Aunque un poco tarde, como siempre, ahí van mis impresiones:
1º Primer concierto en España como director del Sr. Kunde y además Bel Canto, suficiente para dejarse caer por allí.
2º Sala Martín i Soler. Pequeña, coqueta y moderna, excavada en el lecho del antiguo cauce del rio Turia donde se encuentra el Palau y toda la Ciudad de las Artes y las Ciencias, muy cerca del mar.
3º Comienza. Davide Livermore micrófono en mano pide un minuto de silencia por las víctimas de los atentados de Bruselas. Bien, no por protocolario deja de ser sentido y sincero. En esta ocasión don Davide no se ha vestido de artista que diría el Sr. Gato Montés. Se presenta con traje y corbata si bien, ésta se relaciona (eludo decir combina) con la camisa a puñetazos. Impropio de un italiano.
4º Y aparece el Maestro Kunde y ya que estamos viste de traje negro, camisa negra, chaleco negro y corbata……..negra. Vamos al estilo del grandfather de “Golden and Silver Pown Shop”, es mas, le tiene un aire ahora que lo pienso. Muy bien recibido respondió a las expectativas. En director, mandando, es este caso sujetando a la orquesta sin restarle brillo pero completamente al servicio de los cantantes de los que estuvo pendiente pese a tenerlos a su espalda (no vi ningún artilugio que le hiciera verlos sin girarse, estos sí tenían dos pantallas a los lados) , sólo los arrolló en el Dov’e Lucia?... Se fue satisfecho y nosotros también, esperamos verle en empresas mayores.
5º Sobre los cantantes: “Nada que alegar” a lo manifestado por don Joseluis. Es cierto que Lara destaco en Aida -fue como un fogonazo- y aquí no ocurrió ese efecto, cuando la lógica dicta que tenía que haber sido así y con mayor diferencia. Sospecho que la pieza elegida, furtiva lagrima, tiene parte de responsabilidad pues siendo lucidora como la que más, todos la tienen/tenemos por Pavarotti, Alagna…, en el coche, en el móvil…. Igualmente me gusto la Battistelli y si no la braveé fue porque uno (sin h) que tuvo mas conocimiento, reflejos y la tenía a metro y medio de distancia, se me adelantó. Puestos a afilar diría que se podía haber finalizado con otra pieza. Siendo el programa perfecto/delicioso, comenzando con la obertura de La Cenerentola (cualquiera de Rossini hubiera sido un acierto), el final podía mejorarse y debía venir como un bis con una pieza alegre en la que intervinieran todos.
6º Aunque se trataba de un concierto, hubo ciertos movimientos escénicos como acertadamente señala don Joseluis. No hubo en la escena “orsos”, dictadores afeitados, jamones colgantes ensangrentados, filisteos evadidos, etc… Esta circunstancia obligó al respetable, quisieran o no, única y exclusivamente, sin ninguna otra posibilidad que disfrutar de las voces y la música. La gozamos. Quizá por esto, o por su natural simpatía, el Sr. Livermore se relacionó con aquél (el respetable) durante el descanso, probablemente haciéndolos razonar, meditar, abandonar el yacuzi de las ideas en el que la maravillosa primera parte del concierto nos había sumido, que para pasarlo bien ya está el futbol (siiii según cual sea el equipo de uno, ya se, ya se….) y cosas así. Sin duda conocedor de esta circunstancia don Joseluis con autoridad e inteligencia, me indico el camino para evitar el corrillo formado en torno al Intendente y unirnos a la cola que se formaba frente a la barra del bar.
7º La noche acabó en una cafetería de las de siempre situada en una de las avenidas más bellas de esta ciudad, cerca de casa del Sr. Mandryka en testimonio de la desilusión por su inasistencia al concierto, con un par de vasos de vino blanco del país. Una gran noche.
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