Esta noche a disfrutar con esta tremenda ópera de la trilogía donizettiana.

Estos los responsables de hoy:

Maria Stuarda (Mary Stuart).......Sondra Radvanovsky
Elisabetta (Queen Elisabeth I)....Elza van den Heever
Roberto (Robert Dudley)...........Carlo Albelo [Debut]
Giorgio (George Talbot)...........Kwangchul Youn
Guglielmo (William Cecil).........Patrick Carfizzi
Anna (Jane Kennedy)...............Maria Zifchak

Director.........................Riccardo Frizza

Importante el debut del Leicester de turno, que debe ser un primo de Celso Albelo.

Hasta los gringos que son como relojes, se equivocan en su página.

El maestro Frizza nos regaló de entra no más un tenebroso y por lo tanto apropiado preludio, para dar paso a uno de esos coros tan típicamente donizettianos:Si, per noi sara piu bella.

La señora van den Heever, con su voz sofocada y quizás poco atractiva, pero con intención, ha cantado su aria Ah! quando all´ara scorgemi, que pasa a la cabaletta Ah! dal ciel discenda un raggio, de ritmo pausado y de aplaudir que se cantase en dos versos.

Difíciles y elaboradas las notas agudas de la señora y con algún intento de variación, que es de agradecer.

Agudo montado para el cierre, pero cuando menos solvente, que hizo las delicias del respetable, que la premia con el aplauso y braveo del caso.

Cumplidora.

Recitativo vigoroso, con el que la señora van den Heever, nos cierra su visión histérica del personaje.

Olvidaba señalar que de previo al inicio de la función, un personaje hizo temblar al respetable al ingresar con micrófono en mano: anunció únicamente que la Sondra está indispuesta, pero que va para adelante.

Inicia el amigo Albelo su aria con partichino Ah! rimiro il bel sembiante.

Su emisión luce ligeramente velada, no liberada, pero sin embargo respondiendo al alambicado fraseo.

Bonitas intenciones al repertir la palabra Vuo liberarla, vuo liberarla!, donde el maestro Frizza lo dejó expanderse.

De nuevo aplaudimos que hay repetición en la cabaletta, que inicia son una bella sfamatture y a media voz, para luego retomar el ímpetu del personaje reflejado en el canto, con ligeras variantes y un cierre arriba a base de cojones y algo corto.

Aplauso de cortesía.

El señor Albelo, acorde con la acción o por el debut, luce reprimido en el recitativo con la señora den Heever.

Pero se va despertando a partir de la frase Ah! pietade! Per lei l´implora il mio core.

Se muestra de nuevo tímido y emisión un poco tambalante en el hermoso dúo Era d´amor l´immagine, contrastando con la segura señora den Heever, con todo y que la señora también tiene sus limitaciones vocales, que no interpretativas.

La señora den Heever con su punzante fraseo inicia la cabaletta Sul crin la rivale, que parece infringirle ánimos al señor Albelo.

Repetimos el verso de la cabaletta, antes con un agudín de transición de doña Elza, para un cierre tímido en las alturas, con un lance para cada uno de manera independiente.

Concluimos, así este buen primer acto y nos trasladamos de inmediato al segundo.

La Sondra con su particular emisión, cuando menos para un servidor, luce más apta para el papel que la anterior Didonato que estrenó esta producción.

Veremos si confirma esa impresión, aunque de pronto ya saca todo su arsenal, con sus pianissimos marca de la casa y uno que otro trino.

Recordemos que la señora está resfriada.

Cantó su aria O nube que lieve, con gusto, esculpiendo cada palabra, con un delicioso diminuendo en el cierre, aunque con un grave un tanto deslavado, pero luego se recompuso.

Vigorosa cabaletta Nella pace del mesto riposo, desplegando sus opulentos medio con total desenvoltura y esa su gran capacidad para regular la emisión.

Sigo de necio insistiendo, pero que bien que se están cantando las repeticiones de las cabaletta y aquí no es una excepción, con unas cuantas variantes arriba, muy bien recalcadas y apoyadas por el maestro Frizza.

Una detonación corta al final, pero detonación de esas que agradecen los oídos y que debió retumbar en el MET, como lo hemos corroborado en alguna ocasión in situ.

Ante esa leona, el señor Albelo continúa con sus formas ora tímidas ora más animadas.

Inicia doña Sondra el dúo Da tutti abbandonata, con un frasea a media voz, quizás no tan grato al oído, pero donde sus intenciones interpretativas son evidentes.

No podemos negar que Albelo conoce el estilo y con ello está dándole la réplica a la Sondra, que de manera gentil lo está arropando, para un resultado que nos acaricia el oído a los donizettianos.

Nos lanzamos a la trepidante cabaletta Ah| Se il mio cor tremo giammai, preludiada por Sondra con una acabada cadencia.

Un poquitín trabadilla en el fraseo, pero repone en las alturas.

Tan bien que íbamos y nos privaron de la repetición del verso.

Pero en compensación el señor Albelo nos regaló un tremendo agudo que envolvió el de la Sondra, que para no quedarse atrás aguantó unos segundos después de que el tenor concluyó.

Aquí podemos decir que concluyó la faena del tenor, pues más adelantes no tendrá participaciones de tanta exposición.

Iniciamos una de esas páginas con los que Donizetti saca todo su genio, para concertar las voces: el sexteto E sempre la stessa!

La señora den Heever, dá inicio con sus manera habituales, que por limitación vocal en materia de calidad, aquí se convierten en un plus.

El señor Albelo, no desmerece en sus frases, no perdiéndose su voz en el conjunto.

La confrontación de las reinas quizás no pasará a la historia entre las grandes, pero las señoras están generando la tensión suficiente in crescendo, como lo exige el momento.

El señor Albelo aún tiene un instante para mostrarse, pero siempre con su emisión no liberada del todo.

Lo suficiente para generar el furor de las damas, además de interpolar el tenor un pequeño agudo de su factura.

La Sondra pone la piel de gallina con su imprecación a la Elisabetta, con unos graves tenebrosos.

Magnífica la stretta Va, preparati, furente, iniciada con el frasea machacado pero efectivo de la señora den Heever, a la que se van sumando los personajes.

La maestría donizettiana.

El teatro se viene abajo con la detonación final de las señoras, donde por supuesto se impuso la Sondra.

Vamos a buscar la cena, luego de este muy buen acto segundo.