Función con claroscuros pero interesante anoche en el Pérez Galdós.
Ambrogio Maestri sustituyó al inicialmente previsto Leo Nucci. Es un barítono al que conocía de un par de retransmisiones (cine y radio) que me habían dado la impresión de un cantante más que solvente. Sin embargo, por razones que ignoro, ayer no tuvo su noche. Sólo se le notaba a gusto cantando a pleno pulmón; por el contrario, en las medias voces la voz se le desimpostaba y perdía color. Hay que decir en su favor que, en vez de tirar por la calle de enmedio y vociferar el resto de la función, siguió intentando darle al personaje la matización y humanidad que requiere, y que en el último acto mejoró ostensiblemente.
La soprano
Isabel Rey cantó un papel que problemente está en el límite de sus posibilidades vocales. Empezó un poco insegura en su aria de salida, pero ya en el dúo con el barítono lo hizo bastante mejor. Teniendo en cuenta que su voz quizás no sea la más adecuada para cantar la Amelia, puede decirse en general que cumplió satisfactoriamente.
El tenor
Aquiles Machado se presentó este año con una voz de centro cálido y atractivo que le permitió brillar en la mayor parte de su rol; de su garganta salieron las notas más hermosas que se escucharon anoche. No se puede omitir, empero, que a partir del pasaje la voz perdía quilates y que algún agudo sonó un tanto "carreresco".
El bajo
Giacomo Prestia hizo un Fiesco truculento y no muy refinado. De todo el elenco fue el cantante que, con diferencia, más metido estaba en su personaje, el que mostró mejores tablas y el que mayor dramatismo proyectó en escena.
Ruben Amoretti cantó con teatralidad el Paolo, un rol que no le permitió lucirse tanto como en su Mefistófeles del año pasado.
El director
Ramón Tebar me dio inicialmente la impresión de ser de los que dejan hablar a la partitura, sin subrayados innecesarios ni golpes de efecto. Eso sí, cuando llegó la escena del Consejo y destapó la caja de los truenos en la maldición me cogió completamente en fuera de juego
.
De la producción sólo puede decirse que fue pobretona y feúcha.