La Bayo se sube a un escenario (lo de cantar sería inexacto) sólo en España donde vive de ese título que algunos le otorgaron de "heredera de la gran tradición sopranil española" (abundantes risas en off). Lo de ayer fue inadmisible. Ni puede con el papel (graves que hay que imaginar, centro una raspa, timbre arañado, oscilaciones, agudos calantes...) y la expresión se ha convertido ya en una autoparodia. Gazmoña, cursilona, gestos ridículos... Una joya. Gorrochategui deslabazado, rudo, de emisión engolada y por las bravas, pero al menos, tiene sonidos percutientes. Irrelevante San Martín al que le pasaron inadvertidas las bellas frases de Paquiro en el primer cuadro. De acuerdo con lo expresado por AngelParsifal respecto a la buena y pulida dirección de García Calvo que ofreció un buen intermedio y una detallada introducción a la gran escena de Rosario (la maja y el ruiseñor). Goyescas es una obra interesante que contiene indudables bellezas y una orquestación elaborada e inspirada, pero es una creación más bien esquemática, como un boceto y que, además, no se sostiene dramáticamente.
Gianni Schicchi e una obra maestra, un ejemplo de perfección en teatro musical -el que aún dude que Puccini es un genio que se lo haga mirar- y el ofrecido ayer resultó más que apañado con una divertida producción de Woody Allen que se apoya es una espectacular escenografía, aunque la casa es más propia del Nueva York de Vito Corleone, Clemenza y Don Fanucci que de la inmortal Florencia. Muy correcta la dirección de Carella, falto de fantasía, contrastes y personalidad, eso sí, pero que honra el menos, la genial orquestación Pucciniana. Alaimo aceptable, una voz sana y buena dicción aunque falto del carisma que uno espera en este papel. Muy verde Casals como Rinuccio, mejor la Lauretta de Alberola. Buen equipo de secundarios, entre los que destacaron la veterana Elena Zilio, la única voz ortoxamente colocada y proyectada, capaz aún de emitir sonidos restallantes en teatro, el gran comediante que es Luis Cansino y Valeriano Lanchas como Simone, il più vecchio.
En cuanto al momento Domingo, se puede optar por decir que si es un engendro, un invento, un no se qué para lo cual hay argumentos sólidos o bien, aceptar que Domingo es un mito de la ópera, de los escasos que aún se suben a un escenario, y que aún es capaz de arrasar, poner un teatro boca abajo y, personalmente, aún percibo un cantante con gran personalidad, irreprochablemente musical y con un timbre que ha sido único por belleza y singularidad (de tenor divo) que se mantiene increíblemente bastante íntegro en la apenas octava que le resta. Especialmente en el dúo de Traviata, el divo ya había calentado, controlada la oscilación y la voz corrió con esmalte y belleza por todo el teatro. De hecho él y la Zilio, los veteranos, fueron las voces más proyectadas y con mayor presencia sonora de todas. En el aria de Macbeth sorprende la habilidad para, sin aire, solventar las largas frases Verdianas. En el Nemico della patria la voz sonó más agria y temblona. No es precisamente un aria para calentar... Cansino se divirtió y nos divirtió a todos con su peculiar y personal interpretación del Monólogo del acto Primero de Fasltaff. Un despojo vocal metido en la nariz fue lo que escuchamos en un desvencijado Bruno Praticó, que se cargó un ejemplo fabuloso de sillabato rápido como es "Sia qualunque delle figlie" de Cenerentola.
Que con 74 años tenga aún ganas y energía (yo desde luego con 10 años menos estaría haciendo cruceros y visitando playas paradisíacas) para subirse a un escenario, aprenderse papeles nuevos y ante una cancelación, compensar al público con un pequeño recital, pues creo que es apreciable. Desde luego, los espectadores bramaron, había gente de todas las latitudes y estaban como locos. Yo ya he dicho muchas veces que debería haberse retirado después del Simon, pero si necesita el teatro, pisar las tablas y escuchar los bravos del público para sentirse vivo, yo lo entiendo y empatizo con ello. Además, me sigue dando carisma, sonidos, frases y acentos que me compensan en un teatro.
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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