Ayer estuve en la Aida que comentó Yllanes hace un par de semanas, con Monastyrska, Berti y Gubanova. Como bien es sabido, la producción de Sonja Frisell se estrenó a final de los 80 y es probablemente la mayor máquina de hacer dinero que tiene el MET. Recordar que esta temporada, solo las funciones de Tristan con Simon Rattle se habían agotado hasta ahora, y al menos estas cuatro primeras de Aida, están prácticamente con el sold-out.
Tras la función de ayer, uno se plantea muchas cosas. Digo esto porque las únicas ovaciones cerradas que hubo se las llevaron los caballos. Sí sí, no me he vuelto loco. Fue salir los caballos en la marcha triunfal y una parte importante del público se dedicó a vitorear mientras otros la canturreaban. Así que ya saben los teatros cuando se planteen como llenarlos. Aida con caballos. No falla. Y eso que muchos llevan como digo desde 1987 supongo que vitoreando lo mismo.
Otra cosa que me llamó la atención, es que si mal no recuerdo, y algún forero con mas conocimientos y memoria me podrá corregir, esta producción la iba a hacer Zeffirelli, y…se la tiraron para atrás porque era demasiado cara. Pues si ésta de Sonja Frisell es la low-cost, no me puedo imaginar cómo sería la tope-cost.
A nivel musical, tuvimos un par de actos pobretones, los dos primeros donde solo aparecieron Marco Armiliato, la Monastyrska y el Ramfis de Dmitry Belosselskiy. Los dos últimos por el contrario estuvieron a un nivel muchísimo más alto. Armiliato demostró una vez mas su conocimiento de este repertorio, con ritmo y pulso verdiano que no decayó en ningún momento sumado a su competencia como buen acompañante. Quizás algo mas de vuelo y de inspiración nos hubieran llevado al mas allá en el acto final, pero hubiera sido demasiado.
Monastryka, en un papel marca de la casa sigue espléndida de voz, impactante en todos sus registros, con agudos penetrantes y con los papeles en regla. El único pero con respecto a su Aida de hace un par de años en Hamburgo es que empieza a tener un vibrato que aún no es preocupante, pero que no debe ir a mas.
Marco Berti se fumó un puro con el Celeste Aida. Total, siempre se aplaude. Sin embargo, se marcó un tercer acto imponente. Siempre le echo en cara su nula expresividad y su monotonía, pero ayer me sorprendió positivamente desde su entrada con el “Pur ti riveggo, mia dolce Aida”, todo el dúo-trío con Aida y Amonastro, y terminó con el “Sacerdote, io resto a te” espectacular. Tras la exhibición de agudos squillantes, aún se dejó bastante para el final donde sus “O terra, addio” fueron sentidos y expresivos. Mucho mejor que el Calaf de enero pasado.
A Gubanova le falta cuerpo vocal para Amneris, pero canta con mucho gusto y sin forzar. Prefiere no forzar a que se la oiga por lo que su canto es natural y calido, lo que es de agradecer. Muy implicada en toda su escena final, podemos calificarla de notable.
Bastante deficiente el Amonasro de Mike Delavan, todo en la gola, sin proyección mas allá de los trucos habituales como mugir continuamente para gritar el “Non sei mia figlia!, Dei Faraoni tu sei la schiava!” muy efectista. Por el contrario bastante interesante el Ramfis de Dmitry Belosselskiy, de voz profunda y noble. Pobretón el rey de Soloman Howard.
_________________ Todo esta en la partitura salvo lo esencial. Gustav Mahler
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