Porgy and Bess (George Gershwin – Ira Gershwin) - Teatro Real (Madrid). 1 de Julio de 2015 Porgy: Xolela Sixaba / Bess: Nonhlanhla Yende / Crown: Mandla Mndebele / Clara: Siphamandla Yakupe / Serena: Arline Jaftha / Sportin’ Life: Lukhanyo Moyake / María: Miranda Tini Producción de Cape Town Opera Company Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid) Cape Town Opera Chorus Dirección musical: Tim Murray. Dirección de escena: Christine Crouse.
Pensemos cómo se podría concebir la ópera por toda la corriente musical de finales del XIX y primeros del XX en los EEUU, un período y contexto tan rico como cambiante y variado: "Porgy and Bess", auténtica exquisitez musical. No cabe duda de la inspiración afroamericana de todo movimiento musical entonces, que volcó en la aparición del jazz, precedido por el ragtime, también en el soul, el gospel, el swing, las primeras big bands, las primeras músicas para cine, y…, por supuesto, del barbershop style (no iba a dejarme yo de acordarme precisamente de esto…). Estilos que se hermanarían, se divorciarían, se volverían a juntar, tendrían hijos: el musical americano, el rock and roll, los crooners, más y más evolucionado cine, etc. Los principales responsables de ese momento y a la postre de todo lo que vino después, se agrupan en la llamada "Tin Pan Alley", un amplio acervo de compositores entre los que encontramos a Harry von Tilzer, Irving Berlin, Jerome Kern, Ira Gershwin o George Gershwin, y bastantes más, algunos, curiosamente, de origen eslavo, como el caso de Irvin Berling (que directamente era ruso) o del que nos ocupa, George Gershwin: uno ve y escucha su "Porgy and Bess" y se lo imagina sureño y negro, y en cambio, es neoyorquino, blanco, y sus padres eran rusos: muestras curiosas de ese constante intercambio de estilos e inspiraciones artísticas entre colectivos geográficos o raciales que no eran precisamente amigos entonces. En el año de su reapertura, se ofrecieron unas extraordinarias funciones de “Porgy and Bess” con un reparto similar al que conformaron las grabaciones audiovisuales dirigidas por Sir Simon Rattle: fue una de las mejores producciones que han pasado por el coliseo madrileño. En el arranque de la temporada que ahora acaba, no estaba previsto este título, si no un experimento de esos que congregan a más gente en el escenario y entre bastidores que en el aforo. En su lugar, la compañía de la Opera de Ciudad del Cabo nos ha visitado con una producción, coro incluido, que viene paseando con éxito por el mundo lírico. El resultado es que este plan b, queda, al igual que su precedente hace 18 años, como una de las mejores producciones que por aquí han pasado. La música de “Porgy and Bess” se le atribuye a George Gershwin, mientras el texto a su hermano mayor Ira (es masculino). Es algo más que una ópera al uso, que como tal tiene números que podrían pasar por arias, diálogos musicados que podrían asemejarse a un recitativo, números orquestales o coros que vendrían a acomodarse como sus preludios o interludios, además de un inteligentísimo uso de fórmulas líricas como el leitmotive que es base en la orquestación: ¿es “Porgy and Bess” la versión gospel “Tristan e Isolda”?: ahí es nada la cuestión. Para “Porgy and Bess” se necesitan cubrir muchos papeles, muchos secundarios ni siquiera mentados en el encabezado tienen su momento de gloria importante, es una obra que necesita un equipo y muy compactado, más que nombres propios destacables para que quede redonda. Los cantantes que protagonizan esta producción son completamente desconocidos en el mundo lírico. Ni que decir tiene que todos debutaban en Madrid, y leyendo sus curriculum vemos que amén de su quehacer con la compañía lírica sudafricana y en especial con este trabajo de Gershwin, poco más tienen: algún role lírico de segundo orden, alguno en algún musical, y poco más. Sin embargo, son voces preciosísimas para enfocar esta ópera, medio lírica, medio góspel, medio musical, medio soul, medio jazz, en la que se desenvuelven con holgura y soltura. Tengo mis dudas si serían extrapolables a trabajos verdianos, puccinianos o wagnerianos… probablemente no, pero en primer lugar, ni falta que hace, y en segundo lugar, que nadie se piense en que tal duda se deriva de estar ahora en un título de segunda división y no terminar de verles en la primera. Porque “Porgy and Bess” es división de honor y con mayúsculas, pero exige unas voces de matiz y circunstancias especiales, no necesariamente volcanes canoros (que cuidado: el caudal vocal de alguno de los inmersos en esta producción, corta hipos), si no una carga de negritud (por no decir directamente, por si suena mal, que requiere cantantes negros), y al servicio del desarrollo de una obra más en plan discurso cinematográfico que de lucidez vocal individual y en la que hay muchos protagonistas, no solo dos aunque lleven el nombre. Quizás el intérprete de “Sportin Life” es el que quedara más corto, es el role más singular y complicado de cantar: también en el 97 su intérprete en el Real no lo bordó, cosa casi imposible si no eres el pedazo de cantante como la copa de un pino que aparece en la grabación mencionada de Rattle que es directamente una gozada. Buenísima la intérprete de “Bess”, magnífico, extraordinario el “Porgy”, muy destacable la “Serena” y “Crown” y como mínimo notable alto el resto del largo cast. Hay cantidad de números, de cortes, que son una delicia y que levantan el espíritu de cualquiera: uno de mis favoritos es “It takes a log pull to get there…huh!!!”, “a woman is a sometime thing” ambas canta “Jake” (por cierto, otro cantante estupendo) junto al coro, y cómo no, “It anit necessarily so” (Sportin Life) y el popularísima nana “Summertime” (que entona inicialmente Clara y más tarde, Bess, ya que que Clara … is gone, gone, gone). Hubo algún corte en alguna estrofa de alguno de los números, o alguna breve supresión como el momento de piano y coro iniciales; retoques casi insignificantes en todo caso. Impresionante el coro. Un sonido brillantísimo, envolvente, empastado milimétrico, voces adecuadísimas, grandes, precisas, preciosas. Además, son una auténtica pasada cuando se ponen a bailar, a saltar, a casi dejarse entrar en trance espiritual: dejaron para la posteridad unos números visuales sensacionales. Es idea de esta compañía contextuar la trama en Sudáfrica, pero salvo carteles con la imagen de algún líder, no lo vamos a palpar mucho más. Estamos ante una producción con uso a lo grande del escenario, de corte clásico y sin grandes sorpresas de parte del vestuario o atrezzo: su éxito es esa apuesta por la propia idiosincrasia de las creencias, culto y arte de raíz afroamericana. El resultado fue puro espectáculo en el Teatro Real, a cuya orquesta guió Tim Murray exigiendo debidos swing y acentuando percusión y metales de coloratura jazzística, que favorecieron el ambiente e inspiración del fabuloso equipo sudafricano. Saludos cordiales, NICO
_________________ Harmoniously, NICO
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