Yo estuve ayer escuchando el primer reparto. Teatro abarrotado, con público colgando incluso de las telas de araña. Yo no había visto nunca el teatro así en una representación de zarzuela. Eso sí, la mayoría del respetable procedía del Frente de Juventudes. Cuando llegué y vi el panorama, me esperé lo peor: cánticos, caramelitos, cuchicheos, abanicos para los sofocos, palmas en tiempo de habanera, y demás parafernalias por el estilo, pero afortunadamente nuestros entrañables abuelitos ayer supieron comportarse.
Difiero ligeramente de la opinión del señor Tunner con respecto a los protagonistas. Javier Franco es un tenor corto, con la voz mate, sobre expuesto continaumente por una tesitura inclemente, pero en los momentos de remanso lírico, canta con gusto. Saioa Hernández, en cambio, es un quiero y no puedo. Voz tocha pero con poco control y escasa finura. Sigue siendo un diamante en bruto pero sin pulir. El problema es que hace diez años que la llevo oyendo cantar y todo sigue igual de bruto y sin pulimento.
Alejandro Roy lo da todo, como si no hubiera mañana. Ese canto suyo tan desbravado, aquí tiene un pase, e incluso en los momentos de mayor dramatismo, hasta viene bien. Y muy buena la dirección orquestal de Baeza-Rubio. La zarzuela agradece mucho cuando se la dirige con mimo y con cariño. Vigoroso y con tensión en los momentos dramáticos, y fresco, límpido y buen sentido del rubato en los momentos cómicos y populares. Los secundarios a mí no me entusiasmaron demasiado. Les faltó gracia y sandunga para decir el texto, incluído Cifuentes, que ya cansa un poco siempre con el mismo tonillo venga o no venga a cuento, aparte de que debería cuidar la dicción, porque hay muchas frases en que no se le entiende, precisamente por esa entonación tan cansina del texto.
Y volvió a confirmase la noticia: “La del soto del parral” es uno de los grandes títulos del repertorio. Buen libreto y estupendísima música
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