Quizá fuera más adecuado poner estos comentarios en ¿Qué está escuchando usted en este momento?, pero me ha parecido oportuno incluirlos aquí por seguir el hilo.
Bueno, pues gracias a la amabilidad de dos foreros, que agradezco en el alma, y cuyos nombres mantengo en privado, ya que esta es la forma en que se me han dirigido, he podido ver esta Juive, que me ilusionaba mucho. Contra mi costumbre, haré como los críticos de ahora y hablaré en primer lugar de la producción. Creo que Tunner se ha quedado corto al calificarla de "bodrio". A mí me ha parecido infame: tristona, oscura, con todos los personajes vestidos de negro excepto Rachel, con la por lo visto inevitable traslación temporal llena de gabardinas y nudos de corbata flojos. Eleazar es un ciudadano con gafas provisto de un maletín, en el que se supone que transporta las joyas, pero no se puede evitar que su aspecto sea el de un funcionario de algún ayuntamiento de tercera clase. Por supuesto, no hay ninguna referencia al hecho de que De Brogny es cardenal. Leopold canta su aria en una extraña postura haciendo equilibrios en una especie de escalera (esto de cantar arias en posturas raras está muy de moda). La escena final, en la que presenciamos la ejecución de Rachel entre las llamas, parece ser un contrapunto después de más de tres horas de negrura y oscuridad. El equipo de produccioneros se lleva un buen abucheo al saludar. Y uno, en su inocencia, piensa que este suplicio no puede ser para siempre. Diremos: "¿Hasta cuándo?", o más bien aquello que nos enseñaron en el colegio y gustaba tanto a los de letras: "Pusbe tandem Catilina abutere patientia nostra?" (Perdón si hay al guna inexactitud, pero es que yo soy de Ciencias).
Y vamos con lo que de verdad interesa: El elenco vocal reunido. Mi única experiencia en directo con Kurchak fue con Adina, y me quedé con la impresión de que el papel le venía grande. Inútil es decir que no tenía muchas esperanzas acerca de su encarnación de Rachel. Y el caso es que me ha sorprendido. Creo que, a fuerza de entrega, consigue sacar adelante su cometido, si bien produce una clara sensación de esfuerzo y está muchas veces al límite. Vera Lote-Böcker, de quien no tenía noticia, cumple adecuadamente en Eudoxia. Osborn, a quien escuché en directo este mismo papel en París, repite su excelente actuación de entonces. El bajo Anger hace un magnífico De Brogny. Y Alagna. Es el más perjudicado por el esperpento de producción, a pesar de lo cual está muy bien durante toda la obra, con su bellísima voz y su sentido del fraseo, pero ¡Ay!, se viene abajo cuando llega su momento, con una anodina versión de "Rachel, quand du Seigneur", muy inferior por intensidad y matización a Schicoff, y a años luz de Tucker. Canta la cabaletta. Pues claro. Hay que cantarla, aunque Schicoff se acojonara en su día. Es muy de agradecer, pero el intento le resulta fallido, ya que pasa visibles apuros y tiene que cortar algún que otro agudo. A pesar de todo, es de esperar (más bien es un deseo) que con las sucesivas funciones vaya mejorando y acabe de coger el aire al personaje. La dirección de De Billy al frente de la estupenda orquesta bávara me ha parecido vigorosa y brillante.
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