Tip escribió:
Despinetta, Carestini y Ritter podían hacer una crónica para que Gaku, entre otros, se anime a ir.
Él se anima solito.
Ahí va la mía, ya que así lo pide...
Madrid, cinco de la tarde, domingo pasado; todo el mundo quejándose del calor y yo, con mi abanico, a pie hasta La Zarzuela. Buena entrada, me pareció (aunque había huecos); tras pasar por la exposición a Boccherini-De La Cruz (fascinante, visitadla), Ritter, acompañantes y servidora nos dispusimos a disfrutar de la obra. Antes de su comienzo, Pinamonti nos anunció el fallecimiento de Guti Gutiérrez, muy implicado en la puesta, a quien dedicaban la función.
Se inició a telón caído, mientras escuchábamos una deliciosa obertura tripartita, de hermosa factura que enlazaba con el inicio ("Huid, amores") dúo-trío con el que comienza esta obra tan lena del espíritu neoclásico, con algo de lío y con cierta ironía, soterrada, pero ahí está la mano del célebre sainetero Don Ramón Pérez de la Cruz: un padre rico con dos hijas, que desea meter en un convento a la mayor y casi contra su voluntad, un guiño a la obra de Beaumarchais, el enfrentamiento entre el poder paterno y el deber filial surge en la zarzuela con los personajes de nombres tan bien escogidos (Narcisa que sólo se ama a si misma, Clementina de paciente, Damiana como la ruda aya,Urbano el solícito galán...), el personaje del petimetre, del noble que busca desposarse con muchacha rica...Todo esto (y más) se encuentra en la obrita, fácil de seguir y de captar. Dramáticamente, fantásticos Manuel Galiana y Xavier Capdet, muy metidas en sus papeles Beatriz Díaz (una divertida criada), Carol García (Doña Damiana), Vanessa Goikoechea (la caprichosa Narcisa), bien Carmen Romeu (paciente Clementina) y bien los amantes Tony Marsol (el maestro de música, heredero de un Don Basilio) y Juan Antonio Sanabria (gallardo Don Urbano). Muy buena, acertada y eficaz puesta en escena.
Sobre el canto, en ocasiones no comprendí qué decía Vanessa Goikoechea con Beatriz Díaz; se les escuchó bien a todos. Conmovedora Carmen Romeu y quien más penó ( me parece que el momento más difícil vocalmente de la obra lo posee el tenor) fue Juan Antonio Sanabria en su escena llena de coloraturas, casi al final del acto segundo.
La música es deliciosa; en momentos recordaba a Pergolesi, en otros a Cimarosa (los finales de acto, el momento decisivo de Carolina en "Il matrimonio secreto" coincide aquí con el del tenor), con una elegancia y frescura en ocasiones (las romanzas de Narcisa, muy de "maja") llenas de vida, de ironía (las romanzas de Griseta, la criadita), de buen tino (las de Doña Damiana), que no desmerecen en nada esta obra.
Enhorabuena por su recuperación; que cunda el ejemplo y siga así La Zarzuela, con alguien que redescubre tesoros de casa propia y los lleva a escena. Escena emocionada al final, por la aparición de Mario Gas que colocó una flor en recuerdo a su compañero.
Una tarde estupenda, con la compañía apasionante de Ritter y allegados, dispuesta a repetir con ellos.
Anímense a verla quienes no hayan ido.