Le doy a la ópera un aprobado, que con la parte musical que me gustó, y con lo que me reí gracias a mis recuerdos de las madrugadas madrileñas noventeras, pasé la función entretenida. No hubo muchas deserciones, pero más de uno gritó en el entreacto "porquería" con fuerza.

Voy a la última función, a ver qué tal. Conste que me interesa mucho.

Fíjese, yo no vi en directo The Perfect American (en la tele no la acabé); pero me pareció mucho más entretenida como espectáculo global El Público que lo de los vaqueros que nos endiñaron el año pasado. Para mí, El Público aprueba como espectáculo global, pero BM suspende...

Yo no sé si aprueba o suspende, sí estoy seguro de dónde me aburrí más y ha sido en El Público. Ya digo, que en Brokeback, al menos, había una historia que seguir y la música era muy soportable.

Pero vamos, que no me pego por ninguna de las dos. A mí lo que me gusta es Il Pirata, Lucrezia Borgia, Cavalleria Rusticana, Ernani, Pique Dame, El Holandés Errante, Carmen y Salomé

Más que realidades explícitas, pensemos, al menos algo así.
Yo sé que no tiene razón el que dice: "Ahora mismo, ahora, ahora" con los ojos puestos en las pequeñas fauces de la taquilla, sino el que dice "Mañana, mañana, mañana" y siente llegar la nueva vida que se cierne sobre el mundo.
Al público se le puede enseñar, no pueblo; se le puede enseñar, porque yo he visto patear a Debussy y a Ravel, impuestos por un alto criterio de autoridad superior al del público corriente, como Wedekind en Alemania y Pirandello en Italia, y tantos otros.
El teatro se debe imponer al público y no el público al teatro. Para eso, autores y actores deben revestirse, a costa de sangre, de gran autoridad, porque el público de teatro es como los niños en las escuelas: adora al maestro grave y austero que exige y hace justicia, y llena de crueles agujas las sillas donde se sientan los maestros tímidos y adulones, que ni enseñan ni dejan enseñar.
El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado. donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera.
No hay cosa más desolada que el discurso frío, ni momento más triste que el aplauso organizado, aunque sea de buena fe.
Son ideas. Aplicadas al teatro...Y a la escena en general. Y musical, cómo no.

Pequeñas fauces de la taquilla.

Me encanta.

No sé si estoy del todo de acuerdo con lo que escribe Despinetta, pero también a mi me ha encantado la manera de escribirlo, ha sonado efectivamente como en aquellos tiempos en que gente como Lorca llevaba la cultura por una España analfabeta, convencida de que la miseria espiritual debía ser combatida con tanta pasión como la otra.

Ultima representación de El Público con presencia real; recibidos los reyes con himno y ovación, lejos quedan, al parecer, los abucheos que hubo de escuchar en su dia la actual reina emérita. Razonable éxito de público, ovación general (no escuché un sólo silbido o abucheo) y numerosos bravos a Arcangel, Cañizares, Rubén Olmo y, sobre todo, a Heras-Casado y Sotelo.

En el plano personal, ni me entusiasmó la función como a don Zacas, ni me envió tempranamente a casa como a don Alberich. Quizás me alineo más con la opinión del Sr. Gruberoviano; me pareció interesante como espectáculo global, hermosa la plasmación visual y la integración del flamenco, pero no pagaría por ver esta obra si no me apareciese incluida en el abono (una de las cosas positivas de ser abonado es que acabas descubriendo cosas que no te desagradan, pero a las que no te expondrías voluntariamente, e incluso descubres cosas que directamente te epatan). La verdad, no me aburrí, aunque el periodo entre el final de la parte proyectada y el final del aria de Julieta se hace laaaaaaaaargo. Lo más atrayente sin duda ocurre cuando el flamenco entre plenamente en escena, y eso que a quien esto escribe no le gusta nada el flamenco. Por cierto, no sólo se amplifican las voces, sino que creo que se utilizan samplers pregrabados de música electrónica en algunos momentos de la representación (esto parece ser habitual en la ópera contemporanea, por lo que leo en la crítica del Sr. Mengibar a Doctor Atomic); al menos desde mi posición en segunda fila de Paraiso, la integración entre voces, orquesta y efectos sonoros fue perfecta.

Ahora bien, desde mi escasa experiencia e indocta visión, les pregunto ¿es esto una ópera? ¿se puede considerar una ópera un teatro musicalizado en el que todos los cantantes solistas cantan con voz amplificada -curiosamente, salvo los dos miembros del coro que cantan pequeños roles solistas desde los palcos de proscenio-? Si la amplificación de voz no es un impedimento ¿Les Mis, el Fantasma, Miss Saigón o Tommy son también óperas? ¿donde ponemos o rompemos las barreras?

En fin, planteadas estas cuestiones, insisto en que no salí para nada decepcionado del teatro (tampoco entusiasmado) y me pareció un espectáculo mucho más interesante que truños como el de la Abramovich o la más reciente Conquista de México.

Una última reflexión, me da la impresión que tras su "trilogía americana" (Perfect Americain, Abramovich y Brokeback Mountain) con la que Mortier trató de exponer en Madrid lo que los americanos se habían perdido con su fiasco en la NYCO, esta obra era el primer paso del que podría ser su "ciclo español", en el que realmente empezaba a mirar a España, y en el que quizás la obra de Elena Mendoza sería su segundo paso. Es evidente que Mortier se implicaba a fondo en el proceso creativo (muy interesante el artículo elogioso que ha escrito Gonzalo Alonso sobre su ausencia en el desarrollo final de El Público), viéndose a si mismo quizás más como creador que como programador. Por suerte o por desgracia nunca podremos saber cual sería la aportación del belga al arte escénico español, si hubiese sido capaz de crear "algo" trascendente o se hubiese quedado todo en unas cuantas boutades de un "impressario" con acceso a financiación.

Se supone que el encargo a Alberto Posadas cerraría esa "trilogía española" de obras encargadas por Mortier y que Matabosch ha prometido respetar. Precisamente esa implicación importante de Mortier en las producciones de óperas por las que nunca sabremos qué perspectiva española (y latinoamericana, de hecho decía que quería hacer del Real un puente entre esos dos continentes que se conocen poco entre sí) hubiera dado a sus programaciones finales es la que le distinguía del puesto habitual de un gestor de ópera. Nos guste o no el resultado final, ya que no es que a mí me haya gustado este "Público".

Se me había olvidado, pero el primer paso en su concepto de una "dramaturgia española" creo que fue la revisión que con Sellars hizo de Ainadamar

Veo que en el hilo a muchos foreros les ha dado el síndrome Grove y proponen sus definiciones de ópera y sus límites claros entre lo que es y no es. El otro día una amiga me dijo: "Me gustó El Público pero eso no es una ópera, es un espectáculo escénico impresionante, con música, baile y una escenografía buenísima. Raro y difícil, pero muy espectacular". Desde luego si la ópera es algo tan claramente distinto a la no-ópera que definió mi amiga, me quedo con el nuevo engendro

Hay muchas respuestas a la pregunta de por qué seguir componiendo ópera en 2015. Reinterpretar, reformar y llevar a un fascinante nuevo plano artístico una de las pocas obras de teatro surrealistas de la historia de la literatura podría ser en sí misma una de ellas. Bravo al equipo artístico que ha creado uno de los espectáculos más completos que he visto en el Real. Ojalá vengan muchos más en el futuro.

¡Esperemos que no!

Yo no sería tan contundente. Hay que ser tolerante y como hay gente que le gusta, pues que pongan más, pero en sus justas dosis. Uno cada dos años estaría bien, mientras que nos sigan poniendo la mejor ópera posible a los que amamos, claramente y sin reservas, este género.

En cuanto a que hay que promover que se sigan componiendo óperas (o lo que sea según la "doctrina Siddharta"), vale, pero yo las espero más en la línea de "Written on skin" (perfectamente equiparable al género que me entusiasma desde hace 30 años), que en la de "El público" o e"El viaje a Simorgh"

Por mí que estrenen todo este tipo de obras si tienen dinero para hacerlo, pero sólo pido que creen un abono específico para ellas y no las incluyan en el habitual. Así tendré la opción de elegir ir o no ir. Quizá dentro de 200 años ( si la civilización no se ha extinguido para entonces!) el concepto de ópera haya cambiado y ya no incluya el canto como elemento esencial, primordial y básico...quizá sea la escenografía, que los tramoyistas bajen descolgándose con cuerdas de colores, que los músicos silben en vez de tocar un instrumento....no sé, la creatividad no tienen límites....pero para entonces yo ya no estaré para estar abonado! Allá penas!

Es usted tremendamente optimista, Aletheia; la civilización (si es que todavía podemos llamarla así sin ruborizarnos), con la que está cayendo en términos de calentamiento global, superpoblación, agotamiento de recursos naturales, contaminación medioambiental y demás desastres (bélicos, económicos, etcétera) no va a durar, si dura, medio siglo o un siglo como máximo. Eso, incluso, si dan con lo de la fisión fría.