pues allí que nos plantamos el domingo 17. teatro con una notable asistencia, y sospecho que más de una vacante se debía al fútbol, ya que el Barça jugaba a las 20.30 contra el Valencia. para cómo fueron las cosas en el Camp Nou, más de uno habría preferido la ópera.
sincerémonos: fuimos a ver al viejo. y el viejo no decepciona. "il vecchio ancora si difende", pronunciaba en camerinos sottovoce, con una pícara sonrisa. la voz pudo estar algo fría y descolocada en el prólogo, pero en cuanto calienta tiene el color de siempre. que sí, que sus agudos van portados (como desde hace años) y el maestro Tribó le sopló alguna línea, pero no se esconde en ningún momento. él tiene su Simón, que a veces recuerda un poco a Rigoletto (quizás a la hora de mostrar la debilidad del personaje), pero que en escenas como el "Plebe, patrizi, popolo" emerge con identidad (y autoridad) propia. Nucci no desfallece, y estuvo especialmente bien tanto en su gran momento del primer acto como en los dúos con tenor, bajo y (ay!) la soprano. a mí el tipo todavía me emociona cantando, y desde luego nadie diría que el sábado cumplió 74 años. sobre todo porque sobre el escenario se oyeron voces mucho más envejecidas y limitadas a pesar de tener propietarios veinte y treinta años más jóvenes.
todo lo que sigue siendo Nucci lo está dejando de ser Barbara Frittoli. a sus 48 años, está a un paso de su retirada. o debería. toda nota que se aproximaba al agudo se iba abriendo peligrosamente, y a la altura del pasaje se convertía en un puro grito, cuando no en notas caladas. pero no estamos hablando de un Do5 o un Sib5, sino de cualquier agudo medianamente comprometido. absolutamente imposible de oír. la nota con la que coronaba "Come in quest'ra bruna" despertó a los aficionados que cabeceaban en la hora de la siesta, un graznido estremecedor imposible de justificar. si esto es hoy la Frittoli, una mujer que hace no demasiados años regaló una Adriana Lecouvreur más que atractiva, yo no la compro. ni se la deseo a nadie. no vale con las tres notas bonitas en el centro, ni siquiera el gusto en el canto, porque además a la cantante se la ve comprometida, descentrada cada vez que tiene que emitir un berrido. hubo algún abucheo al final de la función. esto en Italia habría sido un meneo de aúpa.
recuperado tras no poder participar en la función de estreno, Fabio Sartori cumplió como Adorno. el color sigue siendo especialmente seductor en el centro, y el agudo brilla, aunque a veces con poca intensidad, en función de cómo lo coloque. es un tenor que siempre me da la sensación de emitirlo a las bravas, a ver cómo sale la cosa. ayer fue bien. eso, sumado a que canta con cierto gusto.
me gustó bastante más Ángel Ódena hace unos años en el Real que anoche en el Liceu. los modos un tanto rudos de su canto marcan su línea y le empobrecen el personaje. claro, el material sigue siendo estupendo, y la voz corre por el teatro que se las pela, llenando la sala. pero Verdi tiene un punto más de exigencia, aunque hay que admitir que ha estado más controlado que otras ocasiones en que lo he escuchado.
con Vitalij Kowaljow salí con sensaciones encontradas. en "il lacerato spirto" encontré un bajo de voz noble, de un volumen no atronador pero sí adecuado, que recitó la parte con elegancia, apoyado en una batuta que le dejó lucir el grave final con el que cierra el aria. pero pasado ese Rubicón, el resto de la ópera me pareció que la voz se quedaba algo atrás, y no me transmitió las mismas emociones.
el resto, cumplidor.
la producción, una solemne porquería. impersonal, minimalisticamente absurda, limitando la visión de buena parte de las butacas más escoradas, con una dirección de actores inexistente y coreografías más propias de "Fama, a bailar" que de un teatro de ópera. eso, sumado a que Sartori es una masa poco movible por el escenario y que Nucci va a lo suyo, pues permite imaginar el resto.
la orquesta ha tenido días infinitamente peores. yo la encontré muy correcta, quizás con esa percusión siempre pasada de vueltas, pero en líneas generales bien. la batuta de Zanetti acompañó a la perfección a los cantantes con un ritmo bastante vivo en el prólogo y buena parte del primer acto. luego se fue remoloneando. pero su obsesión era cantar con los artistas. y eso es de agradecer en un foso.
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