Written on Skin fue un encargo del Festival de Aix-en-Provence a George Benjamin, que se comprometió a componer una ópera de una duración en torno a 90 minutos, y cuyo argumento estuviera de alguna manera relacionado con temas "provenzales".
Fue la hija de su libretista, Martin Crimp, quien les propuso la leyenda del trovador Guillem de Cabestany. El trovador entabló amoríos con Saurimonda, esposa de Ramon de Castell Rossello. Cuando el marido se enteró, el último, como suele ser habitual en estos casos, del enredo amoroso se lo tomo por la tremenda y asesinó a Cabestany. Separó del cadáver la cabeza y el corazón. Sirvió este último, convenientemente aderezado, a su esposa, que lo encontró ciertamente sabroso y alabó lo exquisito del plato. Rossello eligió ese momento para revelar el origen de la vianda, presentando como prueba la cabeza de Cabestany. La señora Saurimonda, que era de armas tomar, contestó a su esposo en los siguientes términos: "Señor, me habéis dado tan buena carne que nunca comeré otra". Y, a continuación, se arrojó al vacío desde la ventana del comedor.
Este es básicamente el argumento de la ópera, sustituyendo al trovador por un iluminador de libros. Y el ambiente medievalista invade toda la obra; en las propias palabras de Benjamin: “I went to see a 12th century original manuscript at the British Library and the pictures are of a beauty that remains extraordinary today. And I tried at certain points in the opera to capture the beauty of these illuminations and in sound. And that means using some unusual timbres to match the cobalt and the gold and all the different colours that the painters then would have used.”
Para eso usa una colorida instrumentación:
3 flautas,1 piccolo 2 oboes, 2 clarinetes, 1 clarinete bajo, 1 clarinete contrabajo, 2 fagot, 1 contrafagot 4 trompas, 4 trompetas, 3 trombones, 1 tuba Arpa, 2 mandolinas, Armonica de cristal, Viola da gamba Percusión (glockenspiel, vibrafono, gong, bongos, tambores, maracas, tablas, timbales,...) Cuerdas
Logrando momentos hipnóticos, de una belleza casi abrumadora, especialmente con el acertado uso de la armónica de cristal, más una cuidada y medida percusión.
Junto a este despliegue instrumental, Benjamin trabajó con los cantantes que iban a estrenar la obra: Christopher Purves, Barbara Hannigan (ambos presentes ayer en Madrid), Bejun Metha, Rebecca Jo Loeb y Allan Clayton, para, por un lado, adaptar la partitura a sus capacidades vocales y, por otro, para garantizar la mejor compenetración posible con el texto y la música, por parte de sus intérpretes.
La función del Teatro Real fue verdaderamente magistral. Cuando salía del teatro, le comentaba a mi esposa que era la mejor versión de WoS que había escuchado jamás. La parte orquestal, con un Benjamin dirigiendo su ópera en estado de inspiración, y los músicos de la sensacional Mahler Chamber Orchestra respondiendo perfectamente, como un mecanismo relojero de alta precisión.
Los cantantes, en general, estuvieron muy correctos, pero un par de escalones por debajo del fabuloso despliegue orquestal... excepto en el caso de Barbara Hannigan. Una soprano con ciertas, y obvias, carencias para otro tipo de papeles, pero que transmite una fuerza y una convicción increíbles a Agnes, el que será seguramente el rol de su vida. Impresionante actuación, que fue merecidamente ovacionada por el público asistente.
Que no fue mucho. El público asistente, quiero decir. Un poco más de media entrada. Tres cuartos, si somos muy generosos. Una combinación de varios factores, incluyendo la falta de familiaridad con la obra, la versión concierto, una única función sin alternativas en el calendario (yo mismo estuve a punto de no acudir, debido a un viaje que finalmente se canceló), tal vez falta de una buena publicidad...
Sí que me sorprendió no ver prácticamente a ningún forero, excepto al señor Tunner, en su, creo, 279ª opera vista en teatro, y demostrando una vez más su condición de amante incondicional del género, y a la señora Olga Sukarev, con los que no pude cambiar impresiones tras la representación, pues me apresuré a llegar a mi domicilio para ver los minutos finales de la derrota del Madrid, en el Palau Blaugrana.
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