Tip escribió:
Quiero también dejar claro, por si hiciera falta, que aborrecer este tipo de música no significa que desprecie a los foreros que les apasiona. El sábado fui con uno de ellos, muy apreciado por mí, y que salió entusiasmado del teatro
No hace falta. Eso está más claro que el agua. Entiendo que todos aquí damos por sentado que discrepar, expresar opiniones personales y defenderlas con vehemencia, no implica desprecio personal a nadie.
Tip escribió:
Cierto. Le aplaudo la comprensión, sin duda mayor que la mía.
Ni mucho menos. Como comenté en mi primer mensaje, la primera audición de la obra me dejó muy descolocado. Y la segunda … y la tercera. Las reiteradas escuchas y, insisto, la lectura (comentada y con estudio introductorio) del drama de Dicenta, son las que me han llevado a apreciarla.
Uno de los problemas de JJ es su enfrentamiento con el opus que conocemos de Sorozábal. Choca que saliera de la misma pluma que el autor de K-LTdP-LdMdR.
Cuando se escucha por vez primera el Sorozábal de pos-guerra, y pese al crecimiento que implica Black y La Eterna Canción, encontramos claramente continuidad con aquellas obras anteriores.
Pero nada de eso sucede en la primera escucha de JJ, que nos aleja del Sorozábal conocido. De ahí el shock o la desilusión si medimos JJ con la vara de esas otras obras maestras.
Superado el impacto inicial, la obra se impone por sí sola, por cuanto enlaza con ese cliché sorozabaliano del hombre abrumado por su circunstancia, sumido en un mundo que le grita su condición miserable (Balboa dixit).
Obviamente no es Tristán, ni Las Bodas.
Es más: tengo un pálpito personal. Para mí que Sorozábal, con la carrera y la vida resuelta, se dio el gustazo de componer lo que realmente él mismo se prohibió componer tras "Adiós a la Bohemia", abandonando en vía muerta aquella obra magistral y continuando su viaje por la vía Katiuka. E incluso que la compuso con el subconsciente deseo de que durmiera en un cajón. De ahí que el propio Sorozábal contribuyó a su no-estreno, consciente de que esa obra no tenía sentido en 1968 cuando se compuso, ni en 1978 cuando se hizo el amago de estreno.
En fin, esto son meros onanismos mentales míos.
Como digo, no es Tristán, ni Las Bodas. Pero tampoco es el fruto de un contenedor.
Déle Usted otra oportunidad, hombre.
Tip escribió:
Precisamente es a los ojos actuales donde se ve una mayor denuncia social, la de la violencia conyugal. Pero dudo mucho de que esta fuera una de las intenciones de Dicenta o de Sorozábal.
Creo que de Dicenta sí, y que de Sorozábal no.
Dicenta sí profundiza en la violencia conyugal (violencia machista, obviamente).. En el JJ de de Dicenta, Andrés es un maltratador de libro y Toñuela la abnegada esposa que asume el maltrato doméstico como parte de la esencia del matrimonio. Ambos lo comentan con naturalidad.
Tal cosa no es apología, sino “crítica de espejo”. También así, como quien no quiere la cosa, toca Dicenta otros aspectos críticos, como la compra de votos o el analfabetismo.
Pero no es éste el meollo de la obra. Juan José no es un maltratador como Andrés: se puede deducir que la primera y única vez que pega a Rosa es cuando ella insinúa que va a tener que salir a “buscar” recursos materiales. Y ese momento está mejor desarrollado (por la discusión in crescendo que le precede) en Dicenta que en Sorozábal, quien debe meter la tijera en la tensa escena, lo que hace que le quede abrupta.
Tip escribió:
También eso explica lo mal escrito que está.
Ahí no puedo sino discrepar. Pero no le puedo convencer.
En JJ no pude disociarse obra teatral y libreto, tal es la imbricación entre ambos. Muchas veces literal. Sorozábal sabe ver la esencia de la obra, recorta lo necesario, y pese a sus añadidos y su aporte en el non-happy-end, la conserva.
E incluso acierta de lleno cuando logra ajustar el libreto para extraer la potencia musical de determinadas escenas.
Como el antológico finale del primer acto. Mínimo, concentradísimo. Si pestañeas se te escapa. Es casi weberniano (Anton): dos golpes de bombo sottovoce, tres notas del clarinete bajo, pasodoble deformado, … “sola va”… Todo el drama concentrado en 90 segundos de música y media docena de palabras.
Por cierto, imposible refutarle su "no puede ser". Las musas de la rima asonante me abandonaron en mi lejana juventud.