Sosísima Viuda Alegre de baratillo en los Teatros del Canal, de Madrid.

Antes de que nadie empiece a rasgarse vestiduras, es en plan "musical", es decir, con micrófonos y megafonía. No hay engaño, está indicado y la presencia de Natalia Millán como protagonista lo deja todo muy clarito.

Y creo que ella es la única voz no proveniente del mundo lírico del elenco. Y mira, no lo hace mal. Trasponemos una octava abajo algunas frases, suavizamos otras... y al final le queda vocalmente una viuda apañada. Se le nota su esfuerzo y trabajo vocal. Inaceptable totalmente en una ópera / opereta, pero para musical, bien. Desde luego, me gustó mucho más que hace una década desafinando como una loca en aquel Cabaret.

El resto del reparto, bastante aceptable, con el lunar del que hacía de Camille.
Curradas las coreografías y orquesta sonando a charanga.

La obra la han podado en diálogos y la han hecho caber en hora y media de función sin descanso.

Es problema es que es aburrida. Si ya la Viuda Alegre es una opereta de humor anticuado, se le puede dar gracia, exagerando si acaso lo trasnochado del argumento. Qué narices, que tiene una de las partituras más inspiradas del género, aprovéchala. Pues no.

Aquí parece que Sagi se ha preocupado sólo de que Natalia Millán aparezca divinísima, con mucha pedrería y unos vestidos de los de "he arrasado en Pontejos". El resto hace pfffffffffff. Y al principio promete con un decorado sencillo pero lujoso, pero el segundo acto es solemnemente y el tercero de baratillo. Sólo se anima con los cancanes finales.

Pero ni rastro de química entre Danilo y Hanna, ni comicidad en la pareja cómica, ni gracia en el embajador... hasta el septeto de "Las Mujeres", que puede ser hilarante, levantó un solo aplauso.

Recuerdo una función hiper low cost hace 20 años en el teatro Albéniz, con Carmen González al frente del reparto y producción de Amengual (quien lo conozca ya sabe por dónde van los tiros, y se puede criticar mucho, pero es un estilo de hacer teatro lírico que tenía su encanto pero creo que ya ha desaparecido), con elementos artísticos de calidad discutible y decorados de función de colegio... que me entretuvo, divirtió y hasta emocionó en el vals final. Lo del sábado en el Canal fue insulso, de una sosez tremenda.

Sólo quedan en el recuerdo las melodías de Lehár.

Mención aparte, el ruido insoportable de la ventilación / calefacción de la sala roja de los Teatros del Canal. Un constante zumbido a un volumen excesivo, y en la planta de anfiteatro lo tienes a un par de metros por encima de la cabeza. Inaguantable. Le pregunté a la acomodadora si era normal y me dijo que ella ya lo había comunicado, que generaba muchas quejas y que no le hacían ni caso, que pidiera una hoja de reclamaciones. Como no estaba para perder el tiempo, no lo hice, pero no me voy a quedar parado, más que nada porque a principios de 2016 voy a ir a ver allí un Don Carlo.

En fin, que se puede ir por ver una obra que se representa muy raramente en España, pero el resultado final es de bodriete tirando a chungo.