De Lucia a Macbetto, llevo una semana sin salir de Escocia, con damas que se vuelven locas y mueren, con tenores mediáticos y sopranos que pueden pero no llegan. Pero en eso es en lo único que se asemejan la Lucia liceística y el Macbetto valenciano..
El Macbetto de ayer fue una tarde de ópera que recordaré.
Primero por la compañía. Coincidí, departí y compartí conversación y amistad con Amolaopera, el Gato montés y Dufol, y fue un placer, porque las cosas buenas, en compañía, son aún mejores.
Además, dada una gripe inoportuna, mi compañera habitual de funciones, mi mujer, no pudo venir. Y enfundé a mi hijo adolescente en un traje y una corbata y me lo llevé a la fuerza ya que él prefería una tarde de play. Disfrutó más de lo que reconocerá nunca y se resume su en dos frases que me dijo, todo serio, y como quién no quiere la cosa, al final de la tarde: "musicalmente no ha estado nada mal" y " Cuando mamá no pueda, puedes volver a contar conmigo, que aceptaré". Great!. Tiré el anzuelo y pesqué. Espero que el gusanillo se la haya quedado dentro.
Segundo por la obra. Macbetto es una obra maravillosa de la que tenía ansia, ganas de escucharla. Grande en coros, grande en intensidad y grande en emoción Y es que un buen Verdi nunca me defrauda.
Tercero por la orquesta. Qué bien suena nuestra orquesta cuando está bien dirigida!!. Henrik Nánási, a quién vi hace tres meses en unas Nozze en Chicago y ya me gustó mucho y escribí que esperaba un buen Macbeth valenciano, la dirigió con mano maestra.
La orquesta volvió a sonar como lo que era, excelente desde el primer acorde de la obertura (¡qué buena obertura!) hasta la caída del telón. El maestro, joven que es, enfundado en su traje magyar y cargado de energía, marcó de cerca el pulso de la orquesta con atención a todos los detalles, cantantes, coro, solistas, etc... La sudaban abundantemente los pelillos de la colleja lo que denotaba la entrega en la interpretación. Creo que su nombre sonará y se hará un lugar entre los grandes.
La orquesta fue brillante cuando el volumen lo precisaba, susurrante cuando el murmullo lo requería, y precisa y preciosa como norma general.
Cuarto por el coro. ¡Que dos grupos estables tenemos, orquesta y coro!. Grandes. Y en una ópera dónde el coro es, si no el personaje más importante, el primero bis. Cuando comenté con Francesc Perales (director del coro) su interpretación en la pasada Boheme, me comentó: "en Macbeth, ahí si que lo tenemos difícil y será el momento para medir nuestro nivel". Pues querido Francesc, vuestro nivel es altísimo, y ayer, con numerosísimas y variadísimas intervenciones lo demostrasteis. Baste recordar el final del primer acto, concertante sublime por parte de Verdi, emocionante por parte de coro y orquesta y el "Patria oppressa", matizado, hilvanado hasta la emoción, magnífico.
Y por último por las voces.
Ekaterina Semenchuk fue una Lady solvente, pero no emocionante. Voz oscura, eslava, curiosamente (al ser medio mezzo) floja en los bajos, potente en medios y agudos aunque con algún sobreagudo abierto y no muy hermoso. No tiene mala voz, el volumen es correcto y la línea de canto es estupenda, pero no me hizo creíble el personaje. Hace poco vi el video de Netrebko de Lady y le falta lo que le sobra a Annita, comerse al personaje. La Netrebko es Lady Macbeth, es Givanna d'Arco, es quién toca en cada momento. Lo hará mejor o peor, pero lo entrega todo y te la crees. La Semenchuk, a parte que peor cantante que Annita (de lejos, no hay discusión), no se mete tanto en el papel y hace que la emoción se quede en casa.
Alexander Vinogradov fue Banco. Es un bajo de timbre bonito aunque algo trasero que cumplió "Come dal ciel precipita". Cumplidor. Eso.
Agradable sorpresa el Macduffo de Giorgio Berrugi. Excelente en el excelente "Ah, la paterna mano". Muy buena interpretación, quizá un poco verista, con golpes de glotis y sollozos y quejidos, pero con una voz bella, poderosa y cargada de intención. Me gustó mucho y creo que tiene más recorrido.
Y dejo para el final a ese monstruo de la naturaleza que es Plácido Domingo. Comenzaré diciendo que soy dominguista, que D. Plácido me ha dado momentos de disfrute extraordinarios, que es una persona con un arrojo y una capacidad para el esfuerzo como he visto a pocos en mi vida y que ha hecho mucho, digo muchísimo, por la ópera de Valencia.
Además ayer Bonisolli no cantó (porque está muerto, obviamente). Cantó Plácido aunque no diera el Do.
Pero está ya muy mayor y debería cuidarse. Sufrió con el fiato, sobre todo en la escena del brindis y las apariciones. Le cuesta arrodillarse, le cuesta desmayarse y encima, estos registas del demonio colocan unas cuestas... que de vez en cuando va alguno y se descoña.
La voz suena fresca y él que tiene más oficio que los ratones coloraos, se reserva para los momentos de lucimiento. Pero ya no es él ni en ellos. Ni en el “Pietà rispetto amore” ni en el “Mal per me” . Y es que hace menos de dos meses le extirparon la vesícula, aunque me dijo que eso ya está olvidado, no, tiene 75 tacos (oficiales) y no me creo que esté olvidado.
A pesar de todo la gente lo adora. Pero que se cuide si quiere que le sigamos adorando.
Dejo para el final lo que menos me ha gustado, la puesta en escena. Oscura, oscura, oscura y además mal iluminada. Pobre en cuanto a medios, pero a eso ya nos hemos acostumbrado (maldita crisis) y en la que no se veía nada. Y la iluminación tan mala que cuando iluminaba, por lo general, a un intérprete, lo llenaba de sombras, teniendo que intuir su interpretación facial.
Cierto que los niños ensangrentados dieron emoción al patria oppressa y que el vestuario era de época (del castillo de los Clicks de playmobil) y no de nazis con maletas.
En fin, suscribo el notable de José Luis, que con la inmejorable compañía lo convirtieron en un sobresaliente.
Ah! y Valencia no es Karlsruhe , ya le gustaría a Karlsruhe. Ahora, en algo Karlruhe iguala a Valencia, tienen los mejores trenes urbanos del mundo. Menudos tranvías tienen en Karlsruhe!!!
Saludos
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