Noche de estreno del Idomeneo de Kunde con el que nos obsequia el omnipresente intendente que la providencia nos ha regalado, por lo que más que el Idomeneo kundiniano lo llamaría el Idomeneo Livermoriano.
Y es que Don Davide estaba cariacontecido, no levantaba cabeza. La tremenda complejidad y profundidad de la obra le dejo frustrado siendo la obra que más tristeza le había dejado en el pasado. Y claro, en esa labor tan hercúlea de re educarnos y no dejarnos sumidos en la oscuridad de planteamientos caducos, tuvo que contratarse a sí mismo para redimirse, redimirnos, y sacarse un sueldecito, que nunca viene mal.
Y aunque le reconozco algún valor en pasadas puestas en escena, los autonombrados genios del renacimiento me caen gordos.
La puesta de ayer no hay por dónde cogerla. Para mí sólo tiene dos valores, que es barata, y que en la función del estreno se puede escuchar sin repugnancia. En las demás no creo porque auguro tremendos catarros ya que salen todos, cantantes, figurantes, bailarines y coro, empapados.
La genialidad del amo del Palau es que Idomeneo es un astronauta de la Nasa que se despide, en su clásica película mientras la obertura suena, de un niño en pantalones cortos que es Idamante. Aunque son los 60 se sube a un transbordador espacial (no tendría película del Apolo) y se desata una guerra nuclear en la tierra. Cuando vuelve, aterriza en unas ruinas de Las Vegas (entre las ruinas está la entrada al Caesar Palace) y por ahí anda gobernando Idamante ya crecidito en una especie de ONU con policía vestida como los motoristas de Harry el sucio.
Se va uno haciendo a la idea, no?
Sigue con un puente que sube y baja y se inclina en su mitad haciendo de rampa, aunque la mitad que se inclina no tiene ni pilares ni tirantes por lo que levita (no podría inclinarse si estuviera calzado). Todo ello con un charco inmenso en el que todos chapotean y alguno incluso intenta bucear.
Como fondo multitud de proyecciones sobre todo de ojos, de nubes y de agua sobre dos paredes que son espejos en ángulo no isométrico creando efectos, estos si muy logrados, de simetrías singulares.
Como el puente subía y bajaba y apoyaba en un charco se creó una gotera continua que me preocupó porque mojaba a los cantantes que no sólo llevaban los pies empapados de tanto chapotear, sino que les goteaba en la cabeza de tanto en tanto. Mi preocupación se acabó cuando les cayó a todos una ducha en forma de lluvia fina y así todos pasaron la última media hora chorreando.
Como he dicho no me pareció una puesta en escena repugnante, pero no le encontré ningún sentido y molestó a la música con numerosos ruidos (chapoteos entre otros), a los cantantes haciéndoles cantar en condiciones penosas y los asistentes a las próximas funciones porque cancelaciones han de haber con los catarros que han de venir.
El ballet final que corta el hilo argumental completamente, horroroso.
No cuento más detalles chorras como la relación con 2001 y Kubrick o el Neptuno griego en el dormitorio porque ya me he enrollado demasiado.
La orquesta, dirigida magistralmente por Fabio Biondi, sonó de maravilla. No voy a descubrir que Biondi es un experto en el Barroco y el Mozart pre Serrallo se enmarca en el estilo que más le encaja. Mucho barroco ha de venir a Valencia en los próximos años. La música sonó clara, ligera. Cuidada desde la obertura con delicadeza y con gran belleza. Fue excelente y sólo reprocharía un poco más de pasión. Primó la belleza y la transparencia frente a fuerza y la emoción. En momentos como el primer aria de Elettra “Tutte nel cor vi sento” o en el coro en el que el monstruo submarino frustra el viaje de Idamante y Elettra eché a faltar fiereza en la orquesta (aunque no en el coro).
El coro maravilloso. Esta ópera tiene grandes e intensos momentos para el coro y fueron cantados espléndidamente por un coro que va evolucionando de forma muy prometedora dirigido por el gran Francesc Perales. A pesar del agua fueron los que más pasión y emoción pusieran a la noche.
Como me dijo José Luis a la salida, emulando a Vujadin Boskov, Kunde es Kunde. El americano, con voz gastada y leñosa en el centro, sin ser mozartiano ni mucho menos, sacó el papel con un canto seguro, dominante. Con la inflexiones requeridas en cada momento, con la intención necesaria para creerle. Y es que canta con mucha verdad, y al ser así, forzosamente tenemos que creerle.
Monica Bacelli fue una Idamante de trámite, algo entubada y con poco brillo no tardaremos en olvidarla. Yo ya lo he hecho.
Lina Mendes fue Ilia. En Valencia al oír la palabra Mendes, salen sarpullidos. Como no es portuguesa, sino brasileña, seguimos adelante. La vi por primera vez en el Narciso de Scarlatti como alumna del Centro de Perfeccionamiento y no me entusiasmó. Parece ser que aprobó, ya que este año la hemos tenido de Musetta (regular) y ahora de Ilia. Ha evolucionado favorablemente y sin ser una gran voz, tiene un timbre agradable, una línea de canto buena y como en una obra de orquesta reducida y con la ligereza de la música dada por Biondi el volumen puede ser suficiente, su Ilia fue cumplidora.
Elettra fue Carmen Romeu, que empezó floja con una “Tutte nel cor vi sento” dubitativa y con problemas de audición en medios y graves. Pero se le calentó la voz y me pareció majestuosa en “Idol mio, se ritroso”, aria que por otro lado me encanta y echó el resto cerrando un “D’Oreste, d’Aiace” enorme. Puede que sea, again, por el paisanaje, pero me encantó. Voz poderosa, agudos potentes y timbrados que recorrían la sala de esquina a esquina. Intención, pasión. Interpretación cargada de bravura y entrega. Excelente.
Arbace fue un alumno del Centro, Emmanuel Faraldo, que con voz muy ligera y timbre soleado, cantó bonito pero flojito. La robaron un aria por lo que sólo tuvo un momento de lucimiento en el que, aunque falló en alguna nota, canto de forma agradable. Habrá que ver como se desenvuelve cuando la orquesta sea numerosa y la música potente.
Nada más. Publico de estreno, más entrajado y más enjoyado que de costumbre, con alguna cara conocida (¡que mayor vi a Roger Alier!). Noche agradable. Música bien tocada, voces aceptables y Livermore redimido, al menos para él (aunque yo creo que no le gustó ni a él, ya que salió a saludar acojonado y cuando empezaron los aplausos se relajó y comenzó a repartir abrazos).
Última edición por Mandryka el 24 Abr 2016 1:27, editado 1 vez en total
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