Despúes de un recital allá por 2007, y una esperada cancelación en la Fille del año pasado, Natalie Dessay ha ofrecido un precioso concierto en el Teatro Real, acompañada al piano por Philippe Cassard.
En medio de una gira mundial (que la ha llevado a Sudamérica, aunque allí con un repertorio de canción popular) la soprano francesa aún es capaz de asombrarnos con una genial técnica y una deliciosa voz. Y tiene momentos en los que demuestra que la que tuvo retuvo. Además el animal escénico que debió haber sido en escena queda patente con su histrionismo y sus gestos a la hora de interpretar.
Empezó con un Erlkönig frío, en el que no termino de verla dado lo trágico de la música; quizá más apropiada para una voz más oscura. Además en una entrevista dijo que debutaba algunas piezas de Schubert, pero nos dejó un Nacht und Träume delicioso, de varios quilates. Y es que en las notas de pianissimo la señora mantiene un sonido precioso y que se hace oír con mucha delicia. Durante los lieder de Mendelssohn ya había entrado en calor.
La segunda parte estuvo compuesta de chansons francesas, donde se la veía más suelta. Empezó con unas difíciles piezas de Duparc, como Extase; pero Au pays où se fait la guerre estuvo espléndida. Tras una preciosa pieza de Liszt interpretada por el eficiente Cassard llegó la ronda de varias canciones sobre textos de Víctor Hugo, que fueron toda una exhibición de agilidad, coloratura endiablada y de nuevo unas notas de pianissimo que hacían las delicias de todos.
De propina dio la Chanson Espagnole de Delibes, que acometió de manera espectacular y una pieza de Rajmáninov que comenzó con un agudo bellísimo.
Una velada estupenda, donde se aprecian las virtudes que aún le quedan a Madame Dessay para ofrecer unos recitales muy valiosos, que fueron muy bien acogidos.
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