Hace unas horas ha tenido lugar la función de estreno de Porgy and Bess, obra maestra de George e Ira Gershwin; a cargo de la Cape Town Opera (ópera de Ciudad del Cabo). Cuando el año pasado la compañía hizo unas funciones en el Liceu las críticas en este foro no fueron precisamente de alabanza, en contraste con la prensa. Esperaba con ansias la ópera de Elena Mendoza pero cuando fue sustituida por esta obra también me alegré, suponía una oportunidad de verla en vivo: primera vez para un servidor.

La música de George Gershwin es maravillosa. No hablaré demasiado de las virtudes, complejidades y aciertos de la obra porque la conozco bastante poco. Pero ese poco me encanta: se advierte una sucesión de números a cada cual más inspirado, que se han convertido en clásicos incluso de la música popular estadounidense. Pero no deja de ser también una ópera con mayúsculas, ya que incluso hay momentos que me han parecido propios de Berg. Además, el libreto de Ira Gerswhin y DuBose Heyward presenta un drama interesante y entretenido.

No se presentaba en el Real desde la temporada 1997-1998. En aquél entonces fue interpretada por una compañía mejor, la Houston Grand Opera, y liderada por el legendario Willard White como Porgy; quizá alguien de esta casa recuerde esas funciones. Dieciocho años después una compañía quizá más modesta pero no menos recorrida la vuelve a representar en nuestro querido coliseo. La Cape Town Opera ha llevado de gira esta producción por Suecia, Reino Unido (los dos primeros países son destinos habituales de las giras de esta casa sudafricana), Francia, Alemania, Israel, Kenia ,Noruega, y por supuesto nuestro país.

Esta producción traslada la ambientación al Soweto sudafricano de los años 70. Una zona azotada -aún hoy- por la miseria, la violencia; que no se desliga demasiado en apariencia del Catfish Row original (aunque sabiendo estas cosas no deja de sonar raro hablar de Nueva York al final) de los Gershwin. La puesta en escena de Christine Crouse no tiene unos decorados muy ostentosos pero sí funcionales, una casa giratoria que hace las veces de iglesia y vivienda, una chabola y una valla en el fondo, recuerdo del apartheid. De fondo un cielo azul que supondría el mundo exterior, donde la esperanza y la perdición parecen unirse de la mano. Los pañuelos y vestidos de colores de Maria no nos hacen olvidar la ambientación africana. Tampoco la aparición de dos monjitas blancas o la brutalidad de la policía, golpeando a los protagonistas y enfundando el arma. O en el cuadro segundo los hábitos blancos y un letrero anunciando una iglesia africana independiente, sugiriendo de manera interesante -quizá- la dicotomía entre iglesia católica y luterana. O la aparición de ídolos africanos en la escena de la isla de Kittiwah, o el vestuario setentero de Bess al principio de la obra y el de algunas protagonistas. Por mencionar algunos detalles. Las similitudes de la comunidad negra en ambas épocas y países hacen que no moleste la puesta en escena y que se mantengan los principios de fidelidad al texto.

La dirección musical de Tim Murray me ha sorprendido bastante. El comienzo fue bastante bueno, aunque en los momentos más sosegados nuestra orquesta se mantuvo digna, para remontar después a un gran nivel. Supo extraer del viento metal un bellísimo sonido (nada que ver con el desangelado sonido que Palumbo sacó del mismo dos meses antes en Traviata), así como de toda la orquesta en los coros, finales de actos y demás momentos destacados, donde estuvo excelente. Me atrevería a decir incluso que es de los títulos mejor dirigidos de la temporada, lo que tampoco ha sido muy difícil.

El Coro de la Cape Town Opera parece tener experiencia en los ritmos de la partitura, aunque tampoco me pareció excelso. Si bien en la escena del funeral de Clara estuvo emocionante. Ahora bien, me parece un mérito cantar y bailar -y tan bien- al mismo tiempo esas escenas tan musicalmente endiabladas. Los bailarines estupendos.

Siendo este el reparto del estreno, podemos decir que también tuvo un líder: el bajo-barítono Xolela Sixaba como Porgy.

Sixaba tenía la voz más poderosa del elenco. Una voz que corría bastante por el teatro y capaz de sobrepasar con soltura a sus compañeros y no en pocas ocasiones a la orquesta. Y eso sumado al reto de cantar todo el tiempo de rodillas y subido a una tabla con ruedas. Muy aplaudido fue en la popular "I've got plenty of nothing", que cantó maravillosamente. Y considerablemente por debajo de su gran interpretación, hemos de situar el resto:

Nonhlanhla Yende hizo una Bess irregular: cohibida al principio, más suelta en los dúos con Porgy y finalmente entregada en las escenas del acto segundo; especialmente en la última, con Sportin'Life. Aunque el Summertime (Bess canta el segundo) lo abordó de manera correcta,sin más. Su caracterización me gustó: es una mujer exuberante, y me pareció genial el cambio que hace en su apariencia. Empezando alocada y vestida con colores llamativos típicos de la moda de los 70, a una conservadora ama de casa y discretamente vestida cuando está con Porgy. Lo que me gustó de la puesta en escena es que al final esa situación vuelve al inicio: cuando Sportin' Life la convence para irse con él en un momento pasa de ser una mujer indecisa a bailar animadamente con el rufián al son de la música y con su llamativo atuendo original. Genial.

Siphamandla Yakupa fue una Clara correcta, aunque afectada por falta de volumen, también cantó correctamente el primer y más famoso Summertime. Por cierto, no dejo de quitarme el sombrero ante la belleza de esta nana: si bien la soprano no fuera la mejor del mundo fue un momento precioso y emocionante. Este George Gershwin era un genio.

Miranda Tini fue una excelente Maria. La actuación de esta contralto fue impecable y desde ella la interpretación de este personaje matronal fue convincente. Y bastante africana en la forma de decir, además de su colorido vestuario y su imponente figura.

Arline Jaftha actuó bien como Serena, pero vocalmente fue correcta.

El punto más flojo con diferencia fue el de los dos villanos: sin demasiadas alegrías el Crown de Mandisinde Mbuyazwe y bastante mediocre el Sportin'Life de Lukhanyo Moyake que resultó inaudible justo en el momento estelar del personaje, el aria It ain't necessarily so aunque pudo redimirse medianamente con el sonoro agudo en la escena final con Bess.

Bien el resto de comprimarios, con una destacada intervención de Linda Nteleza como la vendedora de fresas.

La función ha sido aplaudidísima, con alta ocupación y los comentarios a la salida del teatro revelaban satisfacción entre los asistentes. Al público parece haberle gustado mucho.

Quizá este Porgy pudiera cantarse mejor, quién sabe. A mí me ha parecido una producción más que digna: es difícil encontrar un equipo completo de cantantes negros fuera de una compañía estable e itinerante, que es la forma en la que esta genial obra se suele presentar. En cualquier caso cualquier oportunidad de verla es bienvenida, más aún si viene de la mano de esta conocida producción que tendremos en Madrid hasta el 10 de julio.

Muchas gracias por la excelente crónica. Precisamente el 10 de julio es cuando iré a verla, y se me va a hacer bastante largo hasta entonces.

Presencié el Porgy and Bess del año 97 con Willard White y Cinthya Haymon y, por supuesto, que iré a ver el de esta ocasión, ya que la obra me encanta.

Al final me he arrepentido de no comprar entradas (baratas, claro) para esto. Y más tras leer a angelparsifal.

No porque vaya a ser un gran interpretación, que es obvio que no, sino porque soy de buen conformar y esta obra es un bombón.

Qué magnífica obra es Porgy and Bess. Ayer disfruté en el Real con un montaje más que digno y lejos de encontrarme con voces limitadas, más propias de musical, tanto el Porgy (calantillo alguna vez, bien es verdad) como la Serena (que interpreta el fabuloso spiritual "My man's gone now") lucieron medios vocales operísticos y más caudalosos que la mayoría de vocecitas que uno escucha habitualmente en el teatro, empezando por las del último Fidelio. Bess fue una soprano desigual, de emisión gutural y agudo chillado, pero muy ajustada como intérprete y que se hizo oir en todas sus intervenciones.Magnífica su química con Porgy y el clima creado en el maravilloso dúo "Bess you is my woman now". Cinthya Haymon hace 18 años cantó mucho mejor, pero no se la escuchaba en gran parte de la obra. El más limitado fue el Sportin' life casi inaudible, lo cual suele ser habitual, al ser un papel propio de un cantante de blues y que tiene a su cargo números tan memorables como "It Ain't Necessarily So" y "There is a boat that's leavin soon for new york".

Una producción que se nota muy rodada, bien engrasada, un espectáculo dignísimo en que se canta, se baila y se interpreta con entusiasmo, motivación y entrega.

La orquesta de menos a más cumplió, aunque sin salir de su línea grisácea actual. El público se lo pasó muy bien.

Ayer estuve en el "Porgy" y fue una función genial, brillantísima, entretenida y un triunfo tanto visual como musical. Ya contaré con detalle luego cuando tenga un rato, pero ahí dejo el teletipo.

Muy disfrutable el Porgy, lo mejor de la temporada. (Lo que no dice nada bueno de la misma)

Pensaba que esta obra maestra que deja destrozada esa hipotética barrera que hay entre la música ligera y la clásica o culta, iba a estar peor servida.

Pero me he encontrado con una compañía con grandes voces, mejores a lo que se nos presentan en títulos donde teóricamente se llaman a especialista en esos papeles, y que está muy bien trabajada. Porgy, Bess, Serena y María, han tenido momentos muy destacados.

La producción es mucho más modesta que la excelente que vimos en las primeras temporadas del Real en su reapertura, pero al estar bien trabajada la dirección de escena, todo el drama se desarrolla con mucha convicción.

Musicalmente también se nota el trabajo, como en el espectacular coro donde se superponen 6 espirituales distintos y que han sonado con gran distinción y precisión, pero perfectamente armonizados. Fragmento donde también se pone de relieve que el talento compositivo de Gershwin iba más lejos del que se puede presuponer por su formación "menos académica".

Yo tambien estuve ayer y pensaba comentar lo que Le Gouverneur ha dicho y se me ha adelantado sobre que me ha parecido el mejor estreno de este año en el Teatro Real. Hacia mucho que no veia este titulo, desde la primera temporada del Real (1997-98) aunque me suena que en la Zarzuela tambien estuvo unos años antes, pero me ha resultado mejor y mas redondo en esta ocasion por lo compacto del equipo y la estupenda direccion de Tim Murray al frente de la orquesta titular del Teatro Real. Un espectaculo mas redondo que el del dia anterior con el doble programa de Granados y Puccini.

Porgy and Bess (George Gershwin – Ira Gershwin) - Teatro Real (Madrid). 1 de Julio de 2015
Porgy: Xolela Sixaba / Bess: Nonhlanhla Yende / Crown: Mandla Mndebele / Clara: Siphamandla Yakupe / Serena: Arline Jaftha / Sportin’ Life: Lukhanyo Moyake / María: Miranda Tini
Producción de Cape Town Opera Company
Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid)
Cape Town Opera Chorus
Dirección musical: Tim Murray. Dirección de escena: Christine Crouse.

Pensemos cómo se podría concebir la ópera por toda la corriente musical de finales del XIX y primeros del XX en los EEUU, un período y contexto tan rico como cambiante y variado: "Porgy and Bess", auténtica exquisitez musical. No cabe duda de la inspiración afroamericana de todo movimiento musical entonces, que volcó en la aparición del jazz, precedido por el ragtime, también en el soul, el gospel, el swing, las primeras big bands, las primeras músicas para cine, y…, por supuesto, del barbershop style (no iba a dejarme yo de acordarme precisamente de esto…). Estilos que se hermanarían, se divorciarían, se volverían a juntar, tendrían hijos: el musical americano, el rock and roll, los crooners, más y más evolucionado cine, etc. Los principales responsables de ese momento y a la postre de todo lo que vino después, se agrupan en la llamada "Tin Pan Alley", un amplio acervo de compositores entre los que encontramos a Harry von Tilzer, Irving Berlin, Jerome Kern, Ira Gershwin o George Gershwin, y bastantes más, algunos, curiosamente, de origen eslavo, como el caso de Irvin Berling (que directamente era ruso) o del que nos ocupa, George Gershwin: uno ve y escucha su "Porgy and Bess" y se lo imagina sureño y negro, y en cambio, es neoyorquino, blanco, y sus padres eran rusos: muestras curiosas de ese constante intercambio de estilos e inspiraciones artísticas entre colectivos geográficos o raciales que no eran precisamente amigos entonces.
En el año de su reapertura, se ofrecieron unas extraordinarias funciones de “Porgy and Bess” con un reparto similar al que conformaron las grabaciones audiovisuales dirigidas por Sir Simon Rattle: fue una de las mejores producciones que han pasado por el coliseo madrileño. En el arranque de la temporada que ahora acaba, no estaba previsto este título, si no un experimento de esos que congregan a más gente en el escenario y entre bastidores que en el aforo. En su lugar, la compañía de la Opera de Ciudad del Cabo nos ha visitado con una producción, coro incluido, que viene paseando con éxito por el mundo lírico. El resultado es que este plan b, queda, al igual que su precedente hace 18 años, como una de las mejores producciones que por aquí han pasado.
La música de “Porgy and Bess” se le atribuye a George Gershwin, mientras el texto a su hermano mayor Ira (es masculino). Es algo más que una ópera al uso, que como tal tiene números que podrían pasar por arias, diálogos musicados que podrían asemejarse a un recitativo, números orquestales o coros que vendrían a acomodarse como sus preludios o interludios, además de un inteligentísimo uso de fórmulas líricas como el leitmotive que es base en la orquestación: ¿es “Porgy and Bess” la versión gospel “Tristan e Isolda”?: ahí es nada la cuestión.
Para “Porgy and Bess” se necesitan cubrir muchos papeles, muchos secundarios ni siquiera mentados en el encabezado tienen su momento de gloria importante, es una obra que necesita un equipo y muy compactado, más que nombres propios destacables para que quede redonda. Los cantantes que protagonizan esta producción son completamente desconocidos en el mundo lírico. Ni que decir tiene que todos debutaban en Madrid, y leyendo sus curriculum vemos que amén de su quehacer con la compañía lírica sudafricana y en especial con este trabajo de Gershwin, poco más tienen: algún role lírico de segundo orden, alguno en algún musical, y poco más. Sin embargo, son voces preciosísimas para enfocar esta ópera, medio lírica, medio góspel, medio musical, medio soul, medio jazz, en la que se desenvuelven con holgura y soltura. Tengo mis dudas si serían extrapolables a trabajos verdianos, puccinianos o wagnerianos… probablemente no, pero en primer lugar, ni falta que hace, y en segundo lugar, que nadie se piense en que tal duda se deriva de estar ahora en un título de segunda división y no terminar de verles en la primera. Porque “Porgy and Bess” es división de honor y con mayúsculas, pero exige unas voces de matiz y circunstancias especiales, no necesariamente volcanes canoros (que cuidado: el caudal vocal de alguno de los inmersos en esta producción, corta hipos), si no una carga de negritud (por no decir directamente, por si suena mal, que requiere cantantes negros), y al servicio del desarrollo de una obra más en plan discurso cinematográfico que de lucidez vocal individual y en la que hay muchos protagonistas, no solo dos aunque lleven el nombre. Quizás el intérprete de “Sportin Life” es el que quedara más corto, es el role más singular y complicado de cantar: también en el 97 su intérprete en el Real no lo bordó, cosa casi imposible si no eres el pedazo de cantante como la copa de un pino que aparece en la grabación mencionada de Rattle que es directamente una gozada. Buenísima la intérprete de “Bess”, magnífico, extraordinario el “Porgy”, muy destacable la “Serena” y “Crown” y como mínimo notable alto el resto del largo cast. Hay cantidad de números, de cortes, que son una delicia y que levantan el espíritu de cualquiera: uno de mis favoritos es “It takes a log pull to get there…huh!!!”, “a woman is a sometime thing” ambas canta “Jake” (por cierto, otro cantante estupendo) junto al coro, y cómo no, “It anit necessarily so” (Sportin Life) y el popularísima nana “Summertime” (que entona inicialmente Clara y más tarde, Bess, ya que que Clara … is gone, gone, gone). Hubo algún corte en alguna estrofa de alguno de los números, o alguna breve supresión como el momento de piano y coro iniciales; retoques casi insignificantes en todo caso.
Impresionante el coro. Un sonido brillantísimo, envolvente, empastado milimétrico, voces adecuadísimas, grandes, precisas, preciosas. Además, son una auténtica pasada cuando se ponen a bailar, a saltar, a casi dejarse entrar en trance espiritual: dejaron para la posteridad unos números visuales sensacionales. Es idea de esta compañía contextuar la trama en Sudáfrica, pero salvo carteles con la imagen de algún líder, no lo vamos a palpar mucho más. Estamos ante una producción con uso a lo grande del escenario, de corte clásico y sin grandes sorpresas de parte del vestuario o atrezzo: su éxito es esa apuesta por la propia idiosincrasia de las creencias, culto y arte de raíz afroamericana. El resultado fue puro espectáculo en el Teatro Real, a cuya orquesta guió Tim Murray exigiendo debidos swing y acentuando percusión y metales de coloratura jazzística, que favorecieron el ambiente e inspiración del fabuloso equipo sudafricano.
Saludos cordiales,
NICO

Está visto que no haber ido a ver este espectáculo ha sido un error de los que ponen los dientes largos.

Quedan funciones y entradas; si puede, se lo recomiendo mucho.

Gracias por la recomendación (aunque su detallada reseña ya era recomendación suficiente). Veré qué se puede hacer.

Lo que he conseguido es una entrada baratita que ha aparecido por sorpresa para el Gianni Schicchi, que me apetecía. Está claro que conviene consultar con periodicidad la página del Real.

Muy buena crónica Nico, y muy amena, se te nota afín al estilo. Lástima que de fútbol sepas tan poquito...

Y sí, no volveremos a ver un Sporting live como Damon Evans

Por cierto, ¿no se dijo por aquí que el TR no era un teatro apto por motivos técnicos para simultanear dos producciones diferentes? Pues estamos viendo como Porgy y Bess se solapa primero con Fidelio y después con Gianni Schicchi / Goyescas...

Je, je

Tal como dices: lo más parecido que he visto a un balón es una onza de chocolate.

Porque está claro que una onza de chocolate no se parece a un balón de fútbol...

... pero...


... ¿ y si sí ?...

....