He sido el más efusivo en celebrar la sobresaliente actuación de Camarena, pero se ha hablado sobre Flórez y eso son palabras mayores. Dentro de 100 años, si queda alguien con gusto en la tierra, seguirá deleitándose con el Bellini de Flórez y envidiando a aquellos aficionados de principios de siglo XXI que tuvieron las suerte de presenciarlo.
Lo de Flórez con Bellini es algo fuera de serie, sin hablar de su Elvino que es sin duda el mejor intérprete histórico, siendo el maestro Kraus el mejor intérprete de I Puritani, su Arturo ya ha dejado huella imborrable. No es una ópera además que deba cantarse durante décadas.
He visto todos los I Puritani de Flórez escenificados en vivo y más allá de significar que tenores con más peso puedan sacar partido en algunas escenas, han sido siempre lecciones magistrales de canto.
Recuerdo su debut en Canarias, en una función que desbordó entusiasmo por los cuatro costados, acompañado de un reparto joven y español que riendieron a altísimo nivel. Será siempre inolvidable en mi recuerdo operístico las primeras frases que escuché a Flórez en esta ópera, en ese maravilloso interno que muchas veces pasa inadvertido, pero que en esta ocasión cobró una fuerza mágica por la hipnótica belleza que se apoderó del escenario. Aún sin ver a Flórez todavía, su superlativa clase en el fraseo irrumpió como un gigante en ese pequeño teatro de Las Palmas, ofreciendo uno de esos momentos primorosos que uno casi no puede agarrar entre sus manos por lo efímeros que son.
Y es que Flórez y Bellini tienen un pacto firmado con sangre que te llega al alma. Estas cuestiones son insondables pero haciendo un esfuerso tendrías que recurrir a explicarlo a través de su majestuosa línea de canto de una belleza sublime gracias a su ajustado tono melancólico y a la mesura con la que Flórez desgrana cada sílaba, en un legato inmaculado y midiendo siempre los alardes, sabiendo que en Bellini lo hermoso lo es por sí mismo. Su sabida facilidad para las agilidades las controla para no convertir el canto en un fuego artificial que podría confundirse con el estilo rossiniano, sino que lo centra en la pura belleza de la emisión y la melodía. De igual manera en los da capo introduce las variaciones justas, que dan prestancia y distinta significación, pero manteniendo siempre la homogeneidad estilística de la pieza.
No puedo dejar de recordar en este pequeño repaso Belliniano de Flórez, aquella función de Bolonia donde escuché por primera vez ese magnífico fragmento, un terceto que encubre una preciosas aria de tenor, que Bellini cortó por cuestiones dramáticas y que desde este punto de vista es entendible, pero que desde la propia observancia de la hermosura y superlativa calidad musical me parece incomprensible que esté tan enterrado y olvidado. Flórez hace una interpretación excepcional de este pasaje de complicada tesitura y depurada línea de canto. Aquí os lo dejo para terminar este pequeño recuerdo a este gran cantante y a este extraordinario compositor.
https://www.youtube.com/watch?v=Ki4JJ2pjbaI