Caramba, pues está usted en una posición de ventaja para comprobar si el brillo de Kunde se transmuta en joya.

(No es que me guste recordar mis vergüenzas, aunque tampoco me importa mucho, la verdad, pero me quiero anticipar a algún forero cabroncete )

¡Anda!, ¿pero la "internacionalización" del Real no era gracias a Mortier y sus perfomances, Abramovich y vanguardismos varios?

Mortier Mortier... pero no murió para *** de algunos? Porque mira que seguís dándole vueltas al asunto...
Será verdad eso del Mortier Campeador???

* Alegría, pena, desesperación, cachondeo, brindables (self-service estimado forero )

Habra que ver en que ocasiones hay cobertura de las actividades del Real en la prensa internacional.

Que yo recuerde, la ultima vez que vi algo del Real en el New York Times fue por el estreno de Brokeback Mountain. Dudo que estas funciones del R. Devereux susciten interes mediatico por estos pagos, a menos que la protagonista la canten Jennifer Lawrence o Angelina Jolie.

http://www.nytimes.com/2015/03/12/arts/ ... adrid.html

Es normal que interese más lo novedoso que lo tradicional bien ejecutado. De lo primero hay poco, de lo segundo no falta (depende del barrio). Aunque yo no tomaría a un viejo periódico elegante de la costa este como referencia mundial de qué es interesante o no. Mortier solía pecar de ese tipo de snobismo... ay pero a sus fans siempre nos gustó pecador.

De todos modos, este Roberto sí ha tenido repercusión internacional. ¡Ha venido una enviada de La Cieca! http://parterre.com/2015/10/07/trapped- ... b-of-love/ Lo digo en serio

Me alegro muchísimo de que vaya a haber vídeo oficial de este Roberto, uniéndose como referencia al broadwaydiano de Sills y al tatcheriano de Gruberova. Extraordinaria videografía para una ópera tan maltratada!

El lanzamiento en DVD es una buena noticia. Y sí, será una gran referencia. Lástima que video el de Caballé en Niza tenga tan mala calidad y de Leyla Gencer nos queden sólo los audios. Además quizá la producción gane más vista en vídeo. Al menos antes de que comenzaran las funciones tuve esa impresión porque iba con expectativas más altas que cuando vi el aparato escénico en vivo.

Estando casi a mitad de la última función ya echa uno de menos esta obra y a la Devia. Para no gustarme demasiado este estilo de obra me ha resultado interesante profundizar en ella y sigo escuchando diferentes versiones de las diferentes escenas de Elisabetta y el gran final de Roberto.


Y llegados a este punto, uno se pregunta ¿quien será la próxima diva que lo interprete a tan supremo nivel?

Cómprense una Samsung, oigan. He conectado a través del Palco Digital ése, y parece que he abierto en el salón una ventana al patio de butacas. Impresionante calidad.

Es usted de los que se gastan 3000 leuros en una puta tele?

Hoy en la última función, la señora sí se ha ido al mi bemol al final de "Quel sangue versato" y ha sellado con su mejor noche la serie de funciones.

La orquesta bastante mejor. Se ha notado la motivación de la transmisión televisiva y el rodaje de toda la sucesión de representaciones.

Si señor!!! yo tambien estaba...hubiese estado bien saludarnos...

Y yo no recuerdo ovación asi en el Real al acabar. Cierto que en la Lucia me dolían las manos de aplaudir a la Gruberova, o en su Elisabetta del Devereux que dio en concierto....

Un abrazo

Vengo satisfecho de esta velada con el postrer Deveraux en el Real.
En primer lugar, porque las notas del programa de mano de mi amigo Santiago Salaverri son de lo mejor que he leído en mucho tiempo en cuanto a rigor, información y saber operísticos.
En segundo lugar, porque me he visto recompensado, tal y como vaticiné, con una función de ópera en la que todos sus integrantes (cantantes, coros y orquesta) han dado lo mejor de sí mismos al saberse retransmitidos por televisión. Un aliciente es siempre un aliciente.
En tercer lugar, porque en el entreacto tuve la ocasión y el placer de departir con Arturo Reverter, quien, en menos de dos minutos, me hizo la reseña de la noche y con la que estuve, mayormente, de acuerdo: A la gran Devia, extraordinaria artista, sensible y sabia, le faltan graves; a Kunde, TENOR con mayúsculas, le sobra voz, pero ya no puede apianar por su elección de repertorio; Caria es un barítono "discretito", con extensión y volumen limitados; y la valenciana Tro es una muy buena noticia para la lírica española, porque estuvo más que bien y demostró cualidades esperanzadoras.
En cuarto lugar, porque la Devia se despachó con un Mi bemol sobreagudo, en la última nota de su última intervención en su última representación de la ópera en Madrid, que puso al Real boca abajo y en la que definitivamente demostró su saber y su arte. ¡Brava! Antes había ido de menos a más, pero sin defraudar nunca.
Y, en quinto lugar, porque la función transcurrió dulcemente, sin tropiezos y sin altibajos notables, con una orquesta que empezó tosca y ruda pero que fue mejorando notablemente, sin problemas dignos de reseñar (algo lógico tras diez representaciones) y en un clima de general regocijo. Campanella, ya se sabe, no es el colmo de la sutileza ni de la claridad sonoras, pero estuvo solvente.
Lo que sin duda recomendaría al teatro de Bergamo es que programen la trilogía (o como acertadamente se ha dicho aquí, la tetralogía) Tudor y la den en dos jornadas a la manera de Bayeruth. Así se iban a enterar algunos.
¡Viva Donizetti!

Será en tres (caso de trilogía) o en cuatro (caso de tetralogía), no querrá usted ofrecerlas de dos en dos en un mismo día. Cada día, una.

Claro, porque con "Brokeback Mountain" se colapsó Internet: me refiero a la banda estrecha (es decir, la ancha del mundo real) de EMAR, obviamente.

En mi modestísima opinión, las temporadas de Ópera no deben programarse para que salgan en el New York Times.
Deben programarse para satisfacer a los operófilos de la ciudad y a todos los que quieran agregarse.

No, no, a lo que me refiero es precisamente a eso; que se programen dos cada día (apoyo lo de la tetralogía Tudor sin ambages ni miramientos), para que se enteren los amantes de don Ricardo que los operófilos italianos también nos podemos dar sentadas de cuatro o cinco horas y, probablemente, disfrutar tanto o más que ellos.