Sé que las funciones de La Dogaresa en el Teatro de la Zarzuela fueron brevemente comentadas en el pequeño hilo de crónicas.

Y sin embargo, creo que una producción lírica completa (o eso creo) en la que ha cantado Carlos Álvarez en Madrid después de mucho tiempo merece un hilo propio.

Se nos ha presentado una versión en concierto con dramaturgia añadida. Y sin embargo me ha parecido que o bien se trata de una obra de teatro con música de La Marchenera o una alternancia de dos obras por completo independientes y con poco nexo entre sí.

Sobre la realización musical, decir que la dirección de Miguel Ángel Gómez Martínez me ha parecido estupenda. La orquesta ha sonado muy bien, y el preludio del acto segundo salió de muchos quilates: precioso el pizzicato de las cuerdas a mitad del mismo. Y es que la obra tiene una música tan inspirada, tan racial, de muy agradable escucha.

No veía a Carlos Álvarez desde aquél Macbeth del año 2004 en el Real. En la función de ayer demostró que a pesar de la enfermedad que le paró y cambió el curso de su fulgurante carrera, sigue siendo un gran artista. En su romanza de entrada si bien es cierto que el volumen no fue demasiado amplio, también es cierto que la terminó maravillosamente. No dejó esa línea en el resto de sus intervenciones. Me gustaría verlo en una ópera para juzgarle con más criterio, pero ha sido una pequeña alegría verle de nuevo en acción en este sugestivo título.

La sorpresa ha sido Alejandro Roy como Félix. No conocía a este tenor y tengo que decir que ha sido algo muy grato. La voz es ligeramente baritonal que además tiene con unos agudos bellísimos, y un volumen generoso. Estupendas sus intervenciones, muy especialmente el dúo con Valentina.

Las voces femeninas por el contrario no me han gustado demasiado. Cumple Amparo Navarro como la protagonista pero la voz es demasiado pastosa para mi gusto. Y sobre Rocío Ignacio -de quien he oído hablar bastante- puedo decir que si bien puede cantar, la voz no destaca por su belleza. También tiene ese sonido pastoso y además la voz es demasiado vibrante para mi gusto. Fue muy aplaudida en la Petenera, que para mi gustó no cantó mal pero adoleciendo de esa vibratez desmedida.

Bien el resto de solistas.

La otra obra es un diálogo entre compositor y libretista que en teoría trata de explicar la obra. O más bien, de ponerla al servicio de una historia que con humor trata el tema de cómo debe ser el teatro desde el punto de vista del joven e ilusionado libretista y el del viejo y desconfiado empresario, cuyo objetivo es determinar el argumento final de la obra, en la que además se hace referencia a artistas de los años 20. Una historia independiente de la música, a mi modo de ver.

Y la función muy aplaudida, se notaba el entusiasmo entre el público en una función que cierra la temporada de zarzuela.

Por supuesto que lo merece.
Y "La Dogaresa" también lo merecía a mi juicio (sin que esto sea una crítica para nadie).
Son dos obras extraordinarias que llevan muchísimo tiempo en el dique seco.
Yo pude ver dos veces "La Dogaresa" en mi adolescencia, pues en Valencia tenía mucho éxito en aquella época.
"La Marchenera" no he tenido la suerte de verla. La conozco a través de la versión de Lorengar-Ausensi-Munguia.

Yo estuve el Viernes. Magnífica música del Maestro Moreno Torroba que resultó mucho mejor servida que La Dogaresa, empezando porque hubo voces y continuando con la experta batuta de Gómez Martínez con una dirección bien organizada, elegante, plena de oficio y poniendo de relieve las bellezas de la obra.

Una gran alegría esta vuelta de Carlos Álvarez y con el género con el que tuvo su primer gran éxito en Madrid. Mermado de brillo y volumen, pero inalterables la belleza, nobleza y singularidad de su timbre. Su papel es un bombón con una romanza y un dúo memorables (especialmente "El pueblo tiene un cantar"), que fueron convenientemente desgranados con su comunicativo fraseo. No en vano, estamos ante un cantante de primera división. Alejandro Roy, como siempre, mostró material de calidad, con sonoridad y presencia, y algunos pepinazos aquí y allá, pero la articulación es problemática (se come sílabas, altera palabras y fonemas) y resulta un tanto vociferante en un constante forte sin el mínimo contraste. Muy deficiente Rocío Ignacio, oscilante, de emisión engolada y errática, además de una tendencia constante a desafinar. Indudables la profesionalidad y entrega de Amparo Navarro, de material anchote, difícil de domeñar y con viajes al agudo comprometidos.

Pues yo salí bastante decepcionado de la función del viernes. Reconozco que iba con mucha ilusión, porque siempre he tenido un particular afecto por La Marchenera (en mi opinión, junto a La Chulapona, la mejor partitura teatral de Moreno Torroba), pero el cuarteto vocal arruinó todas mis expectativas. Los cuatro protagonistas (Navarro, Ignacio, Roy y Alvarez) pecan de lo mismo: querer aparentar más voz de la que tienen, y así surgen unos sonidos tochos, recargados y plomizos que a los cuatro les cuesta Dios y ayuda manejar con una mínima solvencia. Todo se reduce a un esfuerzo muscular para tratar de sostener esas apariencias vocales. Si cada uno de ellos se limitaran a cantar con su voz (y con una técnica mínimamente pulida), otro gallo cantaría (valga la redundancia ).

Con todo, lo peor vino de Rocío Ignacio, una chica que apenas debe de pasar de la treintena, pero que por su voz parece una anciana: un tembleque continuo, rematado por alaridos por arriba, y por ahogos por debajo (en el cuarteto final, en los que apenas tiene que bajar al Mi, por poco hay que llamar al SAMUR para que vinieran a socorrerla). Alejandro Roy tiene una voz interesante, pero el canto es sofocado y muscular, y el agudo, por más que se empeñe, es pura fibra. Carlos Alvarez es un cantante que a mí nunca me ha gustado, de emisión artificiosa y línea monocorde. El paso del tiempo lo único que ha conseguido es hacerlo más artificioso y más monocorde. Y por último, Amparo Navarro fue la única que intentó darle un mínimo de expresión a su canto, pero con los vicios generales ya apuntados, la cosa quedó sólo en intento.

Lo mejor vino del foso. Gómez Martínez, como es habitual en él, consiguió hacer sonar a la orquesta con un mínimo de dignidad, y aportó transparencia, exquisitez sonora y gusto por los detalles, pero… le faltó cintura y sandunga en los números más populares. La petenera, el zapateado y el preludio del tercer acto (que también incluye un zapateado), por ejemplo, resultaron académicos, metronómicos, sin gracia y sin garbo. En ese tipo de música o sueltas la pelvis, o dejas al personal como si estuviera en misa de doce.

Y el añadido teatral que se sacaron de la manga, a mí se me hizo eterno. Estaba currado y aportaba reflexiones interesantes, pero para otro contexto. En éste, parecía metido con calzador y distanciaba del asunto musical. Eran como dos historias paralelas que no acababan de confluir. Tanto es así que de un número musical a otro, se perdía el hilo de la zarzuela y ya no se acordaba uno de por dónde iba la historia, ni qué rayos había ido a ver.

Efectivamente, uno comparte en líneas generales los defectos de Carlos Álvarez que cita el Sr. Hentzau, pero no alude a sus virtudes y en esta feliz ocasión en plena fase de retorno con lo mal que lo ha pasado, creo que era más adecuado incidir en sus virtudes, que resaltan aún más, en un teatro en que estamos acostumbrados a escuchar cantantillos tipo el coreano que cantó el Miccone de Dogaresa.

En mi caso, fui el domingo 31, coincidiendo con García Asensio, María José Montiel, Arturo Reverter que estarían aburridos en sus respectivas casas y nada mejor tenían que hacer más que acercarse bajo el calor sofocante de Madrid para los madrileños (no para los malagueños) a La Zarzuela a esa "semiescenificación" que supuso esa "Marchenera". Mis impresiones coinciden totalmente con esta crítica y en nada con lo expuesto arriba:
http://yovoyalteatro.blogspot.com.es/20 ... enera.html

Lástima que les disgustara tanto. En mi caso, disfruté muchísimo (como a los críticos a quienes tenía muy cerca).
Un saludo. Lástima que no hayan encontrado el placer en esta obra...Yo sí.
Edito: había cámaras esa tarde.

Como habla en plural, intervengo para reiterar que disfruté bastante con La Marchenera y que fue mucho mejor la interpretación en todos los aspectos que La Dogaresa. Las obras me encantan ambas.

Eso sí, algunas cosas que se dicen en ese blog sobre los cantantes no se sostienen bajo ningún punto de vista mínimamente cabal.

Reconozco que me hubiese gustado ir, pero hace tiempo que he tomado la decisión de no asistir nunca más a nada en lo que cante cierta persona que estaba en este reparto. Así que me fui al teatro.

¡¡¡Qué punky el grube!!!

Si disfrutó, no se dé por aludido entonces. Una lee rápida estos días (evalúo).
Lo del blog, ya le digo que es un cantante lírico el que lo escribe. Se podrá estar más o menos de acuerdo, pero canto ha estudiado, ha interpretado y conoce personalmente a muchos cantantes y actores, sin deber nada a nadie. Escribe lo que opina y bajo ese prisma, juzga.
En su blog se puede compartir esto.
Por cierto, ahora que recuerdo, también estaba Ricardo Muñiz y me pareció ver a Milagros Martín a lo lejos, pero no estoy segura; él estaba plenamente satisfecho, admirando la zarzuela y a los cantantes. Y doy fe ya que estaba delante.