el que mientras Billy canta a oscuras su triste destino arriba puede verse a un Vere cabizbajo ¿será que es capaz de oír los lamentos del marinero acusado injustamente?)
Por cierto que no he podido evitar encontrar en este momento de la obra algo parecido al esquema aria-escena-caballetta: primero esa aria maravillosa que es un adiós a la vida (emotivo como el de Cavaradossi), luego la escena con Dansker y luego otro momento de Billy en solitario "And farewell to ye, old Right's o'Man". La música no puede ser más inspirada: las cuerdas entonan una música tenue pero sombría, mientras Billy debe cantar en piano muchas veces (algo que sonó muy bien anoche uniendo los pianos de Imbrailo con los de la cuerda dirigida por Bolton, resaltando lo íntimo y triste de la obra) y a la cuerda le responde una flauta que suena tétrica, reflejando lo tenebroso del ambiente. Todo un descubrimiento para mí.
De nuevo debo hablar sobre las tensiones homosexuales en la obra: de esa evidente atracción de Claggart por Billy Budd, lo que muestra a un hombre con una sexualidad reprimida, que quizá utilice también el sexo como herramienta de abuso de poder a bordo (¿Por qué no pensar por ejemplo que ha mantenido más que una charla paternal con el novato?) y al ver el poder de atracción irresistible de Billy Budd no resista asistir a la caída de su imperio de terror para mantener lo que él cree que es un orden, y por tanto actúe en consecuencia.
En medio de un mundo de hombres aislados del mundo durante meses, no es descabellado pensar que Billy despertase más que admiración y simpatía entre sus compañeros. Incluso tanta entrega al Capitán Vere, por quien daría la vida ... y este capitán Vere que no desea por nada del mundo castigar a ese chico que se ha ganado su simpatía, y cuya reacción teme al final de la escena a darle la mala noticia de su futura muerte ... ¿no indica que hay tiernos sentimientos de amor? ¿No podría expresarlo mejor en una época en la que todavía no podía hablarse abiertamente de esos sentimientos?
Todo esto me vino a la mente por un momento del montaje en el que Billy mira a los ojos a Vere y le acaricia tiernamente el rostro.
En definitiva, una producción para el recuerdo. Y se convertirá en referencia en cuanto salga en DVD, estoy seguro.