Arriba el telón.
Después de unos meses de incertidumbre en que muchos aficionados pensábamos aquello de “fue bonito mientras duró” al final, quizá por intermediación de los ángeles custodios en el día de su fiesta, el telón subió en les Arts y la temporada 2015/2016 inició su curso.
Es cierto que en una de las llamadas “funciones populares” y que el abono comenzará en diciembre, pero por otro lado, Puccini es Puccini y las correrías de los jóvenes bohemios y los amores volubles entre Rodolfo y Mimí son garantía de éxito.
El teatro estaba lleno y se detectó la presencia de algunos de los nuevos responsables públicos: el conseller de cultura, el alcalde… Bien está que se acerquen a la ópera, se dejen embriagar por su embrujo y, sobre todo, se den cuenta de que esto (y menos en Valencia donde cada día se ven menos corbatas) no es nada elitista sino que los que asistimos somos gente normal que al final también votamos.
La Bohème es una de mis operas favoritas y creo que muy pocos, incluso profanos, pueden permanecer impávidos ante sus pasajes. Bueno, el primer y segundo actos creo que hace vibrar hasta al más insensible. Como decía una conocida de mi pueblo (Onda, por supuesto) cuando veía en el cine un dramón: “
me vaig fartar de plorar” (me harté de llorar) y lo decía tan contenta. Pues eso, una y mil veces, opera igual a emoción.
Vayamos a mis primeras impresiones de la representación de hoy.
Director el jienense
Manuel Coves que, si mis datos no me fallan, se presentaba en esta plaza. Para mi gusto, dejó ir demasiado a la orquesta que en algunos pasajes se comía a los cantantes.
Angel Blue (Mimí) cantó ya en Les Arts el rol de Micaela de Carmen (creo que fue en 2010). Tiene un timbre muy bonito, muy buena figura y actúa bien, aunque por mucho que se empeñe palidecer por la tisis, pues como que no. Tiene las virtudes y defectos de esa hornada de cantantes americanas que vienen con frecuencia, esto es muy bien por arriba, tiene un registro brillante ágil y con mucha fuerza; pero con menos sutilezas por abajo y en los momentos más delicados, por ejemplo, en el lecho de muerte no consiguió prender la tensión del espectador con esos momentos de tantos matices que en otra voz te arrastra y te deja tieso.
Empezó muy segura, con dominio de la escena y sólo le vi cierta dificultad en la zona de paso en un par de ocasiones. Fue muy ovacionada, la más braveda, y es por ese gusto mascletero (que yo comparto) pero que obvia los tenues y los terciopelos. Me explico ¿no?
Se dice que Placido Domingo dijo de ella que puede llegar a ser la próxima Leontyne Price… ¡¡¡¡exageraoooo!!!!
Giordano Lucà me pareció que no llegaba. Este tenor italiano proyecta bien la voz, pero la orquesta se le comió (quizá defecto del director) demasiadas veces. En todo caso, sacó lirismo y sin llegar al éxtasis tampoco impidió que, gracias a Puccini sobre todo, siguiéramos emocionándonos con esa
gélida manina que se repite como leitmotiv a lo largo de la obra.
El mexicano
Germán Olvera, Marcello, es conocido de la afición pues ha cantado diversos roles en Les Arts y en óperas como Manon, Turandot, La Italiana, o Traviata, eso sí, de papeles no protagonistas la mayoría de las veces. Sabe estar, se mueve y actúa bien. Mi mujer, que rara vez me acompaña, me dijo que tenía poca voz. No voy yo a contradecirle, Dios me libre, pero prueben a pensar lo dicho para la orquesta que tenía hambre y comió ayer mucho.
Me pareció magnífico en el tercer acto, con momentos de gran lirismo.
Musetta, la brasileña
Lina Mendes es … muy Musetta. Soprano lírico ligera, …pero que muy ligera. El vals lo cantó impecable, pero vale esto lo que estoy tratando de decir en estas impresiones: la Boheme es valor seguro, siempre enamora. Actúa también bien, muy Musetta, muy picarona, muy simpática.
¿El resto? pues el Aldo Heo de siempre como Schaunnard, cumplió sin más. Para mi gusto, sobreactuó en los momentos más dramáticos, y Felipe Bou, como Colline, arrancó aplausos en su interpretación de la Vecchia Zimarra. No fue para cortarse las venas, pero también es cierto que esta bonita aria pasa demasiadas veces desapercibida.
Comprimarios lo normal, Coro y orquesta como siempre, la Escolanía estupenda y los figurantes pues, en este montaje quedan bien y muy agradecidos.
Muchos de los cantantes de la cantera, es decir del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. Fenomenal lo de contar con los de casa. Dar oportunidades y a seguir trabajando con rigor.
El montaje ya lo conocíamos y me gusta. Juega todo el tiempo con cuadros impresionistas y es muy agradable.
El público, como siempre. No hubo natillas de chocolate pero sí que me escatimaron el final del cada acto con las palmotadas (que no ovaciones) precipitadas. ¡¡Pero no habrá nadie que diga que los pianísimos, y también los silencios, son parte de la partitura!!.
No digo ya nada ni del celofán del caramelito, ni del cuchicheo, ni del móvil, ni del sincorbatismo que nos invade. Yo debo de ser antiguo porque creo que todo, como los toros, o el teatro, debe tener su liturgia. Aquí cada día eso se cuida menos. Ayer por ejemplo vi en pleno patio de butacas a dos individuos con mochila. Mochila, mochila, con su esterilla y todo. Y el portador, seguro que pasaría frío, llevaba camiseta sin mangas. ¡Jopetis!, sin comentarios.
Comentar por último algo que me hizo mucha gracia. En los saludos finales, salió el Intendente del teatro, Davide Livermore, en su condición de Director de Escena. Esta misma tarde lo había visto casualmente en un acto formal y su indumentaria era pues eso, formal. Salió con el tiempo justo del acto que comento pero para saludar salió con una chaqueta morada, un chaleco parecido y unos pantalones estrambóticos… es decir, se vistió “de artista”. Como decimos en Valencia, ché ché…
Para terminar que me voy a dormir. En resumen una representación que se puede ver, nota media un seis, y en todo caso, siempre que veo la Boheme me enamoro de nuevo de la vida, me voy a casa cantando a pleno pulmón con el anonimato que permite el casco de la moto, aquello de ché gélida manina, y doy gracias a Dios, y a los ángeles custodios que levantaron el telón, por haberme aficionado a la ópera y no a la música dijco.
Caramba, una y mil veces más ¡¡¡¡¡Viva Puccini!!!