Doctor Atomic. Ópera en dos actos de John Adams. Estreno en España. Libreto de Peter Sellars, extraído de fuentes originales. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: Yuval Sharon. Director del Coro: Íñigo Sampil. Escenografía: Dirk Becker. Vestuario: Sarah Rolke. Iluminación: Juan Manuel Guerra. Creación de vídeo: Benedikt Dichgans/ Philipp Engelhardt. Producción: Badisches Staatstheater Karlsruhe. Intérpretes: Lee Poulis, Jouni Kokora, Beñat Egiarte, Jessica Rivera, Jovita Vaskeviciute, Peter Sidhom, Christopher Robertson, José Manuel Montero. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes 13 de marzo de 2015. Aforo: Tres cuartos.

Tras conocer en directo la creación de Adams habrá que recordar lo que decía Ortega sobre la novela y claudicar diciendo que una ópera es hoy día cualquier música en cuya primera página aparezca la palabra Ópera. Desde los integrantes de la Camerata Fiorentina la ópera ha sido durante siglos el resultado de la conjunción entre acción dramática y discurso musical.

En el caso de Doctor Atomic la acción teatral está prácticamente ausente, pues el texto de Sellars es más bien una sucesión de fragmentos poéticos y reflexivos, propios y ajenos, de nula acción y de lentísimo desarrollo. Los únicos diálogos argumentales son los concernientes a la fusión del átomo y al relato sobre las calorías de la dieta del General, con lo que ya se pueden hacer una idea del estatismo exasperante de este espectáculo, sobre todo en un larguísimo segundo acto en el que daban ganas de reclamar la hora al árbitro.

La propuesta escénica de Sharon son en realidad dos en una. El primer acto está resuelto con gran brillantez a base de una estética de video-clip, con proyecciones muy adecuadas sobre el tul de boca y un imaginativo juego de espacios que se abren y se cierran, con lo que se consigue paliar en gran medida la tediosidad argumental. Pero el segundo es el clásico subproducto del konzept alemán que se empeña en llenar la escena de gente rara arrastrándose, corriendo y dando vueltas sin ton ni son, añadiendo más ruido escénico que verdadero sentido performativo, todo lo cual ayudó lo suyo a convertir este acto en una verdadera prueba de paciencia artística y de aguante físico del respetable.

La disposición de la escena en el primer acto, que aleja del foso a los cantantes, puede justificar hasta cierto punto la amplificación de las voces, pero en un segundo acto con los cantantes en la corbata ya no había justificación para un recurso técnico que acaba por desequilibrar los balances entre la orquesta y los cantantes. Claro que la amplificación le permite a Pedro Halffter dar rienda suelta a su conocida tendencia hacia los excesos dinámicos, lo que, junto a los sonidos grabados redundó en momentos de saturación decibélica. Su lectura fue, al margen de esto, muy dramática y muy enervante en la resolución de los crispados ritmos de la partitura, sabiendo sostener también los momentos de mayor tensión interna.

A pesar de la antinatural amplificación, el grupo de voces fue de una calidad relevante, especialmente un lírico Poulis, una delicada Rivera y un estupendo Egiarte; lo peor fue la engoladísima Pasqualita. El coro, sin micrófonos, sonó mejor que nunca.

Desastrosa puesta en escena que se carga una obra extraordinaria.

Una puesta en escena de un alto nivel técnico que empieza de manera formidable la primera escena, que sigue con una buena resolución en la segunda, aunque aquí ya empieza a ser discutible la separación de Kitty y Oppenherimer para remarcar la soledad de la primera y una tercera donde empieza el despropósito. En vez de representar el estrés que empieza a originarse en el experimento la acción comienza a pararse, los interludios son solventados con unas imágenes de la lluvia y tormenta, todo se ralentiza cuando tendría que suceder lo contrario. La conversación del general sobre la dieta que es una conversación banal intencionada tras la culminación de la tensión de la tercera escena, no se entiende en absoluto. No se ve cómo se termina de montar la bomba en la torre de detonación que genera la escena de Oppenheimer a solas con la bomba y el excelente fragmento del poema de John Donne Batter my heart clímax del conflicto de conciencia que pierde gran parte de su fuerza.

El segundo acto es indescriptible, se aniquila por completo la obra. Un barullo sin orden ni concierto. Mejor ni comentarlo. Es mejor ver directamente el dvd de Amsterdam donde todas las reflexiones de los personajes y el desarrollo de la obra (que no es para nada tan estática como dice Mengíbar en otras producciones), cobran un sentido que en esta producción ni se intuye.

Es una pena porque merece la pena escuchar en directo esta música, imponente orquestalmente y que saca partido también a algunos efectos electroacústicos, aunque tengamos que pagar el caro peaje de perdernos la escucha directa de la impostación natural de las voces, esencia operística de primer orden.

Se echó en falta en algún momento mayor vivacidad en los ritmos de la orquesta y mayor desgarro y expresión en el protagonista en momentos clave, aunque todo languideció en el segundo acto por una puesta en escena muy desacertada.

Se disfrutó especialmente de algunos pasajes orquestales brillantes y los fragmentos del coro que son excelentes.

De todas maneras un aplauso a Sevilla por traernos esta obra a España, sin duda una de las mejores obras del siglo XXI.

Una más

http://elcorreoweb.es/2015/03/14/doctor ... explosivo/

Me he acercado a Sevilla, movido por la expectación, animado por el análisis que de esta obra se ha hecho en este foro, porque no conocía Sevilla (imperdonable, lo sé), y porque me regalaron el billete.

Respecto a la obra: me gustó, porque me gusta Adams, desde que lo descubrí el año pasado en la temporada de la ocne. Pero sea defecto de la escena, del libreto o de la partitura (o de todo un poco), hay algo que no funciona bien en el segundo acto, que se hace duro y exigente con el espectador. Lejos del nivel de "El público", entiéndaseme.

Me llamó la atención el público de la maestranza. Hubo una deserción importante en el 2° acto. Los comentarios que se escuchaban, "de traca". Y me apostaría a que un 80 % ignora que no se puede toser en los conciertos, y menos a pleno pulmón y boca abierta. ¡Qué pesadilla!

En cualquier caso, anímense; merece la pena.

En un "Tancredi", una señora muy bien vestida me dijo: "¿se ha enterado de que Tancredi lo canta una mujer?" Y a poco no aplauden a la Devía en su gran escena. Tengo dos amigas (liceístas ellas) que no daban crédito sobre lo que notaron.
Pero vaya, que igual es que le ha tocado ese día...Como a mí.
Cosillas.

Yo veo desacertado que en una temporada de cuatro títulos se encajé un Adams. No entro a calificar la calidad del título, que la opinión de cada uno será la que sea. Pero me parece que programando así se le hace poco favor al aficionado. Y más a los precios de Sevilla.

Otras opiniones para contrastar:

https://www.codalario.com/critica-docto ... _1_in.html

http://elcorreoweb.es/2015/03/14/doctor ... explosivo/

http://www.docenotas.com/122292/un-doct ... esionista/

http://www.larazon.es/cultura/musica/un ... M0hVyqnofD

http://pantallasonora.blogspot.com.es/2 ... on-de.html

http://flvargasmachuca.blogspot.com.es/ ... exito.html

http://www.elmundo.es/andalucia/2015/03 ... b456e.html

http://www.operaworld.es/doctor-atomic-maestranza/

Me congratula ver las excelentes críticas que ha tenido este Doctor Atomic, quizás me pasé con la puesta en escena aunque sigo pensando que fue algo confusa en el segundo acto y pierde en la comparación con la de Sellars, que no nos olvidemos es coautor y director de escena de la producción del estreno. Especialmente me ha gustado ver las alabanzas al libreto, que cada vez encuentro más apasionante.




Pues hay que entrar a calificar la calidad del título, ya que si nos encontramos con una de las mejores obras del siglo XXI, una obra maestra, claro que se le hace un favor al aficionado.

En una temporada que cuenta con Don Giovanni, Norma y Tosca, completar la programación con un estreno en España de una obra más moderna que cosechó enormes triunfos allí donde se representó es un acierto y establece un adecuado contrapeso.

Doctor Atomic es además una obra contemporánea que trata una temática de enorme actualidad y que cualquiera que vaya al teatro con un poco de buena disposición puede disfrutar plenamente de una música que puede asimilarse en las primeras escuchas, aunque es cierto que gana una barbaridad según se va profundizando en ella porque es mucho más compleja de lo que parece. En su estreno en San Francisco obtuvo largas ovaciones y posteriormente se ha representado en importantes teatros de diversos países, incluyendo el Met. No se puede decir lo mismo de todas las obras que se estrenan en el siglo XXI.

En mi opinión el estreno de Doctor Atomic en Sevilla es el acontecimiento operístico más relevante en España de los últimos tiempos.

Me quedé con ganas de volver a Sevilla a otra representación pero un jaleo de trabajo me lo impidió. No me perderé la próxima representación europea de esta obra extraordinaria.

¡¡¡ No señor !!!
Es "El Público" del T Real, ya lo dijo "zacarias"
Y de la "Gran Nada" qué???!!!, ya le ponemos los cuernos al primer bombón que pasa?.
No, no y no!
¡Hombre ya!

Aquí hay cada vez más "acontecimientos"

Curiosamente, ajenos al grueso del público

Sí, la verdad, y no deja de ser curioso el denominador común de todos los grandes acontecimientos de los últimos siglos de la lírica en España: espantadas del 80% en los entreactos partiendo de aforos con cientos de butacas libres, volumen de entradas disponibles que equivale a llenar teatros, etc.
Una vez, y van ya 891: el "Mundo al Revés", el que los fracasos son éxitos y los éxitos son fracasos.

PD. Anda que manda narices por mi parte haberme olvidado de programar en mi simulación de temporada lírica "El Mundo al Revés", que por lo visto es una ópera de Gluck que existe de verdad y además, parece, segun veo en Internet, que es el título alternativo de "La Isla de Merlín" (que encima daría juego para hacer una temporada temática alrededor del ciclo artúrico sobre el que hay tanta y buena música escrita) . Otro gallo me hubiera cantado si programo eso en vez del "Samson" y lleno el cast de voces blancas y pongo como director a Cura.

Señores Nico y Tunner, Doctor Atomic es una obra que se estrenó en San Francisco con aforos repletos, con largas ovaciones al final como se puede leer en crónicas al respecto y que se ha seguido representando en importantes teatros. Díganme una obra solo del siglo XXI que se haya representado en varias ciudades de USA incluyendo el Met y que se haya estrenado ya en Holanda, Alemania, España y que cuente ya con 4 producciones diferentes, algunas de ellas excepcionales.

Se puede llegar a la conclusión, como dato objetivo, que Doctor Atomic es la obra que más relevante difusión ha tenido en el siglo XXI.

Por todo esto presenciar esta obra maestra era todo un acontecimiento.

Es cierto que en Sevilla aunque hay varias crónicas que hablan de un espectáculo sobresaliente, el público no ha reaccionado de la misma manera y que hubo alguna deserción en el descanso, pero para nada eso del 80%. Por ejemplo los que tenía al lado que no sabían nada de la obra al principio, salieron encantados. Y por algunos comentarios en el descanso y por cómo aplaudían y se ponían de pie algunos espectadores, no fueron los únicos.

Si por ejemplo ninguna obra de Alban Berg se hubiera estrenado en España hasta el momento, y la estrenaran en Sevilla, sería sin duda el acontecimiento más relevante del año en España y seguramente habría deserciones, bastantes más que en este Doctor Atomic. Algo parecido pasó con la primera obra de Schreker en España, una gran representación.

Cuando en una ciudad de repertorio muy tradicional se ha programado por primera vez el Tristan, suele haber deserciones. Esto no implica necesariamente que la calidad de la obra sea baja. Tiene que ver con la tradición del teatro, con el repertorio al que está acostumbrado. Una traviata en un teatro de Sota Caballo y Rey con un reparto mediocre, seguramente no produce deserciones, pero en mi opinión no es ningún acontecimiento relevante, más bien rutinario.

En primer lugar, yo no he dicho nada sobre la calidad de Doctor Atomic. Lo q me aleja de manera irrevocable de este título es el uso de amplificación. Algo q, personalmente, no admito en un teatro de ópera, sea cuál sea la obra a interpretar.

Yo tampoco quería aludir a las deserciones y por supuesto, que una Traviata o un Holandés errante con reparto mediocre es rutina y no me interesa nada(con gran nivel vocal y musical es acontecimiento). Pero no tengo la sensación q la mayoria del aficionado lírico considere acontecimiento dl año el atómico. Para mí lo es q se programe Ermione o Benvenuto Cellini en España o q en el plazo de un mes se hayan podido ver dos Normas de nivel en distintas ciudades españolas.

Yo creo q el éxito de Atomic va a ser ampliamente superado por Written on skin

Sería buena noticia que fueran apareciendo nuevas óperas contemporáneas que por su gran interés y calidad se vayan representando en varias ciudades e instalándose en el repertorio. Creo que todos estaremos de acuerdo en que eso sería positivo. En Nueva York se representará Written on Skin este verano en su estreno americano, aunque en el David H. Koch Theater. Y en la temporada 16-17 en el Met se representará L’Amour de Loin.

Sobre el uso de la amplificación he matizado mucho mi opinión que inicialmente era muy cercana a la suya. Y la escucha de impactantes efectos electrónicos en espectáculos musicales a los que he podido asistir en los últimos años me ha ayudado a tener una perspectiva distinta.

Puede haber en una ópera una mezcla del sonido orquestal con elementos electrónicos y música pregrabada que puede crear unos efectos impresionantes, a una cantidad de decibelios impactante. Y en este caso la mezcla con la voz natural del ser humano pueda ser más aconsejable y disfrutable con la utilización de la amplificación. Porque se puede disfrutar de la voz humana amplificada como disfrutamos de un disco de Callas, estando de acuerdo de que en la ópera es un valor esencial la impostación que permite la impresionante proyección de la voz por encima de la densidad orquestal en grandes teatros. Y el hecho de que la voz esté amplificada no impide del todo en un espectáculo en vivo apreciar la correcta impostación de los cantantes, la belleza del timbre etc.

Pero es cierto que con densidades orquestales muy importantes solo unos cantantes muy dotados de los que apenas existen ni existieron, podían conseguir un balance adecuado en determinadas obras del repertorio, especialmente a partir de Wagner. El propio Wagner consideró que era necesario ayudar a un mejor equilibrio entre voces y orquesta con su concha mística de Bayreuth, y un poco después Strauss reconocía que había escrito partes para el tenor como en la mujer sin sombra que difícilmente se podrían escuchar adecuadamente. Por cierto concha mística que podrá conocer pronto, según lo que he leído en otro post. La presencia de Tunner en Bayreuth es otro de los grandes acontecimientos operísticos del año. Es como si al líder de Boko Haram le invitan a tomar un Hot Dog en un partido de béisbol en Orlando.

Por otro lado tengo que decirle que usted en los últimos años ha asistido a más espectáculos con amplificación de los que se piensa, y no me estoy refiriendo
a su visión de "el público", sino a muchas óperas tradicionales que ha visto en teatros con ayuda de amplificación, aunque no se haya hecho público.

Por lo tanto mi opinión matizada hoy es que el canto con la característica de la impostación que nos hace vibrar al percibir directamente y de forma natural esos armónicos maravillosos es y será parte esencial del arte operístico, pero la evolución de la tecnología puede ofrecernos nuevas opciones que aunque se alejen del formato operístico más tradicional puede ser interesante y muy disfrutable, siempre que tenga una causa y un sentido. Y me da igual cómo se llamen estos espectáculos, la etiqueta no interesa, lo importante son las emociones que originan.