Ayer estuve en el Teatro Real...
Una Traviata de Lilliput con una banda de pueblo en el foso. Uno no sabía si estaba viendo Orontea de Cesti, La Baronessa Stramba de Cimarosa o un concierto de música antigua ante el calibre vocal de las ¿¿¿voces??? que se subieron al escenario. La Sra. Jaho es una especie de tiple cómica de companía de zarzuela que cubre el circuito Burgohondo-El Tiemblo-Quismondo. El grave ni está ni se le espera, el volumen 8 gramos, el centro falseado, abombado, por una minisoprano que pretende cantar con el triple de cuerpo vocal que realmente tiene. El resultado, una pelota en la boca, de sonido opaco, probretón y feo con avaricia (un timbre albanés
). Unos filados sin apoyo, sin posición, ni timbre, ni color, falsetuchos mortecinos, ejercen de eficaz truco para el público menos conocedor. La mitad de la ópera no se la oye y los agudos son grititos abiertos sin un átomo de squillo. Encima va de trágica, de melodramática.... Histriónica, con todos los vicios de las Violettas más vulgares y pasadas de rosca: Arrojo el vaso de champagne con burda saña al suelo en el acto primero, también las flores, sollozos, gemidos, alaridos varios y gestos de cine mudo. Una joya.
Realmente resultó patético escuchar a un tenorininininino, una especie de escuálido Pedrillo desgañitarse como un condenado en el papel de Alfredo, con un sonido propio de cabrilla en celo. En fin, Juan Jesús Rodríguez sí tiene un buen material, pero ha perdido enteros en cuanto a brillo y riqueza armónica y no se puede cantar un Germont como si fuera la guía de teléfonos. Cómo se puede cantar escritura vocal tan sublime (con esa cumbre que es el dúo del segndo acto y la romanza "Di Provenza") sin un matiz, ni un detallito,ni una smorzatura, ni un piano. Todo un continuo forte y mezzoforte que aburre a las ovejas.
Nucci con todos sus defectos, es un viejo zorro y un cantante de ópera de cuando ésta se escribía con mayúsculas. Con él en el escenario algo pasará, algo vibrará, algún sonido de ópera escucharemos, pero claro, resulta que hace unos años tuvimos aquí a un tal Bruson (yo me llegué a colar en dos funciones al segundo acto sólo para ver y oir su lección magistral) y eso son palabras mayores, muy mayores. También para Nucci.
La orquesta parece volver a las andadas más infaustas de años ha. Pasota, desimplicada, una pachanga infame, con un sonido grueso, borroso, desempastado (qué metales más estridentes e invasivos, qué maderas más inseguras y erráticas), qué cuerda más raquítica.... La peor dirección que le he visto a Palumbo. Reunió todos sus defectos, basto, rudo, deslavazado, incoherente... y casi ninguna de sus virtudes.
Pobre Verdi.