Claro, es un animal.

Si fuera un buey la ópera podría llamarse Moisés aró.

Me gustan los animales, pero ese toro me ha caído gordo.

Gracias a todos -incluidos los torpedeadores- por sus comentarios: está quedando un hilo tan instructivo como entretenido. Moses und Aron me atrae mucho, aunque las versiones a las que me he acercado hasta ahora no me han convencido. Traté de cuadrar fechas para acercarme al Real, pero no ha sido posible.

Lo de la belleza de la obra daría para un hilo aparte. En principio, estoy con Ulysses -si no le he entendido mal- en el sentido de que el arte no tiene por qué ser bello, al menos en el sentido clásico de la expresión. Pero probablemente Ritter o Wanderer entienden la belleza en un sentido distinto. No vendría mal aclararlo.

Ahora no tengo tiempo para extenderme, pero me parece que hay algunos foreros que centran su concepto de belleza en música en la melodía. Pero la belleza en música puede (¿debe?) ser mucho más que eso. Es como si en pintura la belleza sólo fuese el dibujo, ignorando el color, la textura, etc., etc.

En el Moisés, sin ir más lejos, la escritura orquestal y, sobre todo, el contrapunto en las partes corales, y la expresividad dramática de éstas son, en mi opinión, profundamente bellos. Y el texto también tiene segmentos bellos... Pero sí, esto quizás de para otro hilo. (Y, ya sabe, yo soy el que encuentra Werther horrorosa ).

Saludos,

La belleza cambia; esto es bello



y esto también

En efecto. Moises y aaron tiene momentos muy bellos. No se trata sólo de una fría disección intelectual. Y hay demasiadas obras que tienen melodías bastante feas.

Por otra parte, a veces nos despista la famosa Klangfarbenmelodie. Pero melodías haylas.

En la fe mosaica que profesaba don Arnold el 13 es un número de buena suerte.

Estuve el pasado sábado en el real y salí trasconejado por una partitura hipnótica, bien interpretada por una orquesta que parece que siempre la haya estado tocando, y por un coro que no tiene precio. Es por tanto que los cuerpos estables han estado óptimos.

El montaje empezó a molestarme porque me distraía de la riqueza musical que salía del foso, y eso que cuando hay desnudos en el escenario, a servidor le entra el Fernando Esteso que llevo dentro, me olvido de todo y me pongo en plan Tinto Brass, Christian Grey y Emmanuelle en un barrizal (o en la playa de supervivientes, que al caso...)

Suscribo lo dicho sobre Dohmen, aunque no lo dicho sobre John Graham-Hall. De acuerdo que empezó flojo y la orquesta podría haber hecho con él lo que le apeteciese, pero hizo un segundo acto apañado y un tramo final junto a Dohmen encomiable a la par que maravilloso, con mucho sentimiento.

En fin, un día fabuloso que se cerró con una champions, concierto de Freedonia en las Vistillas y cerrojazo al after Contraclub.

Lo mejor en el montaje de este Moses und Aron: la joven que podemos disfrutar en porretas... (¡qué tobillos tan bonitos y con ojos tan hermosos los suyos...!).

La propuesta escénica de Romeo Castelluci es estética e interesante: mucho más teniendo en cuenta que el libreto es teatralmente nulo... Tanto que encima no hay tercer acto porque Schönberg jamás la terminó y a la gente le da igual que falte un tercio de la obra por componer y la tlldan de obra maestra... Cosas veredes...
Ahora, la obra me ha parecido un ladrillazo de auténtica impresión, y encima se hace mucho más dura al no llevar pausa y convertirse en dos horas de ruido quiero decir música... Lo mejor es que la música está siempre tan alta que es imposible dormirse a pesar del coñazo que es...
Y todo esto lo digo después de haberla visto, para que luego no digan que hablo sin saber o sin experimentar.
No me pescan en otra de estas en la vida...

Yo volví el domingo y disfruté aún más que en el estreno. Un espectáculo increíble, una música maravillosa (con momentos de gran belleza) y un libreto insondable y perturbador. Graham-Hall me parece un héroe, cómo siente cada nota del papel y matiza cada palabra, a pesar de la inclemente tesitura. El trabajo de Castellucci es sencillamente lo mejor que hemos visto en el Real en un buen tiempo, al nivel del Orpheus de Pina. La escena final con el telón sobre un Moses derrotado es inolvidable. El mudo acto III es el colofón perfecto para esta obra maestra: la Ópera acaricia el fondo del oceano negro, no se puede seguir más allá.

Curioso que el señor John Graham-Hall, hizo dos papeles pequeños en la grabación dirigida por Pierre Boulez, donde el Aarón era Chris Merritt.

Ya me sonaba el nombre.

Y también curioso lo subjetivo de lo que a cada uno le gusta y considera bello. Está claro que para muchos ha sido la obra del año.

También asistí el domingo. Y como estoy haciendo ultimamente y me está dando muy buen resultado, me la preparé todo lo que pude. Varias escuchas (partidas, imposible del tirón), lectura de libreto, lectura de artículos y temas relacionados... Y con la firme creencia que todo ganaría en directo.

Pues, desde la humildad porque de música sé poco y de simbología todavía menos, reconozco mi más absoluto fracaso. Me pareció todo, no sé cómo definirlo. Vamos, que no había por dónde cogerlo. Tanto la música como el libreto los soporté mejor en casa. Y eso que aguanté sin mirar el reloj toda una hora, con mucho esfuerzo y diciéndome a mí misma que seguro que había pasado más tiempo del que parecía.

Y la puesta en escena, pues fea no era, pero no entendí absolutamente nada. Desde el súper 8 del techo hasta el telón negro del final, pasando por el diccionario, Easy Rider, el chapapote y los metros y metros de película. Estuve evitando leer las palabras, porque me iban a distraer, y ya digo que iba con mi mejor disposición, pero una vez que de reojo vi "salchichón" ya no pude parar. Aprendí un montón de tipos de serpientes y recordé los nombres de los ríos, entre muchas otras cosas. Luego vino Easy Rider a tomar el relevo. La verdad que impresionó más que lo que se ha visto en las Ventas, que este año ha estado el tema muy flojo. Eso lo entendí: el becerro de oro. Pero luego comenzó el tema chapapote y me volví a perder. Al personal de limpieza le darán un plus, porque dejarlo listo para el día siguiente debe ser tela, con lo blanco que empieza todo. Luego vino el momento capa de cinta de cine, que me recordaba a la del Lord Comandante, y luego se acabó.

Y la gente aplaudió a rabiar. Y braveó. Y yo también aplaudí, porque cantar y tocar lo que acababa de oír debe ser muy difícil. A mi modesto entender, debe ser como aprenderte las páginas amarillas y decirlas del tirón. Eso sí, el coro mención especial, lo que más me gustó.

Y mi admiración por los que lo entienden, lo valoran y les gusta. Mientras bajaba las escaleras una persona comentó que, excepto un pequeño momento de caos, la orquesta había estado espectacular. Me quito el sombrero.

Lo he intentado, pero esto no es para mí. Simplemente no me gusta.

Me parece muy valiente y sincero tu mensaje, Luz.