Estuve en la función del sábado, 27, con segundo reparto, pues no me era posible ir en otra fecha.
La verdad es que me lo pasé muy bien; conocía ya esta ópera, y como se dice de manera muy acertada en las notas al programa, hay que juzgarla por lo que es, y no por lo que no es: quien vaya esperando el Wagner de la Tetralogía, de Tristan, etc…, que se quede en su casa, y quien vaya a dejarse sorprender, se encontrará con una obra muy disfrutable, divertida, y con momentos muy logrados.
Por lo visto en opiniones anteriores, el fallo del primer reparto fueron los tenores. Los del segundo tampoco estuvieron nada bien.
Isabella era Sonja Gornik, que empezó con un molesto vibrato, pero fue de menos a más, cuajando una prestación apreciable. Eso sií, mucho mejor María Miró como Mariana, sobre todo en su preciosa aria del segundo acto, tan evocadora del "Leise, leise" de Weber. Momento de romanticismo germano en estado puro en una ópera que en general suena más a Rossini que a otra cosa. Precioso también el duo de Isabella y Mariana en el convento (para los recalcitrantes, ahí sí que aparecen las sonoridades wagnerianas), el de Isabella y Friedrich, el de Isabella y Claudio en la cárcel, y la brillantísima escena del carnaval. Y el personaje de Friedrich, un pre-Beckmesser que incumple sus propias normas.
Ignoro por qué, pero la orquesta no me pareció tan desastrosa como cuentan de otras funciones, a saber qué milagro se produjo el sábado, pero no tengo la sensación de Tunner y de la apocalíptica Jane.
La escena me pareció divertida, con tics de actualidad, que como todo lo de actualidad, será lo primero que se pase de moda: las proyecciones de tweets y whatsapp con las prohibiciones de Friedrich y todo tipo de mensajitos son la concesión a una sociedad estúpida que sólo se comunica a través de estos medios, aunque tenga al interlocutor a su lado. Me encantó y me pareció muy irónica la proyección de Wagner gesticulando, silbando, siguiendo el ritmo de la obertura… un guiño muy inteligente presentar al compositor ante la obra de la que enseguida renegó, escuchándola como si fuese de otro y con cara de "vaya, pues no está mal". También me gustó el carnaval de personajes wagnerianos, con cascos de cisne y todo tipo de utilerías tópicas y amadas de los wagnerianos fundamentalistas; muy bueno Brighella–Brunilda travestón
Para mi, una ópera de imprescindible conocimiento si de verdad te gusta Wagner, y una ocasión única en un título rarísimo de ver en teatro. Para otros, un petardo. En fin, lo de siempre: es imposible complacer a todo el mundo.
Reflexiones al hilo de la velada del sábado 27:
–El programa se ha convertido en un manojo de publicidad y de listados con nombres de figurones que forman los mil y un comités del Real. Sólo un artículo sobre la ópera, y una sinopsis del contenido. Aspiran a ser un teatro de primera y los programas de mano son una malísima solución entre la hoja con el reparto y los estupendos programas que vendían antes. Es para protestar.
–Poco personal atendiendo en el café y en las barras de los entreactos, y unas colas como del racionamiento ¿de qué sirve que haya mejorado colosalmente la oferta gastronómica si no da tiempo a tomar nada porque los camareros no dan abasto?
–Varios foreros (MarttiT) y exforeros en el teatro. Evidente poder de convocatoria de este título.