TRISTAN UND ISOLDE (Richard Wagner). Bayreuth, Festpielhaus 2-8-2015. Stephen Gould (Tristan), Evelyn Hertlizius (Isolde), Christa Mayer (Brangäne), Ian Paterson (Kurwenal), Georg Zappenfeld (Rey Marke). Dirección musical: Christian Thielemann. Dirección de escena: Katharina Wagner.
Es indudable el impacto que produce escuchar apenas unos segundos después que las luces se apagan y en una sala en que no se ve la orquesta, con el foso tapado, el famoso acorde de Tristán. Pero si además la dirección orquestal no sólo ofrece el sonido más refinado tímbricamente que jamás haya escuchado en mi vida sino que, desde el primer momento, te zambulle en la conmoción trascendente del drama, estamos ante algo memorable. Porque, efectivamente, la labor orquestal de Thielemann lo tiene todo, por eso calificaba este Tristán como el definitivo o non plus ultra. La agrupación pareció una maleable masa de plastilina que el músico alemán moldea a su antojo con unas texturas diáfanas, una cuerda que dado su deslumbrante empaste, brillo y ductilidad, daba la sensación de que sólo hay un instrumentista que toca por 50. Las deslumbrantes gradaciones y contrastes dinámicos, así como los detalles de pura orfebrería musical dejaban boquiabierto, pero eso no sería mucho si se plantearan como un mero y vacuo ejercicio de preciosismo. Ni mucho menos. Sentido narrativo y esplendor sonoro, lirismo y drama. Atmósferas, tensión teatral, progresión dramática y, en definitiva, todo el contenido metafísico de esta creación. Si memorable fue el preludio, emocionante la escena del filtro, irresistible el crescendo que encuadra el encuentro de los amantes previo al dúo del segundo acto. Mágica, inenarrable, la escena de los avisos de Brangania. Jamás se ha plasmado mejor el misterio e inquietud de la noche, el lirismo intemporal y ultraterreno. Algunos rubati, reguladores y suspensiones temporales podrían resultar mero efectismo en otras manos, pero al final, la diferencia la marca el talento. En fin, una obra de arte que yo califico de definitiva porque reúne las mejores cualidades de los más descollantes Tristanes conocidos hasta ahora. Además, el reparto con sus defectos, alcanzó una altura suficiente para contribuir al Non plus ultra de esta interpretación.
Evelyn Hertlizius es de esas artistas que provoca adhesiones fieles y entusiásticas junto a discrepancias casi del mismo rango, aunque en un papel, Elektra, consigue unir a ambos bandos. En esta ocasión asumía el papel de Isolde sustituyendo a la inicialmente prevista Anja Kampe. En el aspecto vocal, desde la primera nota colocó la voz en el centro de la sala, potente, caudalosa, timbradísima, resonante, squillantissima. El sonido siempre liberado, en el fulcro, impecablemente posicionado, penetrante y de un metal fúlgido, Lanzada y sin ningún atisbo de reserva como sucede con tantas cantantes que abordan este exigente papel. Interpretativamente, intensa, volcánica con ese temperamento incandescente que la caracteriza expuso magníficamente esa Isolde del acto primero que alterna la agresividad, el afán vengativo con el deseo. Esa fina línea que separa el amor del odio, el desprecio del deseo insuperable estuvieron perfectamente plasmados por esta mujer menuda pero con unos ojos enormes y de una expresividad impresionante. Inolvidable el momento en que se produce el reencuentro con Tristán en un abrazo intensísimo, en un beso ardiente e incabable. El acto segundo, sin embargo, resulta más problemático para ella. Su incapacidad para expresar el éxtasis lírico, sus problemas para cantar recogido, con morbidez y legato en el dúo penalizan su prestación en este capítulo. Comentaba el siempre agudo forero Gakugeki que había detectado en su escucha radiofónica cierta falta de química en el dúo. Claro, la Hertlizius se encuentra en su salsa en la caracterización “individualista”, tributaria del papel central de su carrera, Elektra. Asimismo, ese larguísimo dúo lleno de circunloquios, un casi inacabable éxtasis amoroso, la obliga a un “reposo” en el que se encuentra incómoda. Lo suyo es la agitación, el desasosiego, la inquietud, la excitación. Otra vez Elektra.
En el último acto no deja de sorprender como el sonido parecía haber aumentado, si cabe, en pujanza, en presencia sonora, como demostración de la suprema resistencia vocal de esta soprano. Todo ello junto a la impecable comunión con la batuta de Thielemann (está claro que entre ambos artistas hay un especial “rapporto”) culmina en un “mild und leise” que deja ya definitivamente al espectador en estado de shock. Recuerdo, por ejemplo, que a propósito de la interpretación de Violeta Urmana el pasado año en el Teatro Real se hablaba de “Isolda noble, sobria, contenida”. Claro, la Lituana es un témpano de hielo y como buena vocalista llevaba la lectura a su terreno, Cuando se cuenta con una cantante del temperamenteo de Evelyn Hertlizius no se puede esperar la misma visión y si me preguntan cuál me ha dejado más huella, la respuesta está clara.
A Stephen Gould le había visto hasta ahora algunas prestaciones mediocres junto a una magnífica, un Sigfrido de Ocaso visto en Berlin. Esta vez superó incluso esa interpretación. El timbre a pesar de la guturalidad y cierta nasalidad, atesora cierto atractivo, además de sanidad y robustez. Ese inclemente acto tercero que Wagner depara al tenor, que es la piedra de toque para todo Tristan que se precie y en el que casi todos agonizan vocalmente a la par que el personaje, resultó esta vez una magistral combinación vocal, musical y escénica absolutamente memorable. El americano solventó todos los escollos, la escritura onerosísima, la ensalada de laes naturales, pletórico, sin aparente fatiga en perfecta fusión con el foso (realmente es inigualable el balance voces-orquesta que se aprecia en este teatro) y mientras los delirios de su agonia se plasmaban escénicamente en constantes apariciones de Isolda que le llama a su seno desde una especie de olograma triangular. La Brangäne de Christa Mayer tuvo su cénit en la ya descrita escena de los avisos del segundo acto con notas mantenidas, firmes y sonoras de gran calidad. Eso sí, el registro grave resulta un tanto débil y alguna nota aguda resultó fija de y de dudosa afinación. El Kurwenal de Ian Paterson de timbre gris, árido y emisión retrasada convenció por su entrega y perfecta encarnación del amor incondicional hacia su amo. Convincente también Zappenfeld como Rey Marke aunque la caracterización escénica de su personaje no le ayuda mucho.
La producción de Katharina Wagner puede calificarse como interesante en su globaldiad con momentos más logrados que otros. Muy atractiva la escenografía del primer acto basada en el diseño “Il ponte levatoio” de Giovanni Battista Piranesi. Una especie de laberinto de escaleras entre las que los amantes intentan encontrarse sin lograrlo hasta la escena del filtro. El Rey Marke no es tal sino una especie de capo gitano o de una secta rara, (lo que atenta contra la esencia de este personaje, su aulicidad, su alta nobleza), que recluye en una prisión a los dos amantes en el segundo acto. Los focos de los vigilantes perturban ese éxtasis amoroso de los protagonistas que sólo puede llevarse a término en la noche, en la más absoluta oscuridad, por ello Isolda coloca la capa para conseguir ese reducto de tinieblas y en la que ambos van colgando las estrellas para así tener su noche “genuina”. Como decía, muy logrado el tercer acto con las apariciones de Isolda que glosan el delirio agonístico del héroe, cuyo carácter de tal, al fin, viene subrayado con la presencia de su gran espada que es colocada sobre su féretro al final. Genial me pareció, que en el último encuentro entre los amantes con un Tristán a punto de expirar, el escenario quede totalmente oscuro como recuerdo, una vez más, que es la noche, el más allá, otra dimensión, donde este amor puede plasmarse.
Terminé cada acto con dolor de estómago y la ópera conmocionado. Una noche inolvidable, de ésas que sólo la ópera puede deparar y que no cambio por nada en la vida y miren que la vida está llena de maravillas.
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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